El santuario de Liz Taylor
A finales de septiembre de 1973, cuando Rafael Jim¨¦nez contaba 11 a?os, comenz¨® una historia de amor, no correspondida, pero que lleva camino de ser para toda la vida: ¨¦l lo sabe todo sobre ella, pero la amada, diva del cine, ignora hasta el momento su existencia. Aunque ya la conoc¨ªa, el peque?o Rafael qued¨® impactado por la belleza de Liz Taylor en unas fotograf¨ªas del ?Hola! que hab¨ªa comprado su madre. "Era el a?o en que se coron¨® a Gustavo rey de Suecia", recuerda. La protagonista de Cleopatra acudi¨® al Festival de Cine de San Sebasti¨¢n. "Por entonces se estaba separando de Richard Burton", a?ade. Era el principio de una gran devoci¨®n por la "mujer m¨¢s guapa del mundo" que se materializ¨® en una b¨²squeda infatigable de todo lo que aparec¨ªa relacionado con la actriz.Ahora, con 37 a?os, Rafael, oriundo de la localidad sevillana de San Juan de Aznalfarache, ha logrado reunir en su casa de Mairena del Aljarafe una colecci¨®n de m¨¢s de 100.000 art¨ªculos: portadas de revistas antiguas y recientes, postales de todas partes del mundo, fotograf¨ªas, afiches grandes y peque?os, recortes de peri¨®dicos, v¨ªdeos de todas sus pel¨ªculas, bandas sonoras, documentales grabados y programas de mano de cine y teatro. "Empec¨¦ a guardar cosas y cuando me di cuenta era un coleccionista", explica Jim¨¦nez, que trabaja como auxiliar administrativo en la biblioteca de San Juan. "Lo m¨ªo es pasi¨®n", declara el coleccionista, que no piensa abandonar su afici¨®n nunca.
Casi toda la vida de la actriz se puede rastrear en la infinidad de cajas, estanter¨ªas y ¨¢lbumes que guarda celosa y prolijamente. "Lo tengo todo ordenado por fechas y temas", precisa. Elizabeth Taylor de ni?a, sentada junto a su hermano y su madre, jugando en la playa con un tambi¨¦n peque?o -en edad- Mickey Rooney, montando a caballo, tras su operaci¨®n de un tumor cerebral hace dos a?os...
El coleccionista reconoce que lo primero que le llam¨® la atenci¨®n de la estrella fue su belleza. "Y el misterio que la rodeaba. Pero detr¨¢s se esconde una mujer muy sensible y humana. S¨¦ que tiene un gran coraz¨®n y que ha sentido a mucha gente que no conoce". En su colecci¨®n se pueden encontrar desde portadas de la revista Semana de 1945 hasta un programa de mano japon¨¦s de la pel¨ªcula Hotel Internacional, de 1964, o el bolet¨ªn de la Metro-Goldwyn-Meyer de Lassie o un cartel original mexicano de Un gato sobre el tejado caliente -en Espa?a La gata sobre el tejado de zinc- de 1959.
A Rafael le admira su participaci¨®n en causas humanitarias, como la lucha contra el sida o la ayuda a los ni?os de Chechenia. No obstante, el amor no le ciega y admite que "la mujer siempre ha sido superior a la actriz". De hecho, hasta la realizaci¨®n de Qui¨¦n teme a Virginia Woolf, cuando Taylor ten¨ªa 36 a?os, no se convenci¨® de sus dotes interpretativas. "Engord¨® para el papel y ya se le qued¨®, aunque nunca tuvo buena figura".
Sus problemas con el alcohol, sus matrimonios y rupturas, sus joyas, su salud y toda su filmograf¨ªa. Rafael sabe cuanto se puede saber de alguien a quien no se conoce personalmente. Ahora le facilita su b¨²squeda Internet, pero tambi¨¦n se vale de cartas y contactos en varios pa¨ªses, porque las ferias de coleccionismo las tiene "trilladas". El suyo es un amor para toda la vida. "Qui¨¦n sabe si alg¨²n d¨ªa puedo crear una fundaci¨®n ben¨¦fica que lleve su nombre y tal vez ella me pueda dedicar algo, un abanico, una foto, un vestido...".
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