Cinco velas por Roc¨ªo
Todo el pueblo de Cala de Mijas se afana en la b¨²squeda de la joven de 19 a?os desaparecida cuando volv¨ªa a casa
Los viejos dicen que se pone una vela para que los que se han perdido encuentren el camino. En Cala de Mijas (M¨¢laga) hay al menos cinco encendidas de forma ininterrumpida junto a una zona acordonada por la polic¨ªa. Es el punto en el que la madre de Roc¨ªo Wanninkhof Hornos, la joven de 19 a?os que desapareci¨® en la noche del pasado d¨ªa 9, s¨¢bado, cuando volv¨ªa a su casa, encontr¨® unas manchas de sangre y las zapatillas de deporte que vest¨ªa su hija la ¨²ltima vez que fue vista.Roc¨ªo sali¨® de la vivienda de su novio a las 21.50 horas del s¨¢bado. Quer¨ªa ducharse y cambiarse de ropa antes de reunirse de nuevo con ¨¦l en la feria de Fuengirola. Hab¨ªan estado viendo la tele y charlando. "?Qu¨¦ otra cosa iban a hacer?", se pregunta Antonio Jurado, el padre del muchacho, que asegura que no hubo ninguna pelea entre ellos. ?l incluso se ofreci¨® a acompa?arla. Pero ella prefiri¨® recorrer sola el camino, aquella noche no iluminado, a la urbanizaci¨®n La Cortijera.
Su familia conf¨ªa en que Roc¨ªo encuentre el sendero de vuelta gracias a las velas y a que la luz de su dormitorio permanece encendida. "Hay que conservar la esperanza. Aunque parezca una contradicci¨®n, si le hubiera pasado algo, la habr¨ªan hallado ya despu¨¦s de tanto rastreo", relata Juan Cerrillo, el compa?ero de Alicia Hornos, la madre de Roc¨ªo, que hace las veces de portavoz familiar. Pero, sin darse cuenta, unos y otros la describen en pasado. "Ten¨ªa un car¨¢cter muy bueno y muy alegre, pero formal. No era nada juerguista", dice Alicia, rodeada de vecinos y familiares. Ni siquiera se decidi¨® a denunciar su desaparici¨®n hasta el domingo, confiada en que se habr¨ªa quedado a dormir con alguna amiga. Su hermana Rosa, dos a?os mayor, coincide: "Era la m¨¢s madura de todos nosotros. Lo que ella dec¨ªa que se hiciera era lo mejor". Y se acoge a la l¨®gica: "A una persona as¨ª nunca podr¨ªa pasarle nada".
Roc¨ªo estudi¨® el curso pasado magisterio en ?beda (Ja¨¦n), pero su familia no pod¨ªa afrontar el gasto y tuvo que regresar. Este a?o hab¨ªa solicitado una plaza en la Universidad de M¨¢laga, pero se qued¨® en la lista de espera. "Ahora ten¨ªa pensado matricularse en algo: inform¨¢tica, secretariado, alg¨²n cursillo para trabajar en el aeropuerto", relata su madre. Y, mientras tanto, hab¨ªa trabajado en el verano en un bar y cuidando al hijo de Cliff Stanford, un brit¨¢nico conocido "de siempre".
A Stanford la historia le ha tocado el alma y ha ofrecido diez millones de pesetas "por la reaparici¨®n de Roc¨ªo fuera de peligro o por la informaci¨®n que permita la captura de los supuestos agresores", as¨ª como un mill¨®n a quien sea capaz de dar alguna pista. "Es imposible que esa ni?a se haya fugado porque nunca ha creado ning¨²n problema a la familia. Lo ¨²nico que espero es que est¨¦ viva, bien, y que la entreguen pronto", comenta. Cerca de ¨¦l, un anciano le pregunta a otro "si ha aparecido ya el cad¨¢ver" y menciona una palabra maldita: Alc¨¤sser, donde tres ni?as fueron violadas y asesinadas.
Unas huellas de neum¨¢ticos
Si algo sabe, la Guardia Civil no est¨¢ dispuesta a decirlo. Los rastros son pocos: unas zapatillas con restos de la sangre de Roc¨ªo, seg¨²n las pruebas del ADN, y un calcet¨ªn a cuatro kil¨®metros de su residencia; una navaja limpia a unos 50 metros de la zona acordonada, unas huellas de neum¨¢ticos de las que se ha hecho una copia en escayola y la suposici¨®n de que la chica podr¨ªa haber sido abordada por alguien con un coche.
Pero es dif¨ªcil que no aparezcan objetos en la superficie de doce kil¨®metros a lo largo de la costa y siete hacia el interior que rastrean la propia Guardia Civil, la Polic¨ªa local, y Protecci¨®n Civil. Tambi¨¦n se han sumado retenes del plan forestal contra incendios de la Junta de Andaluc¨ªa para peinar un ¨¢rea m¨¢s al norte del municipio, la de m¨¢s dif¨ªcil acceso.
Sus vecinos se han empe?ado en que ellos mismos pueden encontrar a Roc¨ªo. Todas las ma?anas se re¨²nen en la zona acordonada para que la Guardia Civil los distribuya en grupos -ayer fueron unos mil los que se sumaron a las labores de b¨²squeda a pie, en motocicletas y veh¨ªculos todoterreno-.All¨ª se da cita tambi¨¦n, siempre solo, Willem Wanninkhof, el padre de Roc¨ªo, que vino desde su pa¨ªs, Holanda, el d¨ªa 11, cuando su ex esposa le cont¨® lo sucedido. "Si escriben algo, den las gracias al pueblo en mi nombre. Yo no puedo d¨¢rselas uno a uno", pide.
Roc¨ªo sonr¨ªe en los carteles difundidos por toda Espa?a con su apellido mal escrito. "?A que es guapa?", pregunta su madre, orgullosa: melena rubia, ojos claros y "muy buen tipo". Alicia ya casi no tiene fotos de su hija: "Vienen de los peri¨®dicos, las piden y no las devuelven". Suena el tel¨¦fono: "Seguid buscando, por favor, que hace ya muchos d¨ªas que ha desaparecido. Es mucho tiempo sin comer. Tiene que estar muy d¨¦bil".
Alicia est¨¢ decidida a aferrarse a lo que sea. "Una vidente me ha dicho que la sangre que encontr¨¦ no era de una herida, sino que del susto le vino la regla", comenta. Los que creen ver el futuro le han dicho que est¨¢ viva, en un lugar en ruinas y cerca de un sitio por el que pasa el agua. Tambi¨¦n le han hablado de una furgoneta blanca. "Yo no creo en eso", confiesa su compa?ero, "pero ?y si funciona?".
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