Por una UE mejor y m¨¢s grande
Diez a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn, la Uni¨®n Europea puede por fin invitar a los antiguos pa¨ªses comunistas, como hab¨ªa prometido, a convertirse en miembros de la misma. La Comisi¨®n Europea de Romano Prodi ha concebido una estrategia de ampliaci¨®n con visi¨®n de futuro. Sus caracter¨ªsticas son una mayor apertura y flexibilidad en las negociaciones, e incentivos m¨¢s claros para que los aspirantes a miembros se acerquen a los criterios pol¨ªticos, econ¨®micos e institucionales de la UE. Si esto funciona, la Uni¨®n se convertir¨¢ en el mayor ejemplo del mundo de democracia pr¨®spera y de libre mercado.La ampliaci¨®n de la UE no es tarea sencilla. Adaptar las normas de los posibles reci¨¦n llegados a las de la UE lleva tiempo; negociar las condiciones de entrada puede ser endiabladamente complejo; y la propia UE debe reformar sus instituciones para una futura Uni¨®n compuesta quiz¨¢ por 30 miembros.
En el fondo, el altruismo colectivo de la UE hacia el Este ha enmascarado a menudo la b¨²squeda del beneficio nacional. En una Uni¨®n dividida entre contribuyentes netos y beneficiarios netos, la realidad econ¨®mica de la ampliaci¨®n es que permitir¨¢ la entrada a pa¨ªses mucho m¨¢s pobres. O bien los actuales donantes proporcionan una tarta mayor, o bien los actuales receptores se conforman con porciones m¨¢s peque?as. Como cada tratado de adhesi¨®n debe acordarse por unanimidad, es obvio que se puede acabar en un callej¨®n sin salida. Los espa?oles y los irlandeses refunfu?an que no van a permitir que su gente pierda a favor de polacos, h¨²ngaros o letones.
Por eso hasta ahora, al menos sobre el papel, la UE se neg¨® a iniciar conversaciones de ampliaci¨®n con pa¨ªses candidatos mientras no cumpliesen una serie de duros criterios. Aunque uno podr¨ªa ponerse quisquilloso y plantearse si los pa¨ªses con los que se iniciaron las conversaciones en 1998 (Chipre, Rep¨²blica Checa, Estonia, Hungr¨ªa, Polonia y Eslovenia) hab¨ªan superado realmente esos obst¨¢culos, el list¨®n estaba alto. En consecuencia, la perspectiva de entrar en la Uni¨®n proporcionaba pocos incentivos a aquellos pa¨ªses para los que cumplir con las elevadas condiciones no estaba todav¨ªa en las cartas. Pero la falta de progreso en dichos pa¨ªses amenaza con convertir Europa en un continente dividido: la mitad, una fortaleza de los ricos, y la otra mitad, un vol¨¢til caldero de los pobres. La fuerte impresi¨®n causada por las guerras ¨¦tnicas ha contribuido a la idea de utilizar la ampliaci¨®n como zanahoria para atraer a los rezagados hacia la reforma.
La Comisi¨®n de Prodi propone ahora negociar con cualquier pa¨ªs que cumpla con los criterios pol¨ªticos (democracia estable y respeto por los derechos humanos y de las minor¨ªas) y no insistir en el cumplimiento de los dif¨ªciles criterios econ¨®micos (una econom¨ªa de mercado en funcionamiento y preparaci¨®n para soportar la competencia de la UE) como requisito previo para las negociaciones. Como consecuencia de ello, la Comisi¨®n sugiere que se comiencen las negociaciones con otros seis pa¨ªses: Bulgaria, Letonia, Lituania, Malta, Rumania y Eslovaquia. Tambi¨¦n se contempla la posibilidad de futuras negociaciones con otros pa¨ªses de los Balcanes, siempre que solucionen sus disensiones fronterizas, respeten los derechos de las minor¨ªas y establezcan una cooperaci¨®n regional.
Tras relajar los criterios de apertura, la Comisi¨®n propone tambi¨¦n hacer las negociaciones m¨¢s flexibles. Antes, una vez iniciadas las negociaciones, todos los candidatos se manten¨ªan m¨¢s o menos en el mismo nivel, mientras la Uni¨®n segu¨ªa una lista establecida de ¨¢reas (a las que en la jerga de Bruselas se denomina "cap¨ªtulos") que se deb¨ªan negociar con cada candidato. Ahora la Comisi¨®n quiere abrir nuevas ¨¢reas de negociaci¨®n con cualquier pa¨ªs candidato en el momento en que ¨¦ste parezca preparado.
