Submarino ruso pescado al arrastre
Un pesquero almeriense enganch¨® en sus redes al buque nuclear cuya pista perdi¨® la OTAN en el Mediterr¨¢neo
Noche cerrada frente a las costas de Marruecos. Los ocho tripulantes del Jos¨¦ Mar¨ªa Pastor, un pesquero nuevo matriculado en Almer¨ªa, tienen las redes echadas. Gambas rojas, enormes, casi langostinos de grandes, van col¨¢ndose en el arte. De pronto, los marineros sienten un tir¨®n hacia atr¨¢s, como si un pez gigante se hubiese empe?ado en sacarlos mar afuera. El p¨¢nico va apoder¨¢ndose de todos. Muy grande debe ser un pez capaz de arrastrar un pesquero tan poderoso, con m¨¢s de 50 metros de eslora. El patr¨®n, Blas Tapia, no consigue tranquilizar a sus hombres. El gran pez o lo que quiera que sea -qui¨¦n sabe si el diablo mismo- sigue tirando. M¨¢s de media hora est¨¢n los pescadores de Almer¨ªa as¨ª, aterrorizados, a remolque de una incertidumbre. "El barco navegaba al rev¨¦s, con la popa convertida en proa, escorado", record¨® ayer Manuel Mart¨ªnez Ruiz, el armador, "a una velocidad de cinco o seis nudos; no s¨¦ durante cu¨¢ntas millas, cinco o seis, quiz¨¢s siete. Y, de pronto, se par¨®". No hab¨ªan dado las dos de la madrugada.Fue entonces cuando sucedi¨® lo m¨¢s incre¨ªble. A ninguno de aquellos ocho marineros se le olvidar¨¢ nunca aquella madrugada -2 de septiembre de 1999- ni la imponente figura que se dibuj¨® ante sus desorbitados ojos entre la oscuridad y la bruma. Un submarino. ?Un submarino? "S¨ª, s¨ª", responde Manuel Ruiz, "lo que es un submarino".
Y no uno cualquiera. Los tripulantes del Jos¨¦ Mar¨ªa Pastor no pod¨ªan sospechar la importancia de la pieza que se hab¨ªa enganchado en sus redes. Un mes antes -pleno agosto-, los sonares de la OTAN hab¨ªan detectado la presencia en aguas del Atl¨¢ntico occidental de un submarino ruso perteneciente a la Flota del Norte, con base en los puertos del ?rtico. Aunque la OTAN y Rusia ya han dejado de ser enemigos para convertirse oficialmente en asociados, los sistemas de vigilancia aliados -quiz¨¢ para no entumecerse- se volcaron en el seguimiento del sumergible.
Se trataba nada m¨¢s y nada menos que de un submarino de propulsi¨®n nuclear de la clase Oscar, equipado con 24 misiles de crucero SS-N-27, con una cabeza at¨®mica de 500 kilotones y un alcance de 550 kil¨®metros. Los Oscar, construidos entre 1985 y 1998 en los astilleros de Severodvinsk, en la pen¨ªnsula de Kola, desplazan 18.000 toneladas en inmersi¨®n, miden 154 metros de eslora y pueden alcanzar una velocidad de 30 nudos (55 kil¨®metros a la hora). Se encuentran, por tanto, entre los m¨¢s modernos y mayores de la Marina de Guerra rusa, si se except¨²an los que llevan misiles estrat¨¦gicos.
El inter¨¦s de la OTAN se acrecent¨® notablemente cuando el buque dobl¨® el cabo de San Vicente y atraves¨® el estrecho de Gibraltar. ?D¨®nde ir¨ªa?Desde que, en 1997, Rusia y Ucrania se repartieron los despojos de la antigua flota sovi¨¦tica del mar Negro, los submarinos rusos hab¨ªan desaparecido del Mediterr¨¢neo, convertido m¨¢s que nunca en el Mare Nostrum de Occidente. El regreso, de pronto y sin avisar, de un submarino ruso supon¨ªa un motivo de inquietud o, cuando menos, de curiosidad.
La OTAN, sin embargo, se qued¨® a finales de agosto con un palmo de narices. Pese al empe?o que puso en la tarea, Oscar se zaf¨® de sus perseguidores, quienes no volvieron a tener noticia de su paradero hasta que el 2 de septiembre lo pesc¨® el arrastrero Jos¨¦ Mar¨ªa Pastor a unas 27 millas (50 kil¨®metros) de las costas de Tarifa (C¨¢diz). ?O fue Oscar el que pesc¨® al pesquero?
"Sin duda que el submarino nos pesc¨® a nosotros", dice el armador almeriense, "porque a pique estuvimos de naufragar, no se crea, que dicen que dos o tres barcos ya se han ido al fondo por culpa de un submarino. A nosotros, por lo pronto, la broma nos ha costado m¨¢s de seis millones en aparejos".
Los expertos de la OTAN creen que Oscar atravesaba el Estrecho de regreso hacia el Atl¨¢ntico. Un submarino nuclear goza de gran autonom¨ªa y no necesita salir a la superficie. ?Por qu¨¦ emergi¨® entonces hasta enredarse con las artes de pesca? O sufri¨® una aver¨ªa o ten¨ªa dudas sobre su ubicaci¨®n exacta, por lo que tuvo que situarse en cota perisc¨®pica y pinchar, en jerga marinera, para explorar los alrededores.
Quiz¨¢ el comandante ruso confiaba en que, al amparo de la noche, su movimiento pasar¨ªa inadvertido. No lo logr¨®.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.