Veinte a?os de Estatuto vasco
El 25 de octubre de 1979 se aprobaba por refer¨¦ndum el Estatuto vasco, y tambi¨¦n el catal¨¢n. El texto del vasco se hab¨ªa redactado, en reuniones nocturnas interminables, desde el 15 de julio de ese a?o hasta el 31. Presid¨ªa el grupo vasco, o era su hombre fuerte, Xabier Arzalluz y presid¨ªa el grupo del Gobierno Jos¨¦ Pedro P¨¦rez Llorca, entonces ministro de la Presidencia.Todos los que intervenimos ¨¦ramos conscientes de que tanto la letra como el prop¨®sito que la animaba eran mucho m¨¢s amplios, extensos y profundos en el texto auton¨®mico que se iba plasmando para el Pa¨ªs Vasco que su antecedente hist¨®rico del a?o 1936.
Pero lo m¨¢s importante es que todos los que form¨¢bamos parte del equipo del Gobierno, cualquiera que fuera la firmeza de nuestras posturas durante la discusi¨®n de los art¨ªculos del proyecto del Estatuto, est¨¢bamos decididos a poner en pie un texto y una autonom¨ªa en la que cupieran y pudieran desarrollarse plenamente las aspiraciones del nacionalismo democr¨¢tico vasco compatibles con nuestra Constituci¨®n reci¨¦n aprobada.
Puedo dar fe, como portavoz adem¨¢s de los art¨ªculos que se iban aprobando y del texto final del Estatuto en la Comisi¨®n Constitucional, de la emoci¨®n y los aplausos que coronaron aquella aprobaci¨®n, con la ¨²nica excepci¨®n de alg¨²n miembro de la Comisi¨®n que hab¨ªa declarado su postura contraria al principio mismo de las autonom¨ªas.
Creo que todos los que tomamos parte, en nombre del Gobierno de Adolfo Su¨¢rez, en la elaboraci¨®n del texto, ten¨ªamos la esperanza de que aquella autonom¨ªa, que empezaba a ponerse en marcha, condujera a la soluci¨®n del problema vasco, m¨¢s enconado en aquellas fechas, y por la violencia etarra, que el hist¨®rico "problema catal¨¢n".
No ha sido as¨ª. Es cierto que, a lo largo de estos veinte a?os, la autonom¨ªa alcanzada en su autogobierno, en la recuperaci¨®n y recreaci¨®n de su lengua y de la cultura vasca, en la administraci¨®n de sus recursos, en la configuraci¨®n de su fiscalidad y en su capacidad legislativa, es la mayor que nunca en su historia desde el siglo XIII hab¨ªa alcanzado el Pa¨ªs Vasco.
Pero no conseguimos desarmar al nacionalismo radical de ETA, que segu¨ªa negando que en Espa?a se estuviera construyendo una aut¨¦ntica democracia pol¨ªtica, como se construy¨®, y sigui¨® presa, durante mucho tiempo, de sus esquemas del dominio de poderes f¨¢cticos en la pol¨ªtica espa?ola, concretamente del poder militar, o de otras esquemas tan infundados como ¨¦se. Y, sin embargo, a pesar de la sangre vertida por las etarras y de su extra?a coincidencia de objetivos con la involuci¨®n violenta, la democracia constitucional espa?ola se iba afianzado cada vez con m¨¢s vigor, y desde el principio y, sobre todo, con el apoyo total del pueblo espa?ol, que quer¨ªa para todos, sin exclusi¨®n alguna, libertad, paz y vivir en el respeto a los derechos fundamentales que la Constituci¨®n hab¨ªa consagrado.
Y tampoco se ha conseguido lo que entonces quer¨ªamos conseguir con el PNV, con cuyos representantes redactamos y aprobamos en la Comisi¨®n Constitucional y con los dem¨¢s partidos, con las excepciones que he se?alado, el texto del Estatuto. Discusiones sobre el contenido real de los derechos hist¨®ricos, entre ellos el derecho a la autodeterminaci¨®n; denuncias sobre la lentitud con la que se cumpl¨ªan los preceptos del Estatuto por el Gobierno espa?ol, o su falta de cumplimiento, y ¨²ltimamente, abandonando sus calculadas ambig¨¹edades, la afirmaci¨®n de que el pueblo vasco no cabe ni en el Estatuto ni en la Constituci¨®n, afirmaci¨®n que no parece que compartan un alto porcentaje de los que viven, trabajan y votan en el territorio del Pa¨ªs Vasco, parecen frustrar, veinte a?os despu¨¦s, las esperanzas puestas en el texto que se elabor¨® en julio de 1979, cuando cre¨ªamos estar poniendo las bases seguras de una convivencia en libertad, en democracia, en el respeto a los derechos fundamentales de todos, dentro del marco de una Constituci¨®n que quer¨ªa ser la de todos los pueblos de Espa?a, de una Espa?a vieja en su historia y nueva, muy nueva, en su descentralizaci¨®n pol¨ªtica, cultural y administrativa.
Pero hay algo en lo que aquellas esperanzas, que fueron tambi¨¦n las m¨ªas, no se han frustrado: el Estatuto del Pa¨ªs Vasco sigue vivo y vigente y, a su amparo y al amparo de la Constituci¨®n, gozan de libertad para defender sus ideas y propagarlas, y para construir la poderosa realidad vasca, todos los vascos, incluso aqu¨¦llos que no hacen suyo ni el Estatuto ni la Constituci¨®n, que los protege. As¨ª, pues, la apuesta por la paz, la libertad y la convivencia para todos los que viven en este ¨¢mbito f¨ªsico, social y pol¨ªtico, diverso y vario que muchos, y yo, llamamos Espa?a sigue veinte a?os despu¨¦s viva. Y veinte a?os despu¨¦s sigo convencido de que el consenso logrado en aquellas fechas es el ¨²nico medio de resolver pac¨ªficamente los nuevos problemas que el tiempo de hoy nos plantea y que en el futuro se seguir¨¢n planteando.
Ese consenso del que naci¨® el Estatuto, todav¨ªa hoy vigente y abierto a muchas posibilidades, es el que hay que recuperar, cueste lo que cueste, entre las posturas fraccionadas, distintas y enfrentadas del Pa¨ªs Vasco. Oj¨¢la sea as¨ª.
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