LA CR?NICA La paella de las vanidades XAVIER MORET
Me lo cuenta uno de esos amigos que se enteran de todo: la ¨²ltima moda en las reuniones de ejecutivos es la paella. No, no se trata de que los ejecutivos coman paella hasta hartarse, lo que no dejar¨ªa de ser sorprendente, dada su inclinaci¨®n por el m¨¦todo Montignac, el sushi y la nouvelle cuisine. La noticia est¨¢ en que son los mismos ejecutivos quienes se encargan de la elaboraci¨®n de la paella al aire libre. Lo que hasta ahora parec¨ªa reservado a domingueros con ch¨¢ndal -en un decorado al estilo Les Planes y con partidillo de f¨²tbol mientras se espera-, ha llegado al ¨¢mbito de los ejecutivos agresivos. Como dir¨ªa Guillem Mart¨ªnez: la paella de las vanidades acecha de nuevo. La elaboraci¨®n de la paella tiene su intr¨ªngulis, por supuesto. No hay m¨¢s que echar un vistazo a una paella multitudinaria para darse cuenta de que hay tantas opciones como personas presentes. Con pollo o con gambas, con guisantes o con garrofones, con conejo o con caracoles, con mejillones o con calamares... Lourdes March lo ha dejado claro en El libro de la paella y los arroces (Alianza Editorial): "La elaboraci¨®n de una paella re¨²ne un conjunto de factores que convierten este proceso en una mezcla de rito, fiesta social o familiar y en ocasiones debate gastron¨®mico...". No hay duda: cocinar una paella es un ejercicio de alto riesgo.
El ide¨®logo de la paella para ejecutivos ha valorado, seg¨²n parece, varios factores a tener en cuenta. En primer lugar, el ejecutivo de hoy va permanentemente estresado. Demasiadas reuniones, un exceso de brainstormings y una competencia feroz castigan lo suyo. Como remedio, alguien ide¨® hace a?os las batallitas de ejecutivos. ?stos abandonaban por un d¨ªa corbata, traje y malet¨ªn, se disfrazaban de Rambo y se lanzaban al monte a corretear con pistolas cargadas de pintura. En definitiva, se sent¨ªan como ni?os, jugaban a soldaditos, desfogaban su agresividad y, de paso, respiraban el aire del monte. Hab¨ªa, sin embargo, algo de pol¨ªticamente incorrecto en lo de liarse a tiros. La violencia de las pistolas no est¨¢ bien vista en la sociedad (la de despacho ya es otra cosa).
Tras varios a?os de meditaci¨®n y experimentos, a una mente brillante se le ha ocurrido la alternativa. ?Qu¨¦ mejor para eliminar el estr¨¦s que la elaboraci¨®n de una paella al aire libre? No en solitario, por supuesto, ya que podr¨ªa crear neuras e incomprensiones que se traducir¨ªan en una visita al psiquiatra, sino en grupo.
Pongamos un ejemplo pr¨¢ctico basado, como se dice, en hechos reales: ejecutivos de todo el mundo se apuntan a un congreso en Barcelona y, adem¨¢s de m¨²ltiples reuniones y contrarreuniones, dedican un d¨ªa a la paella. La experiencia no s¨®lo les relaja, sino que les permite sentirse creadores por un d¨ªa, intercambiar consejos y fomentar la relaci¨®n con el cocinero de al lado. O sea, un ¨¦xito.
A los ejecutivos extranjeros, seg¨²n parece, les encanta la experiencia de ser paelleros por un d¨ªa. Se emocionan cuando reciben un paquetito con todos los ingredientes, prestan atenci¨®n a los consejos del cocinero jefe e intentan aplicarse al m¨¢ximo para lograr una paella aceptable (y, a poder ser, mejor que la del vecino; no hay que perder de vista la competitividad). Siempre hay alguien que se confunde y acaba tirando las almendras y las aceitunas del aperitivo, y hasta el cenicero si conviene, a la paella, pero son gajes del oficio.
La escena es de lo m¨¢s entra?able. Imag¨ªnense una treintena de ejecutivos en c¨ªrculo, cada uno solo ante su paella (y su peligro), intentando salir con ¨¦xito de una empresa harto arriesgada. La emoci¨®n del directo es indescriptible: hay miradas de reojo, nervios, espionaje descarado, c¨¢lculos en el ordenador port¨¢til, peticiones de auxilio por medio del m¨®vil, consultas a Internet y alg¨²n que otro suspiro de ejecutivos desviados que dar¨ªan su sueldo de un mes por un microondas y una Paellador de elaboraci¨®n instant¨¢nea.
Al final, los que se atreven, hasta prueban su propia paella. Pero, tranquilos, que no es obligatorio cargar con las propias culpas. El maestro cocinero ha preparado, mientras duraba la experiencia, una paella para todos. Una paella de experto, con garant¨ªas, de ¨¦sas que todos pueden comer sin miedo al fracaso y a la humillaci¨®n.
Mientras ha durado la sesi¨®n, se han intercambiado ideas, se han hecho bromas, se ha distendido el ambiente y... quiz¨¢ hasta se han creado las bases de un negocio futuro. Por la tarde, probablemente, habr¨¢ otra reuni¨®n. U otra docena de reuniones. Y por la noche, alg¨²n que otro ejecutivo apuntar¨¢ en su diario que ha sentido la emoci¨®n de sentirse cocinero por un d¨ªa. Qui¨¦n sabe, hasta puede que alguno de ellos acabe abandonando el despacho y se lance al negocio de la paella para todos. Un Paella Take Away, por ejemplo, con la emoci¨®n del servicio y la elaboraci¨®n a domicilio. En fin, que la paella de las vanidades ya est¨¢ aqu¨ª.
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