Esta nueva flexibilidad proporciona un incentivo para llevar a cabo una reforma lo m¨¢s r¨¢pida posible, y la Comisi¨®n contempla expl¨ªcitamente una especie de competici¨®n: algunos pa¨ªses pueden alcanzar y adelantar a los anteriores l¨ªderes, que pueden sufrir un retraso si flojean en el esfuerzo. Un inconveniente de esto es que la cooperaci¨®n entre los candidatos puede verse desalentada por la carrera para entrar; esto se podr¨ªa remediar introduciendo incentivos a la cooperaci¨®n en la forma en que la UE proporciona ayuda.
Estos incentivos quiz¨¢ se hagan m¨¢s atractivos con la perspectiva, ofrecida por la Comisi¨®n, de que algunos pa¨ªses entren a formar parte ya en el 2003. Aunque no se garantizan las admisiones anticipadas, dicha fecha supone una presi¨®n para los miembros actuales para completar la reforma interna de las instituciones de la UE. ?stas se crearon para los seis pa¨ªses fundadores y, con la insistencia en la unanimidad respecto a la mayor¨ªa de las cuestiones, son cada vez m¨¢s lentas. Antes de admitir a los nuevos miembros ser¨¢ necesario que se tomen m¨¢s decisiones siguiendo la regla de la mayor¨ªa; de no ser as¨ª, la ampliaci¨®n har¨¢ explotar los programas actuales de la UE. Con 12 candidatos llamando a la puerta y otros en el horizonte, los miembros actuales no pueden demorarse.
Todav¨ªa hay dos cuestiones que la Comisi¨®n, o la UE en general, no ha abordado adecuadamente. En primer lugar, las sociedades poscomunistas, y no s¨®lo los Gobiernos, deben participar en el proceso de ingreso. Hoy en d¨ªa casi toda la ayuda que la UE proporciona a trav¨¦s del programa PHARE pasa por los Gobiernos candidatos o por hom¨®logos residentes en la UE. Esto invita a la corrupci¨®n y a la ineficacia. Las nuevas directrices del PHARE no ofrecen soluci¨®n. Pero las sociedades verdaderamente abiertas exigen instituciones c¨ªvicas activas y sectores privados independientes del Gobierno; por lo tanto, son las sociedades, incluso m¨¢s que los Estados, las que deben cumplir los requisitos. Los programas PHARE deber¨ªan fomentar esto siendo m¨¢s competitivos, estando abiertos a todos aquellos que cumplan los requisitos y, siempre que sea posible, teniendo un alcance regional.
En segundo lugar, aunque la ampliaci¨®n podr¨ªa reforzar la seguridad europea, los pa¨ªses m¨¢s preocupantes siguen muy lejos de cumplir las condiciones necesarias para convertirse en miembros. Esto es especialmente cierto respecto de los Balcanes occidentales, pero tambi¨¦n respecto de pa¨ªses situados al Este y al Sur de la Uni¨®n. Mantener las perspectivas para el ingreso final es importante, pero la UE debe tomar medidas decisivas para que la admisi¨®n sea algo m¨¢s que un espejismo. La Comisi¨®n reconoce la necesidad de establecer una pol¨ªtica provisional, pero sus propuestas siguen siendo vagas. Europa no puede seguir reaccionando a las crisis seg¨²n se van produciendo a lo largo de sus fronteras; debe adoptar una estrategia preventiva y activa. El Pacto de Estabilidad del Sureste de Europa constituye el primer paso, pero resulta poco m¨¢s que un marco vac¨ªo con tres mesas amorfas para la discusi¨®n. La Uni¨®n debe poner algo real sobre la mesa. Ese algo deber¨ªa ser el acceso al mercado ¨²nico europeo y la ayuda para establecer un sistema legal y para construir administraciones eficaces. Dicha pol¨ªtica deber¨ªa atraer al capital privado, fomentar el crecimiento econ¨®mico y ayudar a los pa¨ªses a alcanzar las condiciones para el ingreso.
Porque la crisis de los Balcanes no est¨¢ en absoluto superada. Aislado, Milosevic se aferra al poder en Belgrado; Kosovo no est¨¢ pacificado; la tensi¨®n aumenta en Montenegro. El c¨ªrculo de la violencia s¨®lo se puede romper creando sociedades democr¨¢ticas y abiertas en las que las fronteras y los Gobiernos pierdan importancia. Para conseguirlo ser¨¢n necesarias medidas que exceden la competencia del comisario para la Ampliaci¨®n. Es necesario que el presidente de la Comisi¨®n las explique en detalle y que el Consejo Europeo las apoye en la cumbre que se celebrar¨¢ en diciembre en Helsinki. Los pueblos de Europa Central y del Este ya han esperado tiempo suficiente.
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