Un primer ministro nada conciliador
El primer ministro h¨²ngaro, Viktor Orban, es un joven decidido de 36 a?os que gan¨® brillantemente las elecciones el pasado a?o con su partido Fidesz, un partido surgido de una organizaci¨®n juvenil de la oposici¨®n anticomunista universitaria. Orban conmovi¨® a todo el pa¨ªs y a Europa cuando el 16 de junio de 1989, en una inmensa manifestaci¨®n popular de homenaje a Imre Nagy en la plaza de los H¨¦roes de Budapest, exigi¨® la inmediata salida de Hungr¨ªa de las tropas sovi¨¦ticas all¨ª estacionadas. Lo que hoy parece l¨®gico, entonces lo era menos, por el temor que muchos albergaban a provocar reacciones no deseadas en el Kremlin y la c¨²pula del Ej¨¦rcito Rojo. Nagy, el dirigente comunista reformista que se convirti¨® en 1956 en l¨ªder del levantamiento popular contra el r¨¦gimen postestalinista h¨²ngaro y contra la invasi¨®n sovi¨¦tica, era enterrado aquel d¨ªa con todos los honores despu¨¦s de pasar 33 a?os en una fosa an¨®nima. Hab¨ªa sido ejecutado por orden de Mosc¨² despu¨¦s del aplastamiento de la insurrecci¨®n armada.Nunca ha sido un conciliador Viktor Orban, no lo era en la organizaci¨®n embri¨®nica de Fidesz y lo es mucho menos ahora como el primer ministro m¨¢s joven de Europa. El planteamiento general de Fidesz es que Hungr¨ªa no hab¨ªa hecho una transici¨®n real con la llegada del primer Gobierno democr¨¢tico del Foro Democr¨¢tico (MDF), y que despu¨¦s, la llegada de los ex comunistas como Partido Socialista H¨²ngaro (PSH) en coalici¨®n con la Alianza de Dem¨®cratas Libres s¨®lo sirvi¨® para fortalecer las estructuras del antiguo r¨¦gimen. Castigado en las urnas el Gobierno de Horn por las impopulares reformas econ¨®micas y estructurales emprendidas, Fidesz se erigi¨® en la gran alternativa. Al llegar al Gobierno han cumplido al menos con su implacable persecuci¨®n de todo lo que les parece tener cualquier relaci¨®n con los excomunistas.
La situaci¨®n econ¨®mica sigue siendo en general muy positiva y, pese a ello, el car¨¢cter agresivo de la administraci¨®n Orban parece volverse r¨¢pidamente contra ella en un pa¨ªs que, a¨²n muy marcado por la tragedia de 1956, tiene serios temores a todo indicio de divisi¨®n social y nacional.
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