F¨²tbol
Que un profesor de Literatura como Francisco Robles se enfunde el chandal literario para pegarle tres regates y un bole¨®n a los t¨®picos del f¨²tbol no deja de conmovernos hasta extremos de levantarnos del sill¨®n y ponernos a hacer la ola. El f¨²tbol en Sevilla es algo m¨¢s que una pasi¨®n y en Espa?a mucho m¨¢s que un best seller, como lo demuestra el hecho de que la informaci¨®n m¨¢s consumida y mejor vendida sea la deportiva. Robles, que por cierto tiene apellido de jugador de f¨²tbol que lo fue del Recreativo de Huelva, ha novelado una historia en torno a esa cosa de inter¨¦s general que ha generado, en los ¨²ltimos a?os, personajes tan literarios y esperp¨¦nticos como los que a todos se nos vienen a la memoria.Sobre este f¨²tbol de personajes esperp¨¦nticos sabemos mucho en Sevilla, en Marbella y en otros predios andaluces. Lo venimos padeciendo como plagas implacables de langostas capaces de devorar cualquier sembrado donde en tiempos creciera la exclusiva flor del f¨²tbol. Son tipos dignos de la novela de los noventa que Robles acaba de finalizar. Son tipos que conforman un bestiario dislocado que llenan p¨¢ginas de peri¨®dicos y revistas en relaci¨®n inversamente proporcional a sus valores personales. A menor catadura moral, mayor proyecci¨®n medi¨¢tica. Este delicioso elenco, que da la impresi¨®n de haberse formado leyendo las obras completas de Frank Nitti y Al Capone, recibe del f¨²tbol algo m¨¢s de lo que le prestan a un atractivo inter¨¦s bancario para mayor gloria de su enfangada reputaci¨®n.
El f¨²tbol est¨¢ como est¨¢ porque tampoco est¨¢n mucho mejor otros escaparates de la sociedad que hemos creado. Hay vivos en el f¨²tbol y en Telef¨®nica. En los campos de lino y entre algunos inspectores de Hacienda. Los muertos se quedan en la carretera de Las Pajanosas. Robles juega en su novela con personajes muy perfilados. Podr¨ªa haber seguido imaginando otras situaciones para su presidente. Por ejemplo, que le gustara las asand¨ªas de Los Palacios, que besara estampitas de santos para que el cielo nos proteja de sus obras y milagros, que regalara su Mercedes a sus gatitas o que se jugara tres kilos en una timba de p¨®ker con otro colega. Es verdad, el f¨²tbol es algo m¨¢s que una pelotita tras la que corren 22 millonarios. Es indefinible. No tiene nombre.
J. F?LIX MACHUCA
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