El flaquito valiente
Era un muchacho flaco y chueco que corr¨ªa con una fe destartalada, como si la vida le fuera en cada bal¨®n que persegu¨ªa. No persegu¨ªa el bal¨®n. Buscaba la gloria. En eso se distingu¨ªa de todos los chicos que se reun¨ªan en torno a Valdano en aquel oto?o lluvioso del 94. Algunos llegaron a Primera Divisi¨®n, como V¨ªctor, Garc¨ªa Calvo o ?lvaro. Otros se establecieron en el Real Madrid, como sucedi¨® con Guti. Pero s¨®lo Ra¨²l alcanz¨® la gloria, la condici¨®n que corresponde a las estrellas del f¨²tbol. Cinco a?os despu¨¦s, Ra¨²l es el principal referente del f¨²tbol espa?ol, el mito que sucedi¨® a otro mito: Butrague?o.Ahora que todo es incienso sobre el delantero madridista, habr¨¢ que valorar su valiente batalla contra los prejuicios que tuvo que soportar. Algunos proven¨ªan de la l¨®gica desconfianza que provocaba cualquier jugador que se atreviera a desafiar a Butrague?o. Pero este recelo sentimental era de tono menor. Hab¨ªa prejuicios m¨¢s duros, de corte estrictamente futbol¨ªstico, procedentes de tribunas poderosas de los medios de comunicaci¨®n. Se le acusaba de ser un jugador irrelevante, amparado de forma arbitraria por Jorge Valdano, un capricho sin futuro que terminar¨ªa por estallar en la cara de su descubridor.
Los dos fueron valientes. Valdano porque se neg¨® a aceptar los consejos de quienes le ped¨ªan prudencia con un chico de 17 a?os reci¨¦n cumplidos. A Valdano le gustaba la festiva imprudencia de Ra¨²l y no ve¨ªa motivos para actuar pol¨ªticamente frente a una cr¨ªtica implacable, cr¨ªtica que poco tiempo despu¨¦s no dud¨® en entregarse a la adulaci¨®n m¨¢s estragante con la nueva estrella del Madrid. El valor de Ra¨²l radic¨® en su negativa a aceptarse como un fr¨¢gil juvenil de 17 a?os. En su primer partido, fall¨® goles sencill¨ªsimos, pero no se le alter¨® el pulso. En el segundo, frente al Atl¨¦tico, marc¨® un tanto por la escuadra, provoc¨® un penalti y tir¨® un centro perfecto que cabece¨® a gol Zamorano. En la tribuna estaba Butrague?o, desplazado por un futbolista sin escuela, como un d¨ªa le dijo Valdano a Clemente.
"Ll¨¦vale", le dijo el entrenador madridista al entonces seleccionador espa?ol, "porque sirve tanto para m¨ª como para t¨ª". Ese comentario se produjo muy pronto, cuando Ra¨²l estaba a punto de terminar su combate contra sus enemigos dobles: los que dudaban de su categor¨ªa como futbolista y quienes le utilizaban como artefacto para atacar a Valdano. Venci¨® Ra¨²l. Con sus goles, con el sentido de la aventura que no le ha abandonado ni en los periodos m¨¢s dif¨ªciles de su carrera. Clemente, en la Eurocopa 96, no atendi¨® el consejo de Valdano, error de juicio que priv¨® a la selecci¨®n de contar con un delantero que est¨¢ en ruta hacia el r¨¦cord de m¨¢ximo goleador en la historia del equipo nacional.
Es cierto que Ra¨²l le serv¨ªa tanto a Valdano como a Clemente, a Capello como a Heynckes, a Toshack como a Camacho. Jugador ecl¨¦ctico que paga por eso mismo un peaje impensable en cualquier otra estrella. No hay ning¨²n ¨ªdolo en el f¨²tbol que haya recibido el trato de moneda de cambio en sus equipos. Ra¨²l, si. En eso tambi¨¦n es diferente. Todos los sucesores de Valdano fueron entusiastas en los elogios a Ra¨²l, pero todos le utilizaron como un futbolista complementario. Estrella de complemento: matiz desconocido en el f¨²tbol hasta la llegada de Ra¨²l. El Madrid nunca se ha armado en torno a Ra¨²l, ni le ha asegurado un sitio all¨ª donde no admite comparaci¨®n. En el ¨¢rea. Obedientemente, Ra¨²l ha peregrinado por todos los puestos que existen de la media hacia adelante. En alg¨²n momento, lleg¨® a interpretar el papel de medio centro. Con rigor, naturalmente. Ya lo dice Guardiola: "Ra¨²l hace las cosas que convienen en el lugar que convienen". Pero es delantero, y uno de los m¨¢s precisos que ha visto el f¨²tbol espa?ol.
No se ha confundido en su vida n¨®mada por posiciones contradictorias en el equipo, ni se ha confundido en su desarrollo como futbolista. Ha aprendido de todo lo que ha tenido a su alrededor, incluida una crisis que le llev¨® a pedir excusas por ser joven y querer disfrutar de la vida. Excusas innecesarias, pero valientes como su juego. De aquel episodio tambi¨¦n aprendi¨®: puso una pared entre su vida personal y su carrera deportiva. Acostumbrado a tomar decisiones desde muy temprano, Ra¨²l tampoco dud¨® en aquel momento.
Ahora s¨®lo tenemos noticias del Ra¨²l futbolista. Noticias que hablan de un delantero que hace historia con el apetito insaciable del muchacho que irrumpi¨® como un trueno en el lluvioso oto?o del 94. Era un flaquito sin miedo. Quer¨ªa algo m¨¢s que hacerse jugador. Pretend¨ªa la gloria y la ha alcanzado. Cinco a?os despu¨¦s, con apenas 22 a?os, su nombre es la bandera del Madrid y la primera referencia del f¨²tbol espa?ol.
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