"La soledad es preferible a todo"
En la casa de Paul Bowles, en T¨¢nger, siempre hab¨ªa una luz de penumbra. ?l fumaba quif y miraba al horizonte imposible de sus ventanas; ten¨ªa los ojos afectados por el tiempo y parec¨ªa que lloraba; a veces sonre¨ªa, muy d¨¦bilmente, y recordaba sin pasi¨®n la vida anterior. La m¨²sica era su principal compa?¨ªa, y cierta nostalgia de la juventud que ya estaba en los retratos. En esa atm¨®sfera transcurrieron algunas conversaciones, de las que la presente entrevista, realizada en 1995, es s¨®lo un extracto.Pregunta. ?C¨®mo encontr¨® usted esta parte del mundo cuando vino por primera vez hace 63 a?os?
Respuesta. Hace de eso tanto tiempo. En cierto sentido fue como pasar a otro siglo. Tuve la impresi¨®n de retroceder. Era como si hubiera llegado a la Edad Media. Lo encontr¨¦ maravilloso, me gustaban la naturaleza, los p¨¢jaros, la nieve. Todo parec¨ªa ser diez veces m¨¢s chico que ahora, con la explosi¨®n demogr¨¢fica. Incluso resultaba dif¨ªcil encontrar un taxi. Hab¨ªa carruajes tirados a caballo. Era hermoso, y tambi¨¦n era hermoso el sonido de los cascos sobre el pavimento . Por supuesto que todo era muy diferente a Nueva York. Se pod¨ªa comprar pr¨¢cticamente cualquier cosa, porque llegaba de todo y de todo el mundo. Se andaba mucho en bicicleta. Los hombres usaban trajes estrechos, de colores. Si un americano ten¨ªa problemas con la polic¨ªa ten¨ªa que ser juzgado solamente por sus pares, por otro americano. Eso nos daba mucha libertad, por cierto. Una vez vi a un americano que conduc¨ªa muy r¨¢pido, lo par¨® un polic¨ªa, lo amonest¨® y el americano le dio una cachetada. Pas¨® la noche en la c¨¢rcel, pero no fue m¨¢s all¨¢ la polic¨ªa, porque sab¨ªa que no pod¨ªa hacer nada. No creo que fuera una situaci¨®n agradable, pero era t¨ªpica de la ¨¦poca colonial. Aunque no era una verdadera colonia, nadie se atrev¨ªa a decir nada. Estaban totalmente dominados por la ley francesa, especialmente en T¨¢nger. Ahora, las calles ya no son privadas y se puede andar por ellas pr¨¢cticamente seguro. Pero antes la gente no pod¨ªa cometer un crimen y escapar, porque las calles se cerraban completamente. La polic¨ªa las controlaba, discriminaba las costumbres. La ley era terrible. Y no se pod¨ªa pasar a Espa?a para escapar... Ahora, T¨¢nger es una gran ciudad, lo que siempre es mejor que un pueblito, al menos para m¨ª. Antes, aqu¨ª, las mujeres s¨®lo sal¨ªan tres veces de la casa: al nacer, al casarse y al morirse. S¨®lo tres veces. Siempre pod¨ªan ir a la azotea, y si lo hac¨ªan pod¨ªan causar esc¨¢ndalo... Y hoy las costumbres son similares, aunque nunca result¨® escandaloso ver a una europea en la calle... Algo han cambiado las costumbres: al fin y al cabo, desde que yo vine, ya ha pasado casi un siglo.
P. ?Cu¨¢l es su percepci¨®n de los cambios sociales que ha habido en esta parte del mundo? En Espa?a se tiene la percepci¨®n de que cada vez hay m¨¢s fundamentalismo. ?Usted qu¨¦ opina?
R. Bueno, no es mi cruzada y no me toca en nada. Pero me preocupa. Y la vuelta al fanatismo, al integrismo, es algo pol¨ªtico, y no religioso. Es la gente menos religiosa que yo haya conocido nunca. Los fundamentalistas insisten en que no son europeos, que no son cristianos y que no quieren serlo. Y que no quieren ni pensarlo. En aquella ¨¦poca, me produc¨ªan curiosidad y quer¨ªa conocerlos mejor. Y ellos me curioseaban porque yo era norteamericano. Pero ahora es todo lo contrario. Ya han visto tantos, demasiados. Ya no les interesamos. Se consideran otra parte del mundo, porque no sab¨ªan c¨®mo era el mundo, que para ellos era lo meramente local. Ni se les ocurr¨ªa estar contra los cristianos. No ten¨ªan ni idea de c¨®mo era el mundo.
