Ciudad
Una imagen cada vez m¨¢s frecuente nos permite asistir al espect¨¢culo de la inversi¨®n. La vi por vez primera en Catalu?a el d¨ªa en que un centenar de asaltantes atacaron a los polic¨ªas que proteg¨ªan las puertas del Ayuntamiento de Girona. Se repiti¨® cuando otro grupo m¨¢s numeroso trat¨® de tomar la comisar¨ªa de Via Laietana. Su ¨²ltima versi¨®n tuvo lugar hace una semana: casi mil agresores destrozaron el barrio de Sants. En los tres casos citados (hay muchos m¨¢s), los atacantes van encapuchados, arrojan piedras, basura, explosivos, c¨®cteles m¨®lotov y toda suerte de objetos contra unos polic¨ªas al tiempo que llaman "fascistas" y "asesinos" a los agredidos. Es notable la hier¨¢tica actitud de los polic¨ªas, protegidos tras sus escudos y simulando no ser hombres sino s¨ªmbolos puros. Frente a ellos, la actividad de quienes gritan "asesinos" y "fascistas" produce una impresi¨®n de vitalidad desbocada. Una vez concluidos los ataques, el periodismo habitual califica a los agresores de "j¨®venes", "radicales" o "antifascistas", con alg¨²n matiz como "okupas", "skins" o "marginales". Hay un claro desconcierto sem¨¢ntico en las fuentes de informaci¨®n, las cuales no saben c¨®mo definir a un agresor que grita haber sido agredido por su v¨ªctima. La inversi¨®n de imagen, genialmente trabajada en tierra vasca, va extendi¨¦ndose por todo el pa¨ªs.?Qui¨¦nes son los due?os de esa energ¨ªa explosiva, sin m¨¢s finalidad que su puro desahogo? Indudablemente, ciudadanos excluidos de la ciudad que ocupan por la fuerza espacios urbanos como v¨ªa de acceso a una propiedad que no se pueden permitir. La ideolog¨ªa es secundaria y puede variar en minutos, lo primero es la exclusi¨®n y la rabia. El alivio de la energ¨ªa rabiosa toma luego cualquier rumbo, en forma micro cada fin de semana a las puertas de la discoteca, en forma macro a la salida del f¨²tbol o en los asaltos "antifascistas". Los excluidos quieren existir, aunque sea durante los minutos del telediario, y en este sentido, tienen toda la raz¨®n cuando gritan "asesinos" y "fascistas" porque, en efecto, est¨¢n muertos, suprimidos de la sociedad controlada por los responsables de la misma.
Pero s¨®lo existir¨¢n realmente cuando, tras superar los s¨ªmbolos, identifiquen a los verdaderos fascistas que los mantienen muertos, y vayan a por ellos.
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