Algo cuaja en el 'continente l¨ªquido'
En unos meses, las perspectivas mediterr¨¢neas han cambiado. Y en este continente l¨ªquido, como algunos lo llaman, que es un nudo de problemas, las soluciones tambi¨¦n parecen morderse la cola unas a otras: la reanudaci¨®n del proceso de paz entre ¨¢rabes e israel¨ªes -que de llegar a buen puerto podr¨ªa en una d¨¦cada multiplicar por dos el PIB en toda la regi¨®n, seg¨²n c¨¢lculos del Banco Mundial-; la pacificaci¨®n e intentos de reconciliaci¨®n y transformaci¨®n de Argelia y su nueva actitud hacia Marruecos; el nuevo impulso reformista en este ¨²ltimo pa¨ªs por el joven rey Mohamed VI, e incluso los acercamientos entre Grecia y Turqu¨ªa si llevan a abrir la llave de Chipre.Todo esto y mucho m¨¢s ha hecho eclosi¨®n en la primera convocatoria del Foro Formentor, organizada por la Fundaci¨®n Repsol en Mallorca. Una reuni¨®n que, por la variedad geogr¨¢fica de sus participantes y la franqueza de algunas exposiciones, hubiera resultado inviable tan s¨®lo un a?o atr¨¢s.
Pues en un a?o -en unos meses, de hecho- han surgido grandes posibilidades. Ahora bien, todas estas esperanzas est¨¢n prendidas con alfileres. El proceso de paz no tiene garantizado su resultado, aunque el Estado palestino sea ya un futuro plenamente aceptado. Y resulta sorprendente que un pol¨ªtico con tantas tablas como el presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, afirme que tanto ¨¦l como el rey Mohamed VI de Marruecos son a¨²n "becarios en sus funciones".
Buteflika se enfrenta a inmensos problemas, entre otros, las resistencias de los militares a una reforma econ¨®mica necesaria, pero que implicar¨ªa que este estamento dejar¨ªa de controlar la econom¨ªa y sus monopolios. Si alab¨® a los militares, tambi¨¦n avis¨®: "Caminos sobre un campo minado".
En cuanto a Marruecos, si el rey de los pobres frustra las esperanzas sociales y modernizadoras que ha despertado, puede generar una peligrosa reacci¨®n. Pero quiz¨¢ lo m¨¢s dif¨ªcil de aceptar para todos estos pueblos sea eso que afirm¨® Buteflika: "En el Sur hay que dejar de creer que la sociedad de consumo est¨¢ al alcance de la mano". Duro, cuando las parab¨®licas llevan permanentemente a todos esa imagen; ese deseo. Duro, cuando empieza a calar una visi¨®n cada vez m¨¢s policial del control de la inmigraci¨®n, en un contexto en el que, como se?al¨® un participante, s¨®lo para el Magreb habr¨ªa que generar un mill¨®n de nuevos puestos de trabajo cada a?o para responder al reto del crecimento demogr¨¢fico, y no se crean ni la mitad. Duro, cuando uno de los pa¨ªses que mejor funcionan en t¨¦rminos econ¨®micos es T¨²nez, que celebr¨® una farsa de elecciones ayer y donde m¨¢s se represalia a los defensores de los derechos humanos.
El Sur echa constantemente la culpa al Norte por el desnivel entre la ret¨®rica y la realizaci¨®n de la cooperaci¨®n, a pesar del proceso lanzado en Barcelona, a punto de cumplir cuatro a?os. Pero, a su vez, el Sur no hace sus deberes de modernizaci¨®n y de integraci¨®n. No se integran entre ellos, sino en relaci¨®n al Norte. Y ello cuando en el Norte hay el peligro no de olvidar, pero s¨ª de no aportar suficientes medios para afrontar la cooperaci¨®n con el Sur.
La iniciativa espa?ola para que el Consejo Europeo apruebe en diciembre en Helsinki una estrategia com¨²n hacia el Mediterr¨¢neo es un paso en la buena direcci¨®n cuando la UE se dispone a lanzarse en el camino de la ampliaci¨®n al Este. Pero incluso as¨ª, es un paso modesto, pues ni siquiera se plantea la cuesti¨®n de los medios con los que afrontar tal desaf¨ªo.
Aunque aumentan las ambiciones, no parece por el momento necesario pedir m¨¢s medios econ¨®micos, sino, m¨¢s bien, racionalizar lo que ya hay. Cuando el Mediterr¨¢neo tiene m¨¢s posibilidades, cuando m¨¢s necesita a Europa -no s¨®lo a la UE y sus Estados, sino cada vez m¨¢s al sector privado-, hay un riesgo serio de que Europa no responda como deber¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.