Comunicando
La briosa irrupci¨®n del portavoz oficial del PP en la cacharrer¨ªa de Televisi¨®n Espa?ola, acusando a los mandatarios del ¨²ltimo Gobierno socialista de haber borrado v¨ªdeos lesivos para la imagen de Felipe Gonz¨¢lez (abucheado por los estudiantes de la Universidad Aut¨®noma madrile?a en marzo de 1993 o flanqueado en actos p¨²blicos por Rold¨¢n), confirma que las encendidas pasiones desatadas en el seno de los partidos ante cualquier sospecha de sesgo de la informaci¨®n pol¨ªtica suelen desembocar en el rid¨ªculo o en la paranoia. Rafael Hernando, un voluntarioso muchacho elevado a responsabilidades excesivas para sus hombros a causa de la pol¨ªtica de renovaci¨®n efebocr¨¢tica del envejecido partido fundado por Fraga, ha sido desmentido por el propio director general de RTVE. El portavoz popular -un fox terrier asusta menos que el dobermann de la conocida met¨¢fora socialista- pretend¨ªa contrarrestar la dimisi¨®n no menos pueril de los vocales del Consejo de RTVE designados por el Parlamento a propuesta del PSOE, presentada como protesta de unos telediarios laudatorios hasta la n¨¢usea con el Gobierno de Aznar y menospreciadores hasta la crueldad con la oposici¨®n.Ciertamente, el seguimiento de los espacios informativos de RTVE muestra que las acusaciones de los socialistas est¨¢n s¨®lidamente fundamentadas; sin embargo, ni la veracidad de esas afirmaciones justifica el abandono de sus consejeros, ni el quejumbroso tono victimista de su berrinche se compadece con los abusos de parecida ¨ªndole perpetrados por el PSOE durante las cuatro legislaturas anteriores: todav¨ªa produce rubor el recuerdo de la infame entrevista realizada en 1995 a Sancrist¨®bal en la c¨¢rcel de Alcal¨¢ y transmitida a bombo y platillo por los telediarios cuando Jordi Garc¨ªa Candau dirig¨ªa RTVE. En cualquier caso, el descarado incumplimiento por todos los partidos que alcanzan el poder -central o auton¨®mico- del mandato del art¨ªculo 20 de la Constituci¨®n respecto a "los medios de comunicaci¨®n dependientes del Estado o de cualquier entre p¨²blico" (la obligaci¨®n de respetar el pluralismo y de garantizar el acceso a los "grupos sociales y pol¨ªticos significativos") no exonera de responsabilidad a cada uno en particular cuando le toca el turno. Como sucede siempre que el corporativismo partidista y la endogamia de la clase pol¨ªtica secuestran de hecho las competencias del Parlamento, s¨®lo una continuada presi¨®n de la opini¨®n podr¨¢ conseguir en el futuro la imparcialidad y autonom¨ªa hoy inexistente de todas las televisi¨®n p¨²blicas.
Por lo dem¨¢s, la did¨¢ctica intervenci¨®n del vicepresidente primero del Gobierno en el XII Congreso del PP asturiano, celebrado el pasado fin de semana, confirma la irrefrenable tendencia ministerial -desde Gabriel Arias-Salgado hasta Francisco ?lvarez Cascos- a pontificar sobre la teor¨ªa de la comunicaci¨®n y la deontolog¨ªa de los periodistas. Frente a quienes critican al PP por no haber sabido transmitir al p¨²blico sus aciertos, Cascos echa la culpa al "abuso" de la libertad de expresi¨®n practicado por grupos de comunicaci¨®n "supuestamente neutrales o que se autodenominan independientes", pero que est¨¢n en realidad al servicio de "intereses no siempre confesables"; con su proverbial gracejo, el vicepresidente distingue entre la libertad de expresi¨®n leg¨ªtima y la libertad de presi¨®n de cierta prensa. Como aquellos simp¨¢ticos vendedores de Biblias del Far West que predicaban morigeraci¨®n y castidad antes de convertirse en los mejores clientes de la barra y de las chicas del saloon, Cascos sermonea a los periodistas -mediante la vivisecci¨®n de EL PA?S de Madrid y El Comercio de Gij¨®n (de la cadena del Grupo Correo)- para que titulen correctamente las noticias, distribuyan equitativamente los espacios y no manipulen la informaci¨®n.
Pero a diferencia del ministro franquista Gabriel Arias-Salgado, Cascos carece de medios para hacer entrar directamente en raz¨®n a los d¨ªscolos: no puede cerrar peri¨®dicos, ni someterlos a censura previa, ni secuestrarlos, ni ordenar la inserci¨®n obligatoria de art¨ªculos, ni retirar el carn¨¦ a los periodista, ni multarlos. Sin embargo, el Gobierno vicepresidido por Cascos ha tenido ma?a suficiente para utilizar otros procedimientos con id¨¦ntica finalidad: el acoso indirecto a los medios de comunicaci¨®n independientes mediante la Ley de Televisi¨®n Digital y la Ley del F¨²tbol, con el fin de castigar econ¨®micamente sus cuentas de resultados y de atemorizar laboralmente a sus profesionales, y el empleo de Telef¨®nica para crear un poderoso grupo multimedia af¨ªn al PP.
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