Invertir en Cuba
LAS EMPRESAS europeas que invierten en Cuba pagan, a modo de impuesto a?adido, la zozobra peri¨®dica de enfrentarse a notificaciones, advertencias o amenazas de las autoridades estadounidenses. La cobertura legal para estas enojosas presiones, que suelen consistir en conminar a las empresas a que indemnicen a las compa?¨ªas norteamericanas que reclaman por expropiaciones castristas, es la ley Helms-Burton, un artefacto jur¨ªdico contestado por la UE en el momento de su promulgaci¨®n y cuya aplicaci¨®n ha suspendido Washington por largos periodos.La cadena tur¨ªstica Sol-Meli¨¢ ha sufrido el ¨²ltimo sobresalto: alguien filtr¨® la posibilidad de que la Administraci¨®n estadounidense requiriese a la empresa para que negociara una compensaci¨®n econ¨®mica a la familia S¨¢nchez Hill, presunta titular hasta 1959 de los terrenos sobre los que se asienta un hotel que gestiona la firma espa?ola. El Departamento de Estado ha desmentido que preparase esa notificaci¨®n; pero el mecanismo de amenaza latente de la Helms-Burton ha demostrado su ominosa eficacia cubriendo de inquietud a quienes tienen negocios en Cuba.
Aunque Washington no aplica ahora esta ley, familias de emigrados cubanos supuestamente expropiados hace m¨¢s de cuarenta a?os, bufetes de abogados y grupos de presi¨®n utilizan la Helms-Burton como un instrumento de retorsi¨®n y como motivo para espor¨¢dicos mensajes de advertencia. Las empresas "advertidas" tienen que conjurar en precario tales amenazas, debido a la indefensi¨®n jur¨ªdica que genera una norma estrictamente pol¨ªtica.
El episodio que ha sufrido Sol-Meli¨¢, el segundo que soporta, es una confirmaci¨®n de que lo mejor que puede hacerse con esta ley es suprimirla definitivamente, por el bien de las relaciones comerciales entre Europa y Estados Unidos, y porque es un atropello a la estabilidad econ¨®mica y legal que necesitan las empresas de cualquier pa¨ªs. Est¨¢ m¨¢s que justificado que la delegaci¨®n europea -uno de cuyos integrantes es Javier Solana- que se entrevistar¨¢ hoy con Madeleine Albright exija que la norma deje de aplicarse de una vez por todas a las empresas europeas. Ni su aplicaci¨®n ha supuesto ventajas pol¨ªticas para Estados Unidos, ni ha resuelto el problema de las expropiaciones de Castro, ni ha podido disuadir a los inversores y empresarios de acudir al mercado cubano. Es simplemente un incordio y una tentaci¨®n permanente para el chantaje.
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