Pinochet y las razones humanitarias
La invocaci¨®n de razones humanitarias para librar a Pinochet de ser juzgado, y eventualmente condenado por cr¨ªmenes contra la humanidad, ha vuelto a tomar actualidad. El ministro del Interior brit¨¢nico estar¨ªa estudiando la solicitud del Gobierno chileno para que se libere a Pinochet por motivos de salud. A tenor de estas informaciones, el Ej¨¦rcito chileno, ahora, apoya expl¨ªcitamente esta "salida humanitaria" y rechaza radicalmente el regreso a Chile de su ex comandante si ello implica juzgarle, v¨ªa que pretende abrir el magistrado Juan Guzm¨¢n. Es decir, los milicos chilenos ni lo desean extraditado a Espa?a ni esposado ante un juez de su pa¨ªs; lo quieren en Santiago de Chile, bajando la escalerilla del avi¨®n y, con las manos libres, saludando victorioso a sus seguidores.Mucho han cambiado las cosas desde que comenz¨® el proceso a Pinochet. Es posible que los informes m¨¦dicos revelen que su salud ha empeorado desde que lleg¨® al Reino Unido. En cierto modo, a Londres no lleg¨® un enfermo anciano -aunque ahora lo sea con m¨¢s realidad-, sino un senador vitalicio, ense?oreado por su amistad con la se?ora Thatcher. Probablemente aprovechar¨ªa tambi¨¦n su visita a Londres para hacer negocios de armas, ya que, conforme ha revelado Peter Kornbluh con documentos del Consejo Nacional de Seguridad de EE UU en la mano, Pinochet es un experto en compatibilizar asuntos: cuando vino al funeral de Franco aprovech¨® el viaje para mantener reuniones con terroristas.
S¨ª, mucho han cambiado las cosas. Fundamentalmente para que la justicia no se estrelle de bruces contra el muro de las fronteras pol¨ªticas. Excepto los fiscales de Aznar, Cardenal y Fungairi?o, se baten en retirada quienes defendieron con argumentos jur¨ªdicos y pol¨ªticos la imposibilidad de procesar a Pinochet.
Es evidente, y ser¨ªa injusto no evidenciarlo, que entre las personas e instituciones contrarias a procesar a Pinochet hay m¨²ltiples diferencias, pero tambi¨¦n puede afirmarse que hay una nota com¨²n: todos creen conocer el mundo mejor que los dem¨¢s mortales. Dicho de otro modo, desconocen que los tiempos est¨¢n cambiando, y que el signo de los cambios es una renovada conciencia de pertenencia a la humanidad, en la que el factor humano es la piedra de toque de la econom¨ªa, de la pol¨ªtica y tambi¨¦n de la justicia. Esta conciencia se est¨¢ abriendo paso por encima de fronteras, Estados, naciones, nacionalidades y otros corralillos en los que dividimos al planeta.
Esa verdad se est¨¢ abriendo paso tambi¨¦n en el caso Pinochet. Y por eso ahora hasta sus abogados f¨ªan la suerte de su patrocinado a que el ministro brit¨¢nico tome una decisi¨®n, basada en el factor humano, que lo libre de un juicio para el que no estar¨ªa en condiciones de salud id¨®neas.
S¨ª, hasta ah¨ª ha llegado el cambio desde que Garz¨®n nos dio la alegr¨ªa de proceder contra Pinochet. Quienes se escandalizaron con el proceso judicial afirmando que no era sino una venganza pol¨ªtica han mostrado tener pocas razones jur¨ªdicas que invocar y est¨¢n a la espera de una decisi¨®n pol¨ªtica, en base a argumentos humanitarios, para librar a Pinochet de la justicia.
Que hayan retrocedido hasta este punto no es sino una manifestaci¨®n m¨¢s de que Pinochet fue y es un militar traidor, y el s¨ªmbolo de una pol¨ªtica cobarde. Traicion¨® a Allende y a su pa¨ªs, de mano de la CIA, para implantar un r¨¦gimen pol¨ªtico que asesin¨®, tortur¨® e hizo desaparecer a miles de compatriotas inermes. Ahora, emplazado por la justicia, f¨ªa su suerte al triunfo de una decisi¨®n basada en motivos a los que ¨¦l nunca prest¨® audiencia.
