El campo de los vagones
Un tren abandonado en la frontera con Chechenia sirve de hogar a miles de desplazados
El tren se par¨® a comienzos de octubre en un and¨¦n, cerca de la aldea de Karabylak, a unos diez kil¨®metros de la frontera entre Chechenia y Ingushetia. Las televisiones rusas ya lo hab¨ªan filmado abundantemente, celebrando la rapidez con la cual el ministerio ruso para las Situaciones de Urgencias vino en ayuda de los refugiados chechenos que hu¨ªan de los bombardeos. Un mes m¨¢s tarde, 2.500 personas viven en lo que se llama aqu¨ª el "campamento de los vagones".En los 46 vagones del tren, se instalaron literas rudimentarias y estufas de carb¨®n. Cerca de la v¨ªa, un camino lleno de barro, trazado con el bulldozer, conduce a los aseos, unas planchas colocadas sobre hoyos cavados en el suelo. En el vag¨®n n¨²mero 18, tres mujeres cuidan a una quincena de ni?os, algunos de ellos lactantes. Colchones, mantas y bolsas de pl¨¢stico llenas de b¨¢rtulos invaden el espacio. "Estoy aqu¨ª desde hace dos semanas, con mis cuatro hijos y mi marido", cuenta Ludmila Saieduieva, de 40 a?os. "Hemos huido de Ouros-Martan [tercera ciudad de Chechenia] cuando los primeros bombardeos mataron a diez personas. Luego hemos dormido 15 d¨ªas en un cami¨®n, antes de instalarnos aqu¨ª por causa del fr¨ªo". Ludmila, su cu?ada Leila (que huy¨® de Grozni), y una anciana enferma, hablan de la espera, las provisiones ahora agotadas y la falta de dinero. "?Hasta cuando quedarnos? Aqu¨ª, no podemos lavarnos, no podemos limpiar la ropa de los ni?os, hay que cocinar fuera en fuegos de le?a y pedir el agua a los vecinos del lugar".
El tren no es sino un vasto campamento rudimentario. Cada d¨ªa, Mussa Khassiev viene en cami¨®n para entregar el pan. Mussa abandon¨® Grozni. "Es la tercera vez en siete a?os, por culpa de Yeltsin y de sus bandidos", explica. "Tengo una lista de los refugiados y doy un pan de 600 gramos cada d¨ªa y a cada persona", dice. Mussa asegura que el pan es proporcionado por las autoridades ingushetas. "Los rusos, no est¨¢n por aqu¨ª, y es mejor as¨ª, nadie aqu¨ª tiene ganas de verlos", insiste.
Impaciencia
A su alrededor, los refugiados gritan de impaciencia. "No hay nada, algunos m¨¦dicos pasaron por aqu¨ª, pero no hay medicamentos", dice Ibrahim, de 44 a?os. Una mujer se?ala a los nueve ni?os que ha llevado consigo en su huida y protesta por las pocas provisiones suministradas por las autoridades. "Hemos recibido 300 gramos de az¨²car, 12 latas de conserva, dos botellas de aceite de oliva y cuatro kilos de pan por vag¨®n. ?Para 54 personas! ?C¨®mo vivir con esto?" Su vecina muestra una lata de aceitunas, caducada desde noviembre 1998. "Esta ayuda y sus vagones, no los necesitamos. ?Que nos dejen regresar a nuestra casa, a Chechenia, en lugar de bombardear a nuestros pueblos desde hace dos meses!".Nombrada comandante del campamento por las autoridades de Karabylak, Ludia Latirova vive desde hace diez d¨ªas en el vag¨®n n¨²mero 29. Ella tambi¨¦n huy¨® de Grozni a fines de septiembre, y despu¨¦s vivi¨® varios d¨ªas en s¨®tanos antes de llegar a Ingushetia. "Empezamos desde poco a trabajar en la organizaci¨®n de los campamentos. Las primeras ayudas humanitarias llegaron la semana pasada, pero necesitamos ropa caliente, vajilla, jab¨®n, y m¨¢s comida. Mucha gente huy¨® sin llevarse nada. Est¨¢n muy preocupados, todos dejaron a familiares en Chechenia y se preguntan lo que est¨¢ pasando al otro lado de la frontera".
M¨¢s all¨¢, algunas personas se disponen a regresar a Chechenia. "Sinceramente, creo que la gente no est¨¢ preparada a pasar el invierno aqu¨ª, es demasiado duro", dice Rusian Didigov, que trabaja en el campamento. "Yo tambi¨¦n s¨®lo espero una cosa: regresar a mi ciudad, Grozni. Pero no ir¨¦ si los soldados rusos la ocupan".
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