... Se mueve
Madrid ha muerto, titula Luis Antonio de Villena su ¨²ltima novela. Y est¨¢ bien que el epitafio se lo haya puesto un poeta en forma de cr¨®nica p¨®stuma de la movida, siguiendo esa necr¨®fila tradici¨®n que gusta de hilar las palabras Madrid y muerte de forma expl¨ªcita: "Morir en Madrid", epitafio cinematogr¨¢fico de la muerte de la Segunda Rep¨²blica Espa?ola, escrito en franc¨¦s, o "Madrid me mata", estert¨®reo lema de la posmodernidad madrile?a trazado por un dise?ador en v¨ªsperas de serlo, ?scar Marin¨¦. De forma impl¨ªcita, la misma asociaci¨®n de ideas aparec¨ªa ya en el viejo dicho "De Madrid, al cielo", al que la prosopopeya castiza a?adi¨® "y un agujero para verlo".La ciudad ha muerto, la movida ha muerto, pero Madrid se mueve y tal vez sean algo m¨¢s que movimientos reflejos, espasmos y calambres. Madrid se ha movido este ¨²ltimo fin de semana en la Prospe. Quinientos vecinos y okupantes reci¨¦n salidos de las ¨²ltimas desokupaciones se echaron a las calles del barrio y su manifestaci¨®n "fue seguida atentamente por unos treinta polic¨ªas que llegaron al lugar en seis furgonetas", dice el peri¨®dico, y a?ade: "No hubo incidentes".
Los vecinos de la Prospe protestaban por el cierre de una de las pocas instituciones aut¨¦nticas de su barrio, una escuela popular creada hace 26 a?os en la que miles de ellos aprendieron a leer y escribir. A los 400 alumnos que pagaban una cuota mensual de 500 pesetas les ha puesto de patitas en la calle una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que les obliga a devolver el local a sus leg¨ªtimos propietarios, que lo hab¨ªan abandonado.
La sentencia del alto tribunal devuelve a Dios lo que es de Dios y al arzobispado de Madrid el edificio de la escuela, que era suyo, pero que, si se confirman las sospechas de los desalojados, dejar¨¢ de serlo muy pronto para covertirse en sede de un pr¨®spero negocio inmobiliario.
No anda muy cat¨®lico, nada evang¨¦lico, el arzobispado madrile?o en estos tiempos, y acumula en su cuenta m¨¢s manifestaciones de protesta que procesiones devotas, m¨¢s denuestos que jaculatorias; junto a los muros de San Francisco el Grande, al que quieren hacer m¨¢s grande todav¨ªa con un edificio de oficinas clericales, y en las calles de la Prospe, donde no se sabe lo que har¨¢n pero se teme lo peor.
El proceso de desamortizaci¨®n de la escuela popular es un regalo m¨¢s de nuestro cristian¨ªsimo alcalde a la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica. En 1934, un p¨ªo antecesor de Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano arrend¨® por cien a?os, a un precio simb¨®lico, el edificio en cuesti¨®n al arzobispado, y ¨¦ste, como al fin y al cabo su reino no es de este mundo y le sobran en ¨¦l propiedades terrenales, acab¨® por abandonarlo.
A¨²n le quedan m¨¢s de cuarenta a?os de contrato al arzobispado, y su fidel¨ªsimo siervo el alcalde quiere dej¨¢rselo todo atado y bien atado, acondicionado y desocupado para el nuevo milenio, y tal vez prorrogarle el contrato por el mismo precio hasta el d¨ªa de juicio final, que debe de estar m¨¢s o menos al caer.
Claro que, a lo mejor, es un regalo envenenado, porque los tribunales que han forzado el desalojo s¨®lo obligar¨ªan a cumplir la sentencia en el caso de que el arzobispado lo solicite. La pelota est¨¢ en el alero de su eminencia y, si la despeja de malas maneras, puede ser acusado de juego sucio. No s¨¦ si existir¨¢n en el santoral cat¨®lico una santa abogada o un santo patr¨®n de las relaciones p¨²blicas, pero ya podr¨ªan ir encargando un triduo o una novena.
Relacionar la difunta movida con la extinci¨®n de la escuela popular de la Prospe no es un rizo gratuito. Antes de trasladarse al edificio del arzobispado, la escuela popular comparti¨® locales okupados en la calle de Mantuano, en lo que hab¨ªa sido una "escuela de mandos de la Falange Espa?ola", con algunos de los grupos m¨¢s activos de la movida que montaron all¨ª sus tinglados, conciertos musicales, obras de teatro, exposiciones de pintura y escultura, edici¨®n de fanzines y otras actividades viciosas y pecaminosas dejadas de la mano de un dios que siempre acaba tom¨¢ndose la revancha.
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