El ritmo de G¨¹nter Grass
Ahora ya sabemos de d¨®nde le viene el ritmo a G¨¹nter Grass. El ¨²ltimo Nobel de Literatura cumpli¨® sus 72 a?os el s¨¢bado en Francfort bebiendo vino tinto, comiendo chacinas y leyendo con su voz de veterano actor de teatro una selecci¨®n de su obra mientras sonaba la m¨²sica de G¨¹nter Baby Sommer, que desde hace a?os acompa?a las lecturas p¨²blicas del autor de El tambor de hojalata.Fue un d¨ªa feliz para Grass. Le dijo, al amanecer, a su editor mexicano, Sealtiel Alatriste: "Ahora he decidido ser feliz para siempre". En el desayuno estuvo con toda su amada familia, como dice ¨¦l, y despu¨¦s se fue a la Feria de Francfort, a tomar champa?a con sus editores de todo el mundo. En el stand espa?ol dijo, ante su pr¨®ximo viaje a Oviedo, donde recibir¨¢ el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras, y a Estocolmo, donde el rey Carlos Gustavo le har¨¢ entrega del Nobel: "Ahora estar¨¦ dos meses entre reyes y pr¨ªncipes; no est¨¢ mal para un escritor republicano".
Y por la tarde Grass se someti¨® a un nuevo ba?o de multitudes en el centro nacional del principal sindicato alem¨¢n, IG Metall; era su cumplea?os oficial, estaba previsto desde hac¨ªa mucho tiempo que se celebrar¨ªa all¨ª. Las primeras palabras de Grass, antes de leer el cap¨ªtulo correspondiente a 1959 de Mi siglo, fueron para celebrar que le¨ªa en el seno de un sindicato de obreros: "Aqu¨ª tendr¨ªais que haber tra¨ªdo el a?o pasado a Jos¨¦ Saramago, a leeros su obra". ?Y por qu¨¦ el cap¨ªtulo de 1959? En esa fecha vino tambi¨¦n a Francfort a presentar El tambor de hojalata, y en Mi siglo conmemora la efem¨¦ride. La gente le aplaudi¨® como a un actor, en medio de un inmenso hall en el que se exhib¨ªan todas las acuarelas que Grass pint¨® como gu¨ªa de su propio libro. Grass aprovech¨® para congratularse ¨¦l mismo de su propia vitalidad: "Tengo 72 a?os, no pienso retirarme y puedo demostrar que a los 80 a¨²n podr¨¦ resultar un escritor productivo".
Fue una noche de felicidad.Para ¨¦l y para su larga y muy amada familia. Y de pronto comprendimos de d¨®nde ven¨ªa el ritmo literario, e incluso pol¨ªtico, humano, de G¨¹nter Grass. Un hombre de mediana estatura surgi¨® de la multitud, se dirigi¨® al escenario, se hizo sucesivamente con todos los elementos de percusi¨®n, sobre todo los tambores, cant¨® como si imitara los sonidos de cada uno de los instrumentos. Cuando ya el crescendo era imparable, subi¨® a Grass y le hizo leer fragmentos de su obra hasta constituir un espect¨¢culo a tres, Grass, los instrumentos, el m¨²sico. Al final, G¨¹nter Baby Sommer, que lleva a?os acompa?ando a Grass, durante cinco minutos, mientras le¨ªa Grass, hizo como si imitara la insistencia implacable de un grillo o el tambor legendario de Oskar Mazenrat, el ni?o protagonista de El tambor de hojalata, que el s¨¢bado cumpl¨ªa 40 a?os y sigue resisti¨¦ndose a crecer. A los 72, Grass no deja de ser un hijo mayor de aquel ni?o del ruido.
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