El evidente cinismo de esta paradoja no excluye que en el caso Pinochet tengan vigencia las razones humanitarias. La cuesti¨®n no radica en destacar ese cinismo de los pinochetistas, sino en revelar las razones humanitarias por las que Pinochet debe sentarse en el banquillo.
El proceso a Pinochet no es la continuaci¨®n de la pol¨ªtica por otros medios. En cierto modo, es un reflejo de la incapacidad de la pol¨ªtica chilena para hacer justicia a las personas que tomaron una opci¨®n pol¨ªtica por razones humanitarias y acabaron siendo v¨ªctimas del terrorismo de Pinochet.
El proceso a Pinochet refleja la presencia de ese factor humano en la justicia, que se ha abierto paso por los intersticios de un Derecho Internacional que permiten no dejar impunes los cr¨ªmenes contra la humanidad.
Enjuiciar a Pinochet ser¨¢, est¨¢ siendo, un acto de justicia que quiz¨¢ sea evitado por un acto pol¨ªtico: la decisi¨®n del ministro Straw de devolverlo a Chile por razones humanitarias. A este ministro se ha dirigido el obispo de Canterbury pidi¨¦ndole que preste "atenci¨®n a los aspectos personales del caso y muestre compasi¨®n"; deber¨ªa estar claro que los aspectos personales del caso no son s¨®lo ni fundamentalmente los referidos a Pinochet. Hay muchos, miles, de aspectos personales que implican a sus v¨ªctimas. El ministro brit¨¢nico deber¨ªa atender los aspectos personales del caso como le aconseja el arzobispo y revivir en la motivaci¨®n de su decisi¨®n la memoria de los miles de asesinados y desaparecidos que produjo el genocida que ahora en Londres se rodea de estampas de la Virgen para impresionar a c¨¢ndidos televidentes.
En cuanto a la compasi¨®n que reclama el arzobispo: ?c¨®mo se podr¨ªa considerar una desgracia el sentar en el banquillo a Pinochet y sentir ternura por el dictador cuando tal hecho ser¨ªa la primera oportunidad de defensa para sus v¨ªctimas? ?C¨®mo quiere el arzobispo que padezcamos con Pinochet, que le compadezcamos, si no ha mostrado el m¨ªnimo arrepentimiento por sus cr¨ªmenes?
El l¨ªder anglicano tambi¨¦n apoya su petici¨®n en un argumento pol¨ªtico: el dictador habr¨ªa propiciado el regreso de la democracia a Chile. ?Acaso no habr¨ªa que considerar que la impunidad o la inmunidad del senador vitalicio y su falta de arrepentimiento -que enardece y da fuerzas a sus activos seguidores- es un factor que frena la democracia en Chile?
Straw es un pol¨ªtico, y la suya ser¨¢ una decisi¨®n pol¨ªtica. La medida de su acierto no depender¨¢ s¨®lo de los informes m¨¦dicos. El fiel de la medida ser¨¢, sobre todo, que no se defrauden las expectativas de justicia de aquellos chilenos que pudieron verse reflejados en el articulo A la espera, que el escritor Ariel Dorfman public¨® en este diario (11 de marzo de 1999). "Me gusta conjeturarlo rodeado de los fantasmas de los hombres y mujeres que mand¨® matar... hace 25 a?os. Me estoy preparando para este juicio, hace 25 a?os que sue?o con esta posibilidad", dec¨ªa; para concluir que la tarea pendiente que Chile debe a la historia es la de "enfrentar al tirano en nuestra conciencia, en la corte interior de cada chileno".
Nada deja entrever hasta el presente que Pinochet se haya emplazado ante el tribunal de su propia conciencia. Todo lo que se haga desde el humanitarismo debe servir, no para que se confiese culpable -all¨¢ ¨¦l con su conciencia-, sino para que el caso Pinochet sea un paso hist¨®rico en el triunfo del factor humano en la pol¨ªtica y en la justicia.
M¨¢s que nunca, un pol¨ªtico como el ministro laborista Straw habr¨¢ de valorar las consecuencias de sus decisiones. Estamos a la espera muchas personas en todo el mundo. Somos millones los que deseamos que el factor humano prime sobre las conveniencias politicas o electorales del Gobierno brit¨¢nico, del espa?ol o del chileno.
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