P. ?El ensimismamiento que tienen es religioso, sociol¨®gico o econ¨®mico?
R. Por supuesto que no es religioso, aunque hablen en t¨¦rminos religiosos, ni tampoco econ¨®mico. Es meramente pol¨ªtico. Quieren poder. Pero no s¨®lo aqu¨ª, lo quieren para el mundo entero. Sienten que les han quitado el poder y quieren recuperarlo por cualquier medio.
P. ?Cree que el peligro fundamentalista puede salir de Argelia y llegar a Marruecos, a los pa¨ªses del Magreb?
R. Esa posibilidad existe. Pero el Gobierno considera que Argelia es enemiga. Ellos creen que eso de Dios es un invento jud¨ªo. Ni siquiera creen que EE UU enviara un hombre a la Luna. S¨®lo creen en el Cor¨¢n, que toca todos los temas sin exclusi¨®n. No les gusta preguntarse c¨®mo y por qu¨¦, como nos pasa a nosotros. Pero no creo que se vuelvan cada vez m¨¢s introvertidos. Ni segregacionistas. Al menos, no los que tienen cierto nivel de educaci¨®n. Porque una vez iniciada la educaci¨®n es imposible frenarla. Hoy en d¨ªa, Marruecos est¨¢ completamente occidentalizado e infiltrado y es cada vez m¨¢s europeo. Y quieren ser europeos.
P. Bowles: su vida est¨¢ signada por la amistad, ha hecho amigos por todo el mundo...
R. ?Qu¨¦ es la amistad? La posibilidad de estar con gente que no me desagrada, pero no hay que preguntarme ni sobre la amistad ni sobre el amor. Porque no s¨¦ exactamente lo que significan. Tengo una idea aproximada de lo que quiere decir para la gente, pero es dif¨ªcil. Es una cuesti¨®n que no puedo, no puedo contestar. ?Qu¨¦ representa la amistad para m¨ª? Es una clase de pregunta que no tiene respuesta.
P. Usted dice en su libro Palabras ingratas que a veces es preferible la soledad al abatimiento que produce el contacto con la gente que est¨¢ demasiado pr¨®xima. Dice tambi¨¦n que es preferible vivir a 20 millas de las personas que conoce uno, por si acaso su presencia produce abatimiento, y que es preferible a veces la soledad a sentir ese abatimiento.
R. S¨ª, en general, yo creo que la soledad es preferible a todo. Porque es pura. La amistad (evito la palabra amor), el conocimiento de la gente, no es puro. Forma parte de la vida humana. Es necesario conocer a la gente, pero si usted me pregunta qu¨¦ quiere decir la amistad, eso no tiene contestaci¨®n.
P. En sus libros se advierte preocupaci¨®n por los amigos, por su salud y por su lejan¨ªa, por el porvenir de los viajes ajenos, por los padres...
R. Todo es ficci¨®n. Las personas de que hablo son inventadas, las situaciones son completamente inventadas.
P. ?Y la invenci¨®n no est¨¢ en la realidad? ?No es la verdadera realidad?
R. Yo creo que hay una frontera entre las dos cosas. Ahora, yo s¨¦, los novelistas est¨¢n tratando de mezclar ficci¨®n y realidad. Yo estoy contra eso. ?D¨®nde est¨¢ la realidad? La realidad del lector no es la realidad del escritor. Son dos mundos muy aparte.
P. Es como lo que usted dice del sue?o. Que es imposible contar el sue?o de verdad, que la gente siempre inventa sobre el sue?o.
R. S¨ª, yo creo que eso es verdad. Es muy dif¨ªcil contar un sue?o. Porque el sue?o es una serie de im¨¢genes est¨¢ticas. Y el hombre dice: "Entonces me encontr¨¦ en un corredor y vi el mar...". No es as¨ª. Estaba en el corredor y despu¨¦s hab¨ªa el mar. Es el sue?o. Pero cont¨¢ndolo hay que contarlo como si fuera una narraci¨®n. El sue?o es la cosa m¨¢s personal e interior que existe.
P. ?Como el amor?
R. El amor, ?qu¨¦ es el amor? Ya le dije que no s¨¦.
P. Ya s¨¦, pero yo quer¨ªa pincharle por ah¨ª.
R. Si quiere emplear la palabra "amor" y la palabra "alma", y ahora "sue?o", digamos que el alma no existe; el amor, s¨ª, tal vez; el sue?o, seguramente.
P. Usted dijo ayer, en un momento determinado de la conversaci¨®n: "Yo fui m¨²sico". ?Por qu¨¦ lo dice en pasado?
R. Porque me ganaba la vida escribiendo m¨²sica. Ahora puedo decir: "Soy autor, soy escritor". Pero todav¨ªa soy m¨²sico. S¨ª, hice una gran partitura la primavera pasada. S¨ª. Bueno, a veces digo tambi¨¦n "cuando estuve vivo".
Babelia
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