Mandelson inicia en el Ulster su labor para reactivar el proceso de paz
Peter Mandelson, la resucitada mano derecha del primer ministro laborista, Tony Blair, aterriz¨® ayer en las arenas movedizas de Irlanda del Norte horas despu¨¦s de su nombramiento como representante de Londres en la turbulenta provincia, con el entusiasmo de un novato, pero con la determinaci¨®n de transformar su retorno a la pol¨ªtica brit¨¢nica como un h¨¦roe inesperado.
Mandelson, en su nuevo cometido de ministro para Irlanda del Norte tras la sorprendente sustituci¨®n de la din¨¢mica Mo Mowlam, se estrenaba as¨ª como el art¨ªfice de un posible milagro: conseguir que el desfalleciente proceso de paz para el Ulster no se hunda, como el Titanic, ante la ineluctabilidad de los accidentes. En el caso del Ulster, un atentado que le ponga epitafio al Acuerdo del Viernes Santo, firmado hace a?o y medio y paralizado por la intransigencia de los unionistas protestantes y probrit¨¢nicos y la sed de violencia de los radicalizados republicanos.La llegada de Mandelson a Belfast marc¨® un hito de la velocidad con la que Blair quiere resolver el antiguo problema en la provincia. Su nombramiento destac¨® la prioridad con la que Downing Street desea hallar una soluci¨®n al proyecto m¨¢s ambicioso de su agenda pol¨ªtica. Mandelson, cuya rehabilitaci¨®n pol¨ªtica tras el esc¨¢ndalo que lo alej¨® del poder por la revelaci¨®n de un pr¨¦stamo para comprarse una casa en el elegante barrio londinense de Notting Hill le cost¨® el puesto hace diez meses, lleg¨® con ¨ªmpetu a su nueva tarea. Los protagonistas del conflicto en el Ulster le dieron una cort¨¦s bienvenida, pero ¨¦sta no estaba exenta de las sospechas que despierta su comportamiento acomodaticio y manipulador, que le han hecho sin¨®nimo del zigzag pol¨ªtico en la era Blair.
"Tiene que haber una conducta acomodaticia para que las discusiones de la pr¨®xima semana produzcan frutos", dijo Mandelson en su usual fr¨ªo tono de voz, que va en l¨ªnea con su apariencia tradicional, a pesar del liberalismo que representa su conducta como exponente del desaf¨ªo que implica ser homosexual. "La confianza es la clave del ¨¦xito", dijo. "Tiene que haber movimiento".
En general, la designaci¨®n de Mandelson ha sido recibida con una mezcla de sorpresa y optimismo. Sorpresa para quienes cre¨ªan, en su mayor¨ªa los nacionalistas cat¨®licos, que Mowlam, era la fuerza de una determinaci¨®n pacifista bendecida por Londres, Dubl¨ªn y, lo que es m¨¢s importante, para Washington. Optimismo entre los unionistas, que ve¨ªan a Mowlam como d¨¦bil ante las demandas del Sinn Fein, el frente pol¨ªtico del Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s (IRA), y su desagrado por las exigencias del Partido Unionista del Ulster (UUP) de David Trimble, que jam¨¢s ocult¨® su antipat¨ªa por su af¨¢n de mostrarse equidistante.
Mandelson se encarg¨® de subrayar lo obvio: Blair quiere darle la m¨¢xima prioridad a la resoluci¨®n del conflicto y trabajar m¨¢s estrechamente con el mediador George Mitchell, el exsenador norteamericano que parece estar cada d¨ªa m¨¢s cansado de lidiar con un problema que va en una franca espiral de complicaciones.
Mandelson aparece en una escena donde la inercia del pesimismo va cobrando terreno. El Acuerdo del Viernes Santo permanece en el papel, la confianza popular en un arreglo se evapora, el odio sigue cobrando v¨ªctimas. Del primer encuentro que sostuvo con la alta jerarqu¨ªa del UUP, lo que emergi¨® fue una expresi¨®n de cort¨¦s pero no definitiva confianza. Trimble, cauto como siempre, expres¨® que "de esto algo bueno tiene que salir finalmente".
La reacci¨®n del campo republicano fue id¨¦nticamente positiva. Gerry Adams, el presidente del Sinn Fein, dijo: "Es crucial que Mandelson cumpla con la declarada pol¨ªtica en resistir los intentos unionistas de renegociar, reescribir y reinterpterar los principios del acuerdo".
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