Toreros bajo el diluvio
Los organizadores del festival estar¨¢n, seguro, eternamente agradecidos a los toreros. Hacer el pase¨ªllo bajo un cielo oscuro y amenazador era un gesto de generosidad para que no se perdieran los beneficios televisivos del festejo. Torear, como torearon, bajo el diluvio universal, primero, y en un lodazal impracticable, despu¨¦s, fue un gesto de verg¨¹enza torera que les honra. Se entiende as¨ª que el p¨²blico fuera a su vez generoso con los toreros y repartiera orejas como expresi¨®n de agradecimiento y cari?o.El fin del festival bien merec¨ªa la pena. El mal tiempo hab¨ªa hecho estragos en las taquillas, pues hab¨ªa llovido durante toda la ma?ana, pero Televisi¨®n Espa?ola se hab¨ªa comprometido a retransmitir en directo el festejo, lo que supon¨ªa una importante inyecci¨®n econ¨®mica si se celebraba. ?se fue el motivo fundamental por el que los toreros ni siquiera salieron a comprobar el estado del ruedo y decidieron torear a pesar de las inclemencias meteorol¨®gicas. Los malos presagios se cumplieron y llovi¨® con una fuerza desconocida en esta Sevilla tan perseguida por la sequ¨ªa.
Domecq / Seis matadores
Novillos despuntados de Juan Pedro Domecq, muy chicos, nobles y bondadosos. Destac¨® el 6?.Curro Romero: media estocada (silencio). Emilio Mu?oz: estocada (oreja). Tom¨¢s Campuzano: estocada (oreja). Pepe Luis V¨¢zquez: pinchazo, estocada baja y un descabello (oreja). Francisco Rivera Ord¨®?ez: casi entera perpendicular y un descabello (oreja). Eduardo D¨¢vila Miura: casi entera (dos orejas). Plaza de la Real Maestranza, 22 de octubre. Festival a beneficio de la Asociaci¨®n de Padres de Ni?os con C¨¢ncer y de la Hermandad del Roc¨ªo de Triana. Un cuarto de entrada.
Menos mal que las reses anunciadas eran becerros de leche, impropios para un festival en esta plaza; de lo contrario, aquello hubiera sido una temeridad. Afortunadamente, no hubo que lamentar ning¨²n contratiempo; incluso, se vieron r¨¢fagas de buen toreo; especialmente de la mano de Emilio Mu?oz, Pepe Luis V¨¢zquez y, sobre todo, de Eduardo D¨¢vila Miura, al que le toc¨® el mejor novillo de la tarde. Los erales artistas de Juan Pedro Domecq, chicos y blandos, destacaron por su nobleza y bondad. Ya quisieran ese tama?o y car¨¢cter los noveles que acuden cada verano a las novilladas sin caballos en la Maestranza. De hecho, a partir del segundo se suprimi¨® el tercio de banderillas y nadie lo not¨®. Tambi¨¦n se pod¨ªa haber prescindido de los picadores y no hubiera pasado nada.
Pero la aut¨¦ntica protagonista fue la lluvia. A causa de ¨¦sta, el rejoneador Javier Buend¨ªa se cay¨® del cartel por la ma?ana ante el mal estado que pod¨ªa presentar la plaza y el peligro que supon¨ªa para las cabalgaduras. Todos los toreros salieron indemnes de la plaza, pero, sin duda, m¨¢s de uno estar¨¢ hoy guardando cama entre caldo caliente y aspirina para reponerse del enfriamiento. Cuando Curro Romero recib¨ªa a su oponente comenzaron las primeras gotas. En las banderillas llov¨ªa ya sin consideraci¨®n. Cuando el torero brind¨® su faena a la condesa de Barcelona con un largo y ceremonioso parlamento, aquello era el diluvio. Mientras Curro castigaba al novillo por la cara, el ruedo se convert¨ªa en una piscina de agua y barro. Pas¨® fatigas Romero, result¨® achuchado y desarmado, pero pudo acabar pronto de media estocada. Su labor fue silenciada, pero los beneficiarios del festival aplauden su decisi¨®n en todo momento para que el festejo se celebrara a pesar del mal tiempo.
Empapado hasta el tu¨¦tano el m¨¢s veterano, a ver qui¨¦n era el guapo que suspend¨ªa el festejo. Emilio Mu?oz mir¨® al presidente y le indic¨® con un movimiento de cabeza que saliera el segundo. Para entonces, el agua ca¨ªa a c¨¢ntaros. Con unas magn¨ªficas ver¨®nicas recibi¨® a su buen novillo, y con un toreo de muchos quilates lo pas¨® con la muleta. Destac¨® con ambas manos, especialmente por naturales largos y profundos.
Termin¨® Emilio Mu?oz de dar la vuelta al ruedo y escamp¨®. Hab¨ªa cada vez m¨¢s fango, las cuadrillas estaban chorreando y el festival continu¨®.
Tom¨¢s Campuzano se desped¨ªa ayer de la afici¨®n de Sevilla, y sali¨® con la ilusi¨®n de un chaval. Con encomiable decisi¨®n y estimables muletazos dijo adi¨®s a la plaza sevillana. Pepe Luis V¨¢zquez no se confi¨® entre tanto barro, pero dej¨® detalles de su torer¨ªa. Unos derechazos y un cambio de manos fueron arte puro de quien atesora la m¨¢s grande ortodoxia. Rivera Ord¨®?ez, muy sonriente toda la tarde, pero poco profundo, y D¨¢vila Miura se emborrach¨® de buen toreo ante el mejor novillo. Se luci¨® con un magn¨ªfico quite por ver¨®nicas y brill¨® extraordinariamente con la muleta con un toreo largo y templado. Pase¨® merecidamente las dos orejas y cerr¨® con esplendor un festival que tuvo m¨¢s de pundonor que de espect¨¢culo. Pero el gesto de los seis toreros en una tarde de perros bien merece el mejor aplauso. El p¨²blico as¨ª lo reconoci¨® y los ovacion¨® un¨¢nimemente cuando D¨¢vila Miura brind¨® su faena a sus compa?eros de cartel.
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