Cumbre para los cantes de C¨¢diz

Cumbre de buenos int¨¦rpretes de los cantes de C¨¢diz, una escuela fundamental para la historia del flamenco, pues re¨²ne en una peque?a porci¨®n de territorio cunas cantaoras tan imprescindibles y primitivas como la propia C¨¢diz, Jerez y los Puertos.Los cuatro cantaores pertenecen a la misma generaci¨®n, la de los que andan unos a?os despu¨¦s del cabo de los 50. Les queda poco que aprender, pues, y en cambio tienen mucho que ense?ar. Son maestros en los cantes de su tierra, que dominan con autoridad.

Al ser un concierto monogr¨¢fico, hubo repeticiones de estilos: los cuatro cantaron buler¨ªas; tres fandangos, soleares y tangos; dos alegr¨ªas y malague?as. Chaquet¨®n fue el que m¨¢s profundiz¨® en el an¨¢lisis de distintas formas de los estilos gaditanos, haciendo brillantes versiones de los Mellizo y de las canti?as de Rosario la del Colorao.

Todos estuvieron bien y hubo generosos aplausos para todos. Nano puso el acento de Jerez, con esa forma de cantar suya que parece f¨¢cil y que, desde luego, le es familiar. Villar estuvo espl¨¦ndido en todo lo que hizo, hasta en sus buler¨ªas cupleteras, que a m¨ª me parecieron inoportunas porque en C¨¢diz hay un cante buleariero por derecho lleno de jondura y belleza, que ¨¦l conoce muy bien; sus siguiriyas, excepcionales. Como excepcional fue el taranto de Rancapino, quien, como siempre, cont¨® con la simpat¨ªa incondicional del p¨²blico. Los dos guitarristas, a tono con el aire general de una noche pr¨®diga en aciertos.