Incentivos perversos ANT?N COSTAS
Los estudiosos de la conducta est¨¢n de acuerdo en que los incentivos son un poderoso motivador del comportamiento. Nuestros resultados mejoran si tenemos alg¨²n motivo que nos estimule a trabajar m¨¢s y mejor. Pero tambi¨¦n es cierto que un exceso de incentivos puede dar lugar a comportamientos perversos. Viene esto a cuento a ra¨ªz de la alarma social creada por las stock options que se han autoconcedido los directivos de Telef¨®nica. Si la bolsa no se viene abajo -y nada me anima a desearlo-, los 100 de Telef¨®nica, con su presidente a la cabeza, van a sacar una buena tajada. Y si, como es de esperar, esos incentivos se han utilizado tambi¨¦n en otras empresas, como Telef¨®nica Internacional, el beneficio para el financiero Juan Villalonga puede ser ol¨ªmpico.A cualquiera se le queda cara de tonto si compara los ingresos obtenidos despu¨¦s de toda una vida de trabajo con lo que se embolsar¨¢n estos altos ejecutivos en s¨®lo tres a?os. Pero no nos dejemos llevar por la demagogia. Nadie se ha escandalizado por las elevadas plusval¨ªas obtenidas por el propietario de Telepizza al vender sus acciones. ?Por qu¨¦ entonces el repudio a las de Juan Villalonga y su gente? Hay motivos. El primero ha tenido que trabajar duro creando y levantando una empresa en condiciones de fuerte competencia. El segundo ha recibido, gratia e amore, la gesti¨®n de un patrimonio empresarial importante que, por encima, sigue siendo un monopolio. Esos dos rasgos no deben ser ajenos a la reacci¨®n social de rechazo.
El crecimiento de las retribuciones de los altos ejecutivos es un fen¨®meno espectacular en los ¨²ltimos a?os. Los beneficiados argumentan que esos elevados ingresos est¨¢n vinculados a los resultados de las empresas. Pero estudios para Estados Unidos, como los de Kevin Murphy, no encuentran relaci¨®n sensible entre esas dos variables. Entre los componentes b¨¢sicos que forman la retribuci¨®n de los altos ejecutivos -salario base, bonus anual vinculado a resultados contables, opciones sobre acciones de las empresas (stock options) y planes de beneficios extrasalariales-, los que m¨¢s han crecido han sido las opciones. Este crecimiento no se explica por razones de racionalidad econ¨®mica, sino por razones pol¨ªticas y psicol¨®gicas. Cada vez es m¨¢s evidente que los elevados salarios base y los bonus no tienen mucha relaci¨®n con los resultados para los accionistas. De ah¨ª que ahora se utilicen las opciones, aprovechando el alza a largo plazo de la bolsa.
Pero, en cualquier caso, hay que decir que en Estados Unidos y en otros pa¨ªses, las empresas vinculan ese incentivo a los resultados individuales, que el plazo de ejecuci¨®n de las opciones suele ser de 10 a?os, y que el precio de compra se fija cuando las acciones llevan tiempo cotizando en los mercados. El objetivo parece ser el estimular y fidelizar a los altos ejecutivos evitando que se vayan a otras empresas. No parece ser este el caso de Telef¨®nica. En primer lugar, las opciones no est¨¢n vinculadas al resultado de cada ejecutivo. En segundo lugar, el precio de las opciones se fij¨® cuando el mercado pr¨¢cticamente no hab¨ªa comenzado a cotizar las acciones de la empresa privatizada, y por tanto su valor era bajo. En tercer lugar, el plazo de tres a?os para ejercitar esa opci¨®n es demasiado corto como para creer que el objetivo es la fidelizaci¨®n. La imagen que surge de todo esto es que estamos ante una versi¨®n del toma el dinero y corre.
Tengo la impresi¨®n de que hay algo de perversidad en el salario de los altos ejecutivos. En la jerga de sus protagonistas se trata de incentivarlos para "crear valor para el accionista". Pero cuanto m¨¢s vueltas le doy, m¨¢s me reafirmo en que estamos ante incentivos que s¨®lo buscan "crear valor para el directivo". En un pa¨ªs como el nuestro, donde a¨²n hay un fuerte recelo contra las ganancias obtenidas invirtiendo y arriesgando en la bolsa, las stock options de Telef¨®nica son verdadera dinamita para la cultura de mercado. Y, lo que en mi opini¨®n es m¨¢s importante, afectar¨¢n a la legitimizaci¨®n social de las privatizaciones. A ver qui¨¦n sale ahora a defender p¨²blicamente la bondad de las privatizaciones sin que alguien, a la primera, le recuerde el nombre de Juan Villalonga.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.