Campe¨®n con may¨²sculas
?lex Crivill¨¦ logra el primer t¨ªtulo mundial espa?ol de 500cc, finalizando sexto en la pen¨²ltima carrera disputada en R¨ªo
Misi¨®n cumplida para ?lex Crivill¨¦ en R¨ªo de Janeiro. El tr¨¢mite m¨¢s tenso se cerr¨® a las cuatro y dos minutos de la tarde (hora peninsular espa?ola). A esa hora, el noi de Seva logr¨® matem¨¢ticamente el t¨ªtulo mundial de 500 despu¨¦s de terminar sexto en el Gran Premio de Brasil. Hizo lo que ten¨ªa que hacer para convertirse en el primer espa?ol campe¨®n del mundo de la categor¨ªa reina. Diez a?os despu¨¦s de sus ¨²ltimos t¨ªtulos, el motociclismo espa?ol volvi¨® a conquistar un n¨²mero uno porque ?lex cubri¨® las 24 vueltas al Aut¨®dromo Nelson Piquet sin tomar ning¨²n riesgo, siempre dentro de los diez primeros.El desenlace del Mundial se produjo en realidad 24 minutos antes, cuando el japon¨¦s Tadayuki Okada (Honda), el ¨²nico que pod¨ªa aplazar o impedir el alir¨®n, se sali¨® de la pista. Crivill¨¦ fue testigo directo del incidente de su rival. A partir de ese momento las 13 vueltas que le quedaban a la carrera se le hicieron eternas. Tuvo tiempo para pensar en lo que hab¨ªa hecho, en la gente que le ha apoyado, y en c¨®mo va a cambiar su existencia a partir de ahora.
"World champion". As¨ª rezaba la pizarra que sus mec¨¢nicos le ense?aron al cruzar la meta. Bajo la bandera a cuadros m¨¢s hermosa ?lex lo celebr¨® con un caballito de felicidad. Acababa de cumplir el sue?o de toda una vida, y al mismo tiempo se hab¨ªa quitado un peso de encima. No pod¨ªa fallar. Su hermano Josep y su sobrino Tico le acompa?aron, corriendo a su lado por la pista, durante parte de la vuelta de honor. ?l, con la dos banderas -espa?ola y catalana-, disfrut¨® del momento que so?¨® cuando s¨®lo ten¨ªa cinco a?os.
Enseguida lleg¨® a la zona de los garajes, donde le esperaba toda su gente: Ana, su novia, que no quiso ver la carrera y que no hab¨ªa podido ni querido evitar las l¨¢grimas; Xevi, su primo; Gilles Bigot, su t¨¦cnico; Javi Ullate, su mec¨¢nico de confianza; Tachikawa-san, el jefe de Honda Racing (HRC). Todos quisieron abrazarse al campe¨®n. Llevaban mucho tiempo esperando el momento. Pronto, todos se enfundaron la camiseta fabricada especialmente para conmemorar la ocasi¨®n.
Siguieron la visita al podio, la atenci¨®n a los medios de comunicaci¨®n, la felicitaci¨®n de los miembros de su equipo... Y una sorpresa: frente al garaje de la escuder¨ªa Repsol Honda una moto con el n¨²mero uno hab¨ªa sustituido al tres con que hab¨ªa disputado la carrera. Crivill¨¦ le dio un t¨ªmido beso a su nuevo carenado. Puede que s¨®lo entonces asimilara definitivamente que ya es campe¨®n del mundo de 500.
Pero la carrera fue larga, interminable. Casi tanto como las ¨²ltimas semanas del camino de ?lex hacia el t¨ªtulo desde que, mediada la temporada, ya pareci¨® que ¨¦ste iba a ser su gran a?o. Desde la primera vuelta, opt¨® por seguir el consejo que le hab¨ªan dado dos viejos campeones. "Asegura el t¨ªtulo. Lim¨ªtate a cumplir con el objetivo", le hab¨ªan dicho Giacomo Agostini y ?ngel Nieto, los dos pilotos m¨¢s laureados de la historia del mundial.
Por la ma?ana, sin embargo, a¨²n hab¨ªa pensado en ser campe¨®n a lo grande, en intentar conseguir la victoria. En la parrilla de salida se le vio con prisas por alcanzar la gloria. Fue el primer piloto en colocarse el casco. Se despidi¨® de Cristina, la azafata que le protegi¨® del sol con su sombrilla, y le hizo un gesto de confianza a Dougie, su mec¨¢nico australiano, la ¨²ltima persona con la que habl¨® antes de ser campe¨®n del mundo de 500.
Riesgos
Las primeras vueltas frustraron cualquier ambici¨®n. Resultaron casi inquietantes. Okada iba en cabeza, junto al primer l¨ªder de la prueba, el estadounidense Kenny Roberts (Suzuki), mientras que Crivill¨¦ andaba retrasado, rodando un segundo m¨¢s lento y en un grupo -del 7? al 11?- con peligrosos compa?eros de viaje. ?Qu¨¦ riesgo supon¨ªa estar rodeado de tipos como los australianos Garry McCoy (Yamaha) y Anthony Gobert (MuZ) o el japon¨¦s Nobuatsu Aoki (Suzuki)!
Ya entonces qued¨® claro que el objetivo de ?lex no pod¨ªa ser otro que estar dentro de los diez primeros. A ¨¦l se dedic¨® con esmero, olvid¨¢ndose de la hipot¨¦tica victoria de Okada, controlando a los que estaban a su alrededor para evitar cualquier incidente que arruinara el gran d¨ªa. Siempre estuvo en el top 10. Y cuando Okada se sali¨® de la pista, el gran premio de Crivill¨¦ y la lucha por el t¨ªtulo mundial se terminaron.
A partir de entonces fue cuando el piloto catal¨¢n pudo relajarse, empez¨® a divertise, a disfrutar y a bajar sus tiempos. Su vuelta r¨¢pida la logr¨® en el ¨²ltimo giro, precisamente luchando con Okada por la sexta posici¨®n ya que el japon¨¦s hab¨ªa regresado al grupo tras su excursi¨®n fuera de la pista. Este dato explica que el ritmo de Crivill¨¦ en la primera parte de la carrera hab¨ªa sido c¨®modo y seguro.
El gran premio, por cierto, lo acab¨® ganando el japon¨¦s Norick Abe (Yamaha), piloto integrado en el equipo espa?ol que dirige Luis D"Ant¨ªn. Bati¨® en un sprint emocionante al italiano Max Biaggi (Yamaha) y a Roberts. De los espa?oles, Sete Gibernau (Honda) acab¨® quinto, mientras que Carlos Checa (Yamaha) se cay¨® en los primeros compases de la carrera y Juan Borja (Honda) abandon¨®.
La lucha a cuchillo por la victoria de la ¨²ltima vuelta se produc¨ªa al mismo tiempo que se preparaban los festejos por el triunfo mayor de Crivill¨¦, a la vez que se destaba la locura en Seva, que se sacaba brillo al casco dorado que le regalaron posteriormente para subir al podio. Esta vez no lo hizo por quedar entre los tres primeros. Fue por un premio mejor. Puede que ?lex ya hubiera sido campe¨®n del mundo de 125 en 1989, pero lo de ayer fue otra historia. Por primera vez, Espa?a tiene al n¨²mero uno en may¨²sculas.
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