Defensa indemnizar¨¢ a la familia de un soldado al que mat¨® un recluta
El Ministerio de Defensa tendr¨¢ que indemnizar con 30 millones de pesetas a los padres de un soldado muerto en un acuartelamiento a causa de un navajazo que le dio un recluta que hab¨ªa sido v¨ªctima de una novatada. El Tribunal Supremo ha considerado responsable civil a Defensa ante la "falta de diligencia" de los mandos del cuartel "en el cumplimiento de sus obligaciones". La sentencia entiende que la seguridad de los establecimientos militares es uno de los principales deberes del mando.
El Tribunal Supremo acepta como probados los hechos establecidos por un jurado de Burgos y que tienen su origen en la llegada del soldado de reemplazo Sergio Alonso P¨¦rez al destacamento de Ibeas de Juarros el 17 de abril de 1997.Al d¨ªa siguiente de su llegada, el soldado fue objeto de una novatada por el veterano S¨¢ul Hernando Pi?ol, quien le orden¨® la limpieza de dos de las camaretas del establecimiento militar. En una de ellas se encontraban cuatro soldados veteranos, con los que Sergio Alonso se fum¨® un porro, sin llegar a consumirlo.
Durante la reuni¨®n se suscit¨® una disputa entre Sergio, Sa¨²l y otro soldado cuando los veteranos instaron al novato a capar su gorra, -cortarle las dos puntas- alegando que s¨®lo los soldados veteranos llevaban gorras con pico.
Ante la negativa del recluta, uno de los veteranos le quit¨® la gorra y le cort¨® las puntas, pese a que Sergio sac¨® a su vez una navaja y amenaz¨® a uno de los veteranos con hacer lo mismo con su gorra.
La discusi¨®n se reanud¨® tras un toque militar, cuando los mismos soldados recriminaron a Sergio que no hubiera respetado la posici¨®n de firmes durante el izado de la bandera. Uno de los veteranos dio entonces al recluta un "cachete o colleja" y le empuj¨® contra la taquilla de la camareta. Al salir al pasillo para ir a formaci¨®n, Sergio y Sa¨²l discutieron nuevamente y llegaron a agarrarse. El recluta abandon¨® la formaci¨®n pese a ser requerido por un cabo para que se reintegrara a ella, y se dirigi¨® a la sala de mandos del destacamento profiriendo amenazas como "voy a pinchar a alguien", "son todos unos cabrones" y "no aguanto m¨¢s en este lugar".
Pu?alada mortal
En la sala de mandos cont¨® a dos sargentos que le hab¨ªan capado la gorra. Uno de los suboficiales condujo entonces al recluta y a los veteranos al despacho de capit¨¢n para aclarar los hechos. Cuando esperaban en un pasillo a ser recibidos, Sergio Alonso "se abalanz¨® sobre Sa¨²l Hernando, empujando al sargento que se interpon¨ªa en su camino" y asest¨® a aqu¨¦l una pu?alada con la navaja "que llevaba previamente abierta y oculta entre sus ropas". El homicida fue reducido por el sargento, pero ya era tarde. La navaja penetr¨® en la cavidad tor¨¢cica y ocasion¨® el fallecimiento de Sa¨²l Hernando.El tribunal del jurado de Burgos emiti¨® un veredicto de culpabilidad y Sergio Alonso fue condenado a 11 a?os de prisi¨®n por un delito de homicidio, y a indemnizar a los padres de Sa¨²l Hernando con 30 millones de pesetas, cantidad de la que fue declarado responsable civil subsidiario el Ministerio de Defensa.
Sin embargo, esta responsabilidad subsidiaria fue revocada despu¨¦s por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y Le¨®n. Ahora, el Tribunal Supremo ha anulado a su vez esta ¨²ltima sentencia y ha confirmado la dictada por el jurado de Burgos.
La sentencia del Supremo, de la que ha sido ponente el presidente de la Sala de lo Penal, Luis Rom¨¢n Puerta, establece que en los hechos se puede advertir, al menos, "una falta de la diligencia exigible en el cumplimiento de sus obligaciones por parte de los mandos, especialmente los inferiores, del establecimiento militar", por lo que declara responsable civil subsidiaria a Defensa.
Seg¨²n la sentencia, "no responde a un funcionamiento normal de las actividades" deun establecimiento militar que sean los soldados veteranos los que den ¨®rdenes a los otros soldados, o permitir que durante el desarrollo del servicio los soldados puedan consumir cualquier tipo de drogas; ni tampoco "tolerar las t¨ªpicas y a veces, temidas novatadas", ni las amenazas con exhibici¨®n de armas blancas por parte de unos soldados a otros, o que los mismos lleguen a las manos; ni que un soldado abandone la formaci¨®n pese a los requerimientos de un cabo.
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