El hechizo de los vientos

En pleno puente de los Santos, la convocatoria de la Comunidad de Madrid para su concierto de c¨¢mara con instrumenistas de viento pod¨ªa parecer problem¨¢tica en cuanto a asistencia de p¨²blico. Sin embargo, hubo lleno y rein¨® un entusiasmo excepcional. Bien es verdad que excepcional era la oferta: los excelentes solistas de la orquesta comunitaria, dirigidos por el obo¨ªsta alem¨¢n Hansj?rg Schellenberger, concertino de su especialidad en la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, deb¨ªan dar medida de su capacidad. Y el resultado fue un ¨¦xito absoluto en tres obras, tan escasamente divulgadas como son la Serenata para cuerda y vientos en re menor, de Anton Dvorak, y la denominada Gran partita (aunque el t¨ªtulo no es del autor), de Wolfgang Amadeus Mozart. Entre las dos p¨¢ginas, una sorpresa: la Pieza de concierto o Concertino para oboe con acompa?amiento de flauta, clarinetes, fagotes, trompas, trompeta, tromb¨®n y contrabajo.Dvorak compone su Serenata en re menor para diez instrumentos de viento, violonchelo y contrabajo en 1878, tres a?os despu¨¦s de la Serenata en mi mayor para arcos, mucho m¨¢s conocida. En la ahora escuchada las se?as de identidad nacionalista son menores, aunque no falten alusiones popularistas. Bien equilibrada y de clara textura, es algo digno de figurar en repertorio, sobre todo si obtiene versiones tan rigurosas, flexibles y bellas de sonoridad como la del domingo.

Entre los meses de octubre de 1780 y marzo de 1781 crea Mozart su Serenata KV 370 A para parejas de oboes, clarinetes, corni di bassetto, trompas, fagotes y contrabajo en siete movimientos, interpretada por vez primera en el Burgtheater de Viena en un homenaje a Ant¨®n Stadler, de la Real e Imperial Orquesta y de la ?pera y hermano de Mozart en la logia mas¨®nica. Se trata de una partitura importante y de extraordinaria belleza, cuyo adagio parece "una lejana fantas¨ªa de lo nocturnal", seg¨²n Brigitte Massin. En todo caso, es un modelo de concentraci¨®n expresiva que contrasta con la gracia del Menuetto y sus tr¨ªos, en el primero de los cuales nos encanta el sonido "relativamentre velado, pero espl¨¦ndidamente timbrado", como escribe Donington, de los corni di bassetto, cuya invenci¨®n se atribuye, precisamente, a Ant¨®n y Michael Mayrhofer de Passau hacia 1770.

Pocas veces la ejecuci¨®n de una obra de c¨¢mara, apenas conocida por la audiencia, ha sido recibida con tan extremado calor, gracias, en parte, a la interpretaci¨®n de los instrumentistas madrile?os dirigidos por Schellenberger, quien, al parecer, dictar¨¢ la c¨¢tedra de oboe en la Escuela Superior Reina Sof¨ªa.