El cansancio y el cambio
Durante los ¨²ltimos veinte a?os ha habido cambios en todo el mundo excepto en Catalu?a y en el Vaticano. Debe formar parte del hecho diferencial. Pujol seguir¨¢ gobernando. Pero esta vez s¨ª, las cosas ya no ser¨¢n iguales. Pujol se encuentra en una ins¨®lita situaci¨®n, que probablemente nunca pod¨ªa haber imaginado para s¨ª mismo: tiene m¨¢s esca?os pero menos votos que su adversario, Pasqual Maragall. Y los votos en democracia no son ninguna minucia. Ser¨ªa insensato por su parte no hacer caso de este dato. Se esperaba el cambio y lo que ha acudido a la cita ha sido el cansancio. A la hora de la verdad ha pesado m¨¢s la fatiga de la ciudadan¨ªa despu¨¦s de veinte a?os de aguantar la misma cara, la misma manera de hacer las cosas que la ilusi¨®n del cambio. Una parte significativa del electorado pujolista se ha ido a la abstenci¨®n como ya ocurri¨® en las municipales. Pero Maragall no supo sumar a este apoyo indirecto una oleada de nuevos electores a favor del cambio. Por eso se ha quedado a las puertas de la victoria. Por eso hoy debemos escribir que Catalu?a ha cambiado pero que no va a gobernar el cambio. Seguir¨¢ gobernando el continuismo pujolista, aunque en unas condiciones que exigir¨¢n a Pujol un ejercicio de reciclaje nada f¨¢cil a su edad.Cuando los sondeos dieron legitimidad al rumor que corr¨ªa en los medios de comunicaci¨®n de que por fin Catalu?a tendr¨ªa unas elecciones competitivas, Jordi Pujol reaccion¨® con la energ¨ªa pol¨ªtica del que tiene una voluntad de poder inagotable y un partido perfectamente cohesionado a sus ¨®rdenes. Ha salvado los muebles gracias a los m¨¢s fieles de los suyos, pero todo ser¨¢ diferente. Y la mano del PP pesar¨¢ sobre ¨¦l, convirtiendo a las pr¨®ximas elecciones espa?olas en determinantes para la suerte de la legislatura catalana. Pujol esta noche s¨®lo ha querido dejar claro ante Maragall que la victoria era suya. Empezar un per¨ªodo tan dif¨ªcil con el apoyo del PP puede ser complicado para Pujol. Despu¨¦s de este resultado nadie duda de que ¨¦sta es su ¨²ltima legislatura. Con menos votos que la coalici¨®n de Maragall, su autoridad queda muy menguada. No es imposible que Pujol tenga la tentaci¨®n de dar a su ¨²ltimo mandato un color rabiosamente nacionalista, con la ayuda de Esquerra Republicana. Pero ERC ha visto la posibilidad de mantener la equidistancia y ha lanzado la primera iniciativa postelectoral: el gobierno tripartito.
Maragall ha conseguido cambiar la vida pol¨ªtica catalana pero no ha conseguido que triunfara el cambio. No es un matiz. El lema del cambio no ha movilizado el voto abstencionista de izquierda. Las elecciones m¨¢s competitivas de la historia de las auton¨®micas catalanas se saldan con un participaci¨®n inferior al 60%. Lo cual es grave porque indica que hay gente que no se siente representada por nadie. Maragall ha seguido fiel a una obstinaci¨®n que atraviesa como una fatalidad la historia del PSC. Atrapados en la telara?a del r¨¦gimen pujolista, han querido disputar las elecciones en el terreno del nacionalismo catal¨¢n, marcado por Pujol. El resultado es que si la escena pol¨ªtica catalana ha cambiado ha sido m¨¢s por el desgaste de 19 a?os de Gobierno pujolista que por la capacidad de arrastre de la din¨¢mica del cambio. Maragall deb¨ªa ensanchar el campo de juego. Y para eso levant¨® una estructura m¨¢s all¨¢ del partido. No lo ha conseguido. Su excelente resultado no oculta los l¨ªmites de esta estrategia. Demasiada gente se sigue quedando fuera.
En el sistema democr¨¢tico espa?ol son los diputados y no los ciudadanos los que eligen al presidente. De nada sirve tener m¨¢s votos si no se tienen los esca?os suficientes para formar una mayor¨ªa. Pero un pol¨ªtico que pretenda gobernar no puede menospreciar este dato. Y el margen de maniobra de Pujol queda muy condicionado por este hecho. La alternancia sigue pendiente en Catalu?a. Pero la oposici¨®n est¨¢ en condiciones de ser mucho m¨¢s exigente. Puede que se siente tentado de gobernar con alianzas puntuales a derecha e izquierda. Pero desde hoy el pospujolismo con Pujol empieza. Y Pujol deber¨¢ encontrar su encaje, en una realidad pol¨ªtica m¨¢s compleja. ?Pretender¨¢ dirigir las querellas por su sucesi¨®n o entender¨¢ que, al final de su camino, debe mirar con mentalidad m¨¢s abierta fuera de las fronteras de un espacio -el nacionalismo pujolista- cada vez m¨¢s reducido?
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