Tom Wolfe arropa con su encanto burl¨®n su novela "Todo un hombre" en Alemania
G¨¹nter Grass deja de lado la literatura en Francfort y habla de las energ¨ªas renovables
ENVIADO ESPECIALLa Feria del Libro de Francfort hizo ayer una leve concesi¨®n a la espectacularidad con la presencia simult¨¢nea de Tom Wolfe, el legendario autor de La hoguera de las vanidades, que presentaba su nuevo y monumental libro, Todo un hombre, y la llegada del esperado premio Nobel G¨¹nter Grass, preocupado en denunciar problemas medioambientales. Wolfe hizo un despliegue de sus dotes de seductor para conquistar a la prensa alemana y no dud¨® en afirmar que su nueva obra representa "el futuro de la novela".
G¨¹nter Grass habl¨® ayer mucho menos de literatura que de los problemas energ¨¦ticos del mundo y de la falta de fe en el futuro de los pol¨ªticos, cient¨ªficos y el gran capital. Incluso hubo alg¨²n momento de cierta excitaci¨®n ante la posibilidad de que Grass se topara en la sala de literatura alemana con su enemigo declarado, Marcel Reich-Ranicki, el gran buda de la cr¨ªtica literaria alemana, que acud¨ªa a firmar su libro de memorias, esperado, comentado y temido como todo lo que escribe su pluma, mil veces calificada de viperina. No hubo incidentes entre los dos grandes adversarios de la literatura alemana contempor¨¢nea.Wolfe, por su parte, con mucho menor inter¨¦s por los problemas globales de la humanidad que Grass, se dedic¨®, bien protegido por sus editores de la casa Kindler, a desplegar su indudable encanto burl¨®n con los medios alemanes, porque es, al fin y al cabo, la edici¨®n alemana la que ha venido a vender. Ven¨ªa de Berl¨ªn, donde ya hab¨ªa comenzado la promoci¨®n desde su muy l¨®gico cuartel general, en el c¨¦lebre hotel Adlon, incendiado por el Ej¨¦rcito Rojo en 1945 y reconstruido en lujoso art d¨¦co despu¨¦s de la ca¨ªda del muro.
El futuro de la novela
Nunca ha sido t¨ªmido Wolfe, en su inevitable traje blanco. Tampoco modesto cuando asegura a la prensa alemana que su nuevo libro, Todo un hombre, es ni m¨¢s ni menos que el "futuro de la novela". Ya est¨¢ trabajando en su nueva obra, que, seg¨²n asegura, no tardar¨¢ en llegar tanto como ¨¦sta. Ser¨¢ una novela con escenario en un campus universitario.
Si Grass dice que la novela morir¨ªa al dejar de ser subversiva, Wolfe dice que la novela puede morir de aburrimiento, de falta de sangre, y, desde luego, no por la competencia de las tecnolog¨ªas modernas. La letra impresa es superior a todos los otros medios, seg¨²n Wolfe, al cine y a la televisi¨®n, a la radio y a Internet, porque s¨®lo el lector puede introducirse en la mente de otro ser humano y experimentar pensamientos y sentimientos ajenos, vivir en el mundo del otro. Cuando Harriet Beecher Stowe llev¨® a sus lectores blancos a ver el mundo con los sentidos de un negro en La caba?a del t¨ªo Tom hab¨ªa sonado la hora final para el esclavismo. Por eso tambi¨¦n, seg¨²n Wolfe, el libro m¨¢s importante de los ¨²ltimos 80 a?os ha sido Un d¨ªa en la vida de Iv¨¢n Denissovich, del escritor ruso Alexandr Solzhenitsin, porque hace ver a trav¨¦s de los ojos de un prisionero el mundo de los campos de trabajo sovi¨¦ticos.
Mientras Wolfe promocionaba con exquisitez su obra, de cerca de mil p¨¢ginas, y Grass defend¨ªa, con el premio Nobel alternativo Hermann Scheer, las energ¨ªas renovables, los agentes literarios, un fen¨®menos relativamente nuevo que ha asaltado el mercado y tiene a¨²n muy confusas a las editoriales, segu¨ªan ayer con su actividad febril y presencia multitudinaria. El pabell¨®n de que disponen en la feria es un hervidero en el que se trabaja, se negocia, se especula y se intoxica con cada vez mayor profesionalidad.
En los pabellones de literatura alemana, muy concurridos, se percibe, sin embargo, una atm¨®sfera muy relajada, como si todo lo realmente importante en lo que a derechos y proyectos se refiere se hubiera hecho ya antes de la feria y los anuncios sobre novedades que se producen estos d¨ªas en Francfort fueran m¨¢s anuncios que novedades. Muy distinto es el ambiente en el pabell¨®n de literatura anglosajona, donde s¨ª est¨¢ claro que el ej¨¦rcito de j¨®venes vendedores y compradores, con aires de implacables agentes de Bolsa de la City londinense o de La hoguera de las vanidades descrita por el ilustre visitante, trabajan con el frenes¨ª del que piensa que le va la vida en ello.
En todos los pabellones se ha notado la concentraci¨®n de empresas editoriales y la fagocitaci¨®n de los peque?os. M¨¢s posiblemente, en el franc¨¦s y en los anglosajones. Pero los alemanes est¨¢n pendientes, obsesionados cabe decir, con la amenaza del levantamiento de la unidad de precios de los libros que muchos se temen que la Comisi¨®n Europea va a decretar tarde o temprano. Mientras en algunos pa¨ªses existen posiciones enfrentadas al respecto, en Alemania el consenso es, al menos p¨²blicamente, total. Grass y el Gremio de Editores, pero tambi¨¦n grandes grupos que con libertad de precios podr¨ªan f¨¢cilmente estrangular a los peque?os competidores, se manifiestan en contra de las supuestas intenciones del comisario responsable de Competencia en Bruselas, Monti, al que p¨²blicamente todav¨ªa elogian en comparaci¨®n con su antecesor, Van Miert, pero al que consideran en realidad tan peligroso como aqu¨¦l. El libro no est¨¢ en peligro de extinci¨®n, en eso est¨¢n de acuerdo todos: Wolfe, Grass, los editores y el propio Monti. Pero muchos piensan que la liberalizaci¨®n de los precios de los libros matar¨ªa a muchos de los que hoy viven de y para ellos.
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