Creando futuro
En un mundo progresivamente global, fruto de la revoluci¨®n en las comunicaciones, las fronteras entre los pueblos dejan de ser f¨ªsicas para pasar a ser sobre todo culturales. En un mundo que se ha hecho peque?o, las relaciones entre las naciones se tejen ahora en torno a la capacidad de entenderse. Lenguas y culturas comunes son las llaves que abren a los ciudadanos grandes espacios de movilidad e interdependencia.En este nuevo mundo, las naciones iberoamericanas que encaran este fin de semana su IX Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno se encuentran a priori en la mejor situaci¨®n para hacer florecer el legado de la historia. Si durante siglo y medio las enormes distancias que separaban los distintos territorios se alzaron como obst¨¢culos insalvables, la revoluci¨®n en las comunicaciones puede hacernos recuperar en poco tiempo las largas d¨¦cadas perdidas. As¨ª, los 21 pa¨ªses miembros, que comparten no solo lenguas comunes sino tambi¨¦n culturas pol¨ªticas, planteamientos econ¨®micos, sistemas educativos y principios morales, pueden hoy mejor que nunca crear su propia Comunidad. Neutralizados los obst¨¢culos f¨ªsicos (las distancias), s¨®lo depender¨¢ de la capacidad de organizaci¨®n, el que lleguemos a atrapar el futuro. De ah¨ª que las cumbres cumplan un papel importante; est¨¢n llamadas a ser el motor institucional que estructure el llamado Espacio Iberoamericano.
Las cumbres iniciadas en 1991 significan el primer intento serio y continuado desde los procesos de independencia de organizarnos de forma solvente y de aparecer ante los ojos del mundo no como un mont¨®n de naciones fragmentadas, sino como un conjunto coherente. Dotadas del m¨¢ximo peso pol¨ªtico, las cumbres deber¨ªan asumir un claro poder normativo para acercar las pol¨ªticas internas de los 21, adquiriendo una naturaleza equivalente a la de los Consejos europeos, en donde se define el norte y el ritmo de la construcci¨®n comunitaria. Si paulatinamente cont¨¢ramos con normativas similares en los 21, la movilidad e interdependencia de los ciudadanos dentro del conjunto iberoamericano ser¨ªa enorme y fruct¨ªfera. Y existir¨ªa el denominado Espacio Iberoamericano.
Por otra parte, las cumbres est¨¢n en el origen de la creaci¨®n de una red de cooperaci¨®n a 21, entramado que facilita el intercambio de experiencias y conocimientos y que demuestra el grado de compenetraci¨®n entre todas las partes del conjunto. En este terreno lo prioritario es lograr que la dimensi¨®n iberoamericana entre de inmediato en todas aquellas parcelas que significan el futuro; las universidades, las industrias culturales, el dialogo inter-ciudades, la investigaci¨®n y el desarrollo, la gobernabilidad, y as¨ª un largo etc¨¦tera. Y las cumbres deben velar para que no falten ni medios humanos ni recursos econ¨®micos en este empe?o. Bastante se avanz¨® en este sentido en la V Cumbre, en 1995, con la firma en San Carlos de Bariloche del Convenio de Cooperaci¨®n a 21, ¨²nico tratado internacional de estos encuentros y con la aprobaci¨®n de 12 programas de primera magnitud. Algunos de ¨¦stos, como el Ibermedia, en las artes audiovisuales, son hoy ya una realidad. Otros como el Mistral, para la movilidad universitaria, han tenido menos fortuna y han aguardado durante tres a?os sin ¨¦xito a que llegase la hora de su acordado lanzamiento. En general es cierto que poco se ha avanzado en este campo desde 1996, a?os que algunos ya han calificado de "aut¨¦ntico invierno de las cumbres", pero tambi¨¦n es cierto que puestas las bases del sistema (convenio de 1995) todo progreso se hace posible en el futuro.
Y por ¨²ltimo est¨¢ el enorme valor simb¨®lico de las cumbres, con su impacto sobre la escena internacional, tanto por lo que significan de primer aviso serio al exterior de que somos capaces de ahondar en nuestra cohesi¨®n como por el plus de poder que da a cada uno de los pa¨ªses miembros el pertenecer a un nuevo todo solvente. Pertenencia por lo dem¨¢s del todo compatible con la participaci¨®n en otros proyectos de integraci¨®n regional, como nosotros a la UE o Mexico al TLC.
A la hora de pasar balance a casi una d¨¦cada de cumbres, no podemos menospreciar el camino recorrido ni pasar por alto la filosof¨ªa que ha posibilitado su pervivencia: actuar bajo una din¨¢mica constructiva de familia, lo que supone ahondar en todo lo que de com¨²n tenemos y orillar para otros foros las diferencias. S¨®lo as¨ª se pudo organizar en 1991 la I Cumbre con la crisis b¨¦lica en Centroam¨¦rica como tel¨®n de fondo, o saldar con ¨¦xito la IV Cumbre en plena guerra entre Per¨² y Ecuador. Sin falsear la realidad, todo estriba en comprender que es una pena que 400 millones de habitantes que pueden ponerse en contacto y entenderse con extrema facilidad carezcan de identidad pol¨ªtica y de estructura propia dentro de la globalidad. Las cumbres son la v¨ªa para que ¨¦sta exista alg¨²n d¨ªa. Nada mejor que seguir potenci¨¢ndolas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.