Principio y fin
Ludwig van Beethoven y su m¨²sica de c¨¢mara son los grandes protagonistas de la nueva edici¨®n del Liceo de C¨¢mara, que organiza la Fundaci¨®n Caja de Madrid. En algo menos de cuatro meses podr¨¢n escucharse en el Auditorio Nacional un total de 43 obras del compositor, entre ellas, todos sus cuartetos de cuerda o la integral de las sonatas para viol¨ªn y violonchelo, con int¨¦rpretes tan destacados como Christian Zacharias, el Tr¨ªo Beaux Arts, los Cuartetos Tak¨¢cs, Mosa?ques y Borodin, o los espa?oles Lluis Claret y Josep Maria Colom.El fuego, con la sala a rebosar, lo han abierto The Lindsays, que han asentado sus dos conciertos sobre ambos polos de la creaci¨®n beethoveniana: de un lado, la op. 18, con la que el alem¨¢n reivindicaba un lugar de excepci¨®n junto a Haydn y Mozart en el p¨®rtico de un nuevo siglo; de otro, los Cuartetos opp. 127 y 132, continuadores s¨®lo de sus propios logros e iniciadores de un camino intemporal que, en apariencia, no conduc¨ªa a ninguna parte. Como compa?eros de viaje, los brit¨¢nicos han interpretado un juvenil tr¨ªo de cuerda (el op. 9 n¨²m. 3) y el Quinteto op. 29, una rareza de dif¨ªcil escucha en las salas de concierto.
The Lindsays
Louise Williams, viola. VIII Liceo de C¨¢mara. Obras de Beethoven. Auditorio Nacional. Madrid, 27 y 29 de octubre.
The Lindsays, bien conocidos en Madrid, derrochan oficio. Lo demostraron en todas y cada una de las seis obras. Pero, frente a m¨²sica grande, inmensa como ¨¦sta, el oficio no es suficiente. Parecen l¨®gicos los desequilibrios del Tr¨ªo y del Quinteto, dos obras que quedan fuera de su repertorio habitual y en las que asom¨® con fuerza a¨²n mayor el excesivo protagonismo del primer viol¨ªn y la t¨ªmida presencia sonora de la cuerda grave. Los dos primeros Cuartetos de la op. 18 avanzaron en un fr¨¢gil equilibrio, pero ¨¦ste se rompi¨® en las obras de ¨²ltima ¨¦poca. Contienen ¨¦stas m¨²sica esquiva, que no se deja apresar f¨¢cilmente, alimentada por una constante dial¨¦ctica entre contrarios. Peter Cropper tiende a recrearse en el muy bello sonido que extrae de su stradivarius o en puros detalles t¨¦cnicos y olvida que muchas veces queda sin explicar por qu¨¦ unas cosas conducen a otras.
En muchos momentos clave, The Lindsays no acaban de involucrarse y optan por una din¨¢mica t¨ªmida, insuficiente para que se produzca el impacto emocional que es consustancial a una m¨²sica que nos habla de t¨² a t¨², con una ins¨®lita franqueza. Los brit¨¢nicos, a pesar de ciertos desali?os en la afinaci¨®n y en el empaste, forman un gran cuarteto, pero su ¨²ltimo Beethoven nos llega deshilvanado, falto de unidad, renqueante. Tendr¨ªa que aturdirnos, pero s¨®lo nos emociona puntualmente: los finales son mucho m¨¢s complejos que los principios.
Babelia
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