En entredicho JOAN SUBIRATS
Al margen de la ducha escocesa en que se convirti¨® la noche del 17 de octubre, lo cierto es que iniciamos una legislatura, la sexta, que empieza con dudas. Dudas sobre la legitimidad (no la legalidad) de la victoria de unos (un esca?o m¨¢s) y la no derrota de los otros (seis mil votos m¨¢s); dudas sobre qu¨¦ ocurrir¨¢ en la casa o casas de los vencedores en esca?os; dudas sobre el talante con que ejercer¨¢ Maragall de l¨ªder de la oposici¨®n; dudas sobre c¨®mo reaccionar¨¢ ERC al haber conseguido buena parte de lo que pretend¨ªa; dudas sobre el futuro de IC; dudas sobre la capacidad de decisi¨®n aut¨®noma del PP catal¨¢n hasta la fecha de las elecciones generales; dudas, en definitiva, sobre si esta legislatura alcanzar¨¢ o no los cuatro a?os programados.La victoria de Pujol est¨¢ en entredicho. Y ¨¦l lo sabe. Mucho peor hubiera sido perder no s¨®lo en votos sino tambi¨¦n en esca?os. Tiene uno m¨¢s. S¨®lo uno m¨¢s. Pero ¨¦se es un triste consuelo. Su entrada en escena en el Hotel Majestic, sus airadas salidas de tono ri?endo al personal a diestro y siniestro y su ce?o fruncido demostraban que algo le preocupaba. Tenemos ejemplos hist¨®ricos en Gran Breta?a de Gobiernos investidos parlamentariamente desde una situaci¨®n similar a la que hoy se enfrenta Pujol y que no acabaron la legislatura. La constante sombra de su falta de legitimaci¨®n en votos, el aliento en el cogote de un adversario crecido y que esgrim¨ªa d¨ªa a d¨ªa un s¨®lido respaldo popular, les hizo convocar elecciones anticipadas despu¨¦s de unos meses borrascosos.
Est¨¢ en entredicho la autonom¨ªa y significaci¨®n propia de las elecciones catalanas. Si realmente todo queda en stand by hasta las elecciones generales de marzo o abril, no nos extra?emos de que la gente, harta de pol¨ªticos que dicen cosas o que no entienden o que no cumplen, decide votar s¨®lo cuando algo importante se cuece. Y todas las se?ales que les enviamos dicen que s¨®lo lo que ocurre en Madrid importa. Llevamos m¨¢s de un a?o con la cantinela de Pujol sobre el momento adecuado de convocar elecciones. La Administraci¨®n catalana lleva demasiado tiempo con la sensaci¨®n de que algo acaba y algo tiene que empezar. Y mientras: "quietos, paraos". Pues bien, no s¨¦ con qu¨¦ cara nos quedaremos si ahora tenemos que esperar hasta mayo, a que se constituya el nuevo Gobierno de Madrid para saber finalmente a qu¨¦ atenernos.
Est¨¢ en entredicho el sistema de partidos catal¨¢n. Demasiado espacio de campa?a y focos para un n¨²mero ocho que querr¨¢ ejercer m¨¢s de subuno que de dos. En momentos de declive del largu¨ªsimo liderazgo carism¨¢tico del l¨ªder convergente, UDC recupera su pedigr¨ª de partido homologado y homologable, bien conectado internacionalmente y con una direcci¨®n joven y profesionalizada. Converg¨¨ncia ha vivido demasiado tiempo pendiente de interpretar los designios de su l¨ªder. Pujol tendr¨¢ el orgullo de proclamar su sexta victoria en las urnas, pero su derrota en votos, el mensaje que ha recibido de los electores, no le permiten continuar especulando sobre su futuro. No quiso en toda la campa?a certificar las declaraciones de sus correligionarios sobre si ¨¦sta ser¨ªa su ¨²ltima elecci¨®n. Ahora ya no es necesario que lo diga. Y ahora quiz¨¢ es demasiado tarde para preparar su sucesi¨®n. Poco futuro les veo yo a los palmeros de Nou Barris como hereus, por mucho que insistan en las fotos de grupo. La sombra de Roca sigue proyect¨¢ndose con fuerza, y su presencia-ausencia en esta campa?a demuestra que su capital pol¨ªtico sigue intacto.
Maragall sale reforzado de la contienda. El proyecto de crecimiento al centro ha funcionado sin perder espacio en la izquierda. Los resultados avalan su pulso con la maquinaria del partido y le permiten seguir con la transversalizaci¨®n. Pero la campa?a no ha estado exenta de tensiones entre los ciutadans y los de siempre. Veremos ahora c¨®mo funcionan los equilibrios entre los 38 diputados con carnet y los 14 que no lo tienen. Tampoco IC lo tiene f¨¢cil. Ha sobrevivido a la sangr¨ªa constante de las escisiones, pero deber¨ªa ahora replantearse su futuro como proyecto aut¨®nomo. Le queda un amplio espacio a la izquierda de Maragall para moverse con soltura y reforzar su propuesta ecosocialista que hasta ahora no ha ido mucho m¨¢s all¨¢ de un nuevo marco identitario. No parece estar en entredicho el proyecto de Esquerra. Su estrategia electoral les ha provocado muchos zarandeos externos y tensiones internas, pero se ha demostrado que cualquier otra alternativa les hubiera resultado fat¨ªdica. Su proyecto requiere ir m¨¢s all¨¢ del escenario actual, demasiado dominado por los dos grandes. Pero deber¨¢n controlar con precisi¨®n el tempo, ya que no pueden pretender permanecer en el congelador hasta que llegue su hora. El d¨ªa a d¨ªa les obligar¨¢ a mojarse, y los espacios son muy estrechos para maniobrar de forma aut¨®noma. Los populares han pasado su peor momento, y esperan ansiosos su hora en las generales. Hasta entonces sumisi¨®n. Pero, ?se conformar¨¢n con ser espectadores del surgimiento de un nuevo sistema de equilibrios pol¨ªticos en Catalu?a?
Lo que no est¨¢ en entredicho es la s¨®lida mara?a de intereses que Pujol ha sabido tejer en las comarcas del interior. El voto urbano se ha decantado con rotundidad por el cambio. El voto rural, con alguna vacilaci¨®n abstencionista, se ha mantenido fiel a quien lo mima semana tras semana. Y ¨¦se no es un problema de sistema electoral. El p¨¢jaro en mano, despu¨¦s de 19 a?os, pesa mucho. Esa coraza pujolista debe afrontarse con algo m¨¢s que palabras e ilusi¨®n. Los resultados de Maragall no le devuelven a Roma, pero le exigen m¨¢s presencia en la Selva o el Baix Camp.
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