A la caza de El Ni?o
Sergio Garc¨ªa se resiste a cambiar su juego y a entrar en la ¨®rbita de la organizaci¨®n que controla el golf
El swing, dicen los diccionarios de golf, es el movimiento caracter¨ªstico del cuerpo y los brazos con el cual se ejecuta un golpe. El swing no es s¨®lo un giro m¨¢s o menos instintivo, m¨¢s o menos aprendido, m¨¢s o menos mejor. El movimiento m¨¢s art¨ªstico del juego del golf, la marca distintiva de los grandes jugadores, esconde tambi¨¦n una trampa, conocida en el mundillo del golf como el viejo truco del swing defectuoso. Sergio Garc¨ªa, el gran prodigio del golf mundial, lo est¨¢ comprobando perfectamente estos d¨ªas. "Empiezan en las revistas sacando defectos a tu giro, lo repiten hasta que todos los periodistas especializados lo utilizan como una muletilla, contin¨²an poniendo a tu disposici¨®n un profesor que te promete que en un par de sesiones te arregla el problema, y termina volvi¨¦ndote loco, empieza por las caderas y termina por los brazos. Al final no sabes qu¨¦ haces", explica un conocedor del asunto.Todo comenz¨® con un bucle. Sergio, que de peque?o no era muy alto, se las arregl¨®, ense?ado por su padre, V¨ªctor, que a¨²n es su profesor, para compensar ese d¨¦ficit a la hora de mandar la bola lo m¨¢s lejos posible invent¨¢ndose un movimiento de bucle con el palo. "Y mientras me funcione seguir¨¦ d¨¢ndole as¨ª", dec¨ªa recientemente el chaval de Castell¨®n que ha revolucionado el golf y sus costumbres en s¨®lo seis meses de jugador profesional. Ser¨¢ si le dejan. El mundo del golf, igual que todos los ¨¢mbitos en los que los d¨®lares s¨®lo se cuentan por millones, est¨¢ lleno de pira?as. Las redes de Mark McCormack, el hombre que se puso a hacer negocios hace unas cuantas d¨¦cadas con Arnold Palmer y convirti¨® un pasatiempo de pudientes en un deporte de masas con un potencial econ¨®mico incalculable, est¨¢n preparadas para pescar.
Medios de comunicaci¨®n, televisiones, organizadores de torneos, profesores, jugadores, la mayor parte de los factores del golf, obedecen, m¨¢s que a sus propias federaciones, a los designios de McCormack y su famosa marca comercial, IMG, que oficialmente es una oficina de representaci¨®n de deportistas. Una cuadra, como se dice en la jerga, que tiene entre sus m¨¢s preciadas posesiones a Tiger Woods, el mejor golfista del mundo, y que le gustar¨ªa poseer, c¨®mo no, tambi¨¦n a Sergio Garc¨ªa, de 19 a?os, el ¨²nico jugador que por lo menos puede estar a su altura en la pr¨®xima d¨¦cada y rivalizar en lo que a popularidad y carisma se refiere. Entrar en IMG, dicen los expertos, significa, si las cosas van bien, entrar en los sitios donde se mueve el dinero importante y dejar de ser uno mismo. Y si las cosas van mal, dejar de ser uno mismo y no ver ni un d¨®lar. Y si IMG negoci¨® el contrato de 90 millones de d¨®lares (unos 14.500 millones de pesetas) que une a Tiger Woods con la marca Nike por cinco a?os, tambi¨¦n la oficina de McCormack gu¨ªa todos los pasos del Tigre, elige sus ropas, le ense?a respuestas a las preguntas de los periodistas, le dice con qui¨¦n comer, d¨®nde jugar y con qui¨¦n hablar. Y hasta c¨®mo jugar.
La marca IMG se ha dirigido en varias ocasiones a Sergio Garc¨ªa para ofrecerle sus servicios. "Pero siempre hemos dicho que no", asegura Jos¨¦ Marquina, un valenciano afincado en Miami por cuenta del Instituto Valenciano de Exportaci¨®n que lleva los asuntos de El Ni?o desde que ¨¦ste, a los 12 o 13 a?os, ya daba signos de que era un fen¨®meno. "Antes que nada, antes que el dinero y todo lo que exige, lo que Sergio quiere es calidad de vida". Marquina, que ha creado una sociedad llamada Sergio Team, Strategies and Solutions, en la que tambi¨¦n participan los padres del jugador, llev¨® las negociaciones con Adidas y una marca de palos y bolas, de las que el golfista de Castell¨®n percibir¨¢ unos diez millones de d¨®lares en cinco a?os. Pero IMG no cesa, aunque lo ¨²nico que ha conseguido hasta ahora de Sergio es su representaci¨®n para un par de torneos en Asia.
Uno de los negocios importantes del imperio McCormack es el de los gurus del golf. Los dos m¨¢s importantes se llaman Butch Harmon y David Leadbetter. Su mejor credencial es el nombre de los jugadores a los que aconsejan. Harmon es el hombre detr¨¢s de los golpes de, entre otros, Tiger Woods; Leadbetter ha trabajado con Faldo, Ballesteros, Langer y varios famosos m¨¢s. Tambi¨¦n quiere aconsejar a Sergio.
La semana pasada, el jugador zimbabuense Nick Price dijo, como quien no quiere la cosa, que Sergio Garc¨ªa deber¨ªa hacer un par de ajustes en su swing. Quiz¨¢ no sea m¨¢s que una casualidad que Price, m¨¢s que alumno de Leadbetter, sea su amigo y socio en algunos negocios, pero Sergio, vivo, cal¨® enseguida la indirecta. "Pues yo estoy muy contento con mi swing", respondi¨® el castellonense. Y si funciona, "?para qu¨¦ cambiarlo?".
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