"Me met¨ª en la barca con mis tres hijos al abandonarme mi marido"

Ejalash corretea por el centro de Cruz Roja de Puerto del Rosario (la capital de Fuerteventura), con su camiseta grande y unos pantalones de pana remangados, todo prestado. No despega un metro del suelo. Su madre, Jamila, de 25 a?os, le reconviene continuamente para que se porte bien. "Hace dos meses que estoy aqu¨ª. Me met¨ª en la patera en El Aai¨²n con mis tres hijos. Ejalash es el peque?o: tiene dos a?os; los otros tienen ocho y nueve a?os". Jamila cuenta su historia con cara triste. No habla una palabra de espa?ol. Al¨ª, un chaval de 15 a?os, traduce todo lo que dice. "Mi marido me abandon¨®, me dej¨®, y yo tuve que hacerme cargo sola de mis hijos. Por eso reun¨ª dinero, gracias a mi familia, y me embarqu¨¦ con los tres. Pas¨¦ mucho miedo, sobre todo por mis peque?os", subraya mientras ense?a las c¨¦dulas de identidad marroqu¨ª de sus v¨¢stagos. Asegura que el viaje de los cuatro le cost¨®, hace dos meses, un mill¨®n de pesetas. "Eso es car¨ªsimo", se sorprende Al¨ª.La mujer habla con las manos juntas, en cuclillas, como los chavales que la rodean. Es una de las 47 mujeres que ha acogido la Cruz Roja de Fuerteventura, un organismo que est¨¢ a punto de dejar de hacerse cargo de la atenci¨®n sanitaria a los inmigrantes porque no tiene dinero. "S¨®lo el mes pasado nos cost¨® 300.000 pesetas y no tenemos ni dinero, ni medios ni espacio", se lamenta el presidente de esta ONG, Juan Manuel Le¨®n.

Jamila vino atra¨ªda por el espejismo europeo y por los comentarios que circulan en El Aai¨²n, ¨¦sos que dicen que en Canarias hay trabajo para todos. "La situaci¨®n de esta mujer es dif¨ªcil, por eso ella tiene esa incertidumbre", explica Le¨®n. "Como los ni?os est¨¢n con su madre, legalmente no est¨¢n desamparados, s¨®lo en riesgo, y en teor¨ªa habr¨ªa que devolverlos a todos, pero eso no se puede hacer", abunda. "Yo no s¨¦ que nos va a pasar, pero por ahora quiero que mis hijos vayan a la escuela y aprendan espa?ol para que lo tengan m¨¢s f¨¢cil", casi suplica Jamila.

A su lado, sentado en el suelo, Al¨ª, de 15 a?os, cuenta su historia. Est¨¢ con su reci¨¦n adquirido amigo, Sidme, de 13 a?os. "Yo sal¨ª de El Aai¨²n hace ocho meses. Le dije a mi padre que me quer¨ªa venir. ?l me dio las 100.000 pesetas que me hac¨ªan falta y me dijo: "Buena suerte".

Al¨ª, forofo del Real Madrid, ha dormido en la calle, ha estado en Las Palmas y Lanzarote. "Antes de llegar a la Cruz Roja estuve durmiendo cinco d¨ªas en la calle, sin trabajo, sin comer, de un lado para otro". Su patera lleg¨® a la zona tur¨ªstica de Corralejo, en el norte de Fuerteventura, una zona de llegada poco habitual. Vino con otras 24 personas. Este tipo de casos son los que hace sospechar a la Guardia Civil de la existencia de algunos buques nodriza que remolcan a las pateras hasta las proximidades de las costas canarias. "Hace tres meses que no he podido llamar a mi casa. Mis padres ahora no saben si estoy vivo o muerto", sentencia Ali.

Sidme escucha el relato de Al¨ª en espa?ol. Lo entiende a trozos, con grandes dosis de intuici¨®n. "Aqu¨ª en la Cruz Roja no estamos mal, la comida es buena, pero no hay mantas", explica Sidme. Su patera lleg¨® el martes pasado a la zona de Puerto Rosario. "Nos cogieron en la misma playa". Estos dos ni?os forman parte del grupo de 57 menores magreb¨ªes acogidos hoy d¨ªa en la isla. Ayer llegaron diez m¨¢s.