Bobos y mudos
Dumb Type, que en ingl¨¦s puede significar est¨²pido, o mudo, o pieza sin voz, es un grupo japon¨¦s que ha participado en el Festival de Oto?o 1999, presentando hace unos d¨ªas su obra MemoRandom en el teatro Alb¨¦niz. La compa?¨ªa, fundada en Jap¨®n en 1984 por un grupo de estudiantes de distintas secciones de la Escuela de Arte de Kioto, agrupa a arquitectos, ingenieros de sonido, videoartistas, bailarines, m¨²sicos e inform¨¢ticos. Yo casi nunca voy al teatro porque suelo declarar con mucha convicci¨®n que no me gusta. Personas cuyos criterios comparto me han asegurado repetidas veces que mi problema con el teatro es que no he asistido a buenos espect¨¢culos, porque en Espa?a no se ha producido una evoluci¨®n teatral interesante. As¨ª que yo he seguido esforz¨¢ndome de vez en cuando por descubrir esa fascinaci¨®n que transmite a tanta gente la interpretaci¨®n en directo. Y casi siempre he salido de la sala exasperada de imposturas, ensordecida de di¨¢logos toscos, aburrida de textos obvios, bastante avergonzada de esos rudos pasos que marcan los actores sobre el escenario y que levantan un poquito de polvo. Realmente, creo que del teatro convencional no soporto la circunstacialidad.S¨®lo algunos espect¨¢culos de La Fura dels Baus me han hecho disfrutar de una visi¨®n distinta del tiempo y del espacio de la escena, de una lectura distinta del texto (o sea, de un punto de vista diferente sobre el mundo), de una posici¨®n de espectadora menos somnolienta. Pero a m¨ª lo interactivo en sentido estricto tampoco acaba de convencerme: me refiero a esto de tener que salir corriendo a empujones entre el p¨²blico para que un actor muy simb¨®lico no te abrase con una tea o a estar con cien ojos dando vueltas trescientos sesenta grados para no ser aplastada por una gr¨²a muy industrial. En fin, que siempre me ha atra¨ªdo la radicalidad, la sinceridad violenta de La Fura, pero he echado en falta cierta iron¨ªa, cierto sentido del humor, el sentido de una belleza m¨¢s amable. Y la comodidad y el morbo voyeur de ser aut¨¦ntica espectadora, que es la de poder sentarte tranquilamente y que el espect¨¢culo sea interactivo porque lo que se presenta ante tus ojos se hace con tu mirada y tu atenci¨®n y te hace sentir y pensar.
Los Dumb Type me parecieron grandes artistas porque, apenas sin palabras, presentaron un discurso brillante de inteligencia y con una intenci¨®n de belleza sutil e incontestable, una inteligencia y una belleza con un grado mayor de evoluci¨®n. Con la tecnolog¨ªa como soporte, los japoneses hablaron con nosotros acerca del tiempo, de la memoria y el azar, de la infancia, de la identidad humana, del amor, de la identidad de las m¨¢quinas, a trav¨¦s de la imagen, del sonido, de la luz, y de unos personajes que se mov¨ªan sobre el escenario confundi¨¦ndose con lo que se proyectaba (como nos confundimos todos con el paisaje), extrayendo de s¨ª la propia sombra para comprenderse mejor (para ver lo otro dif¨ªcil de percibir que tambi¨¦n somos), usando el baile como un tratamiento del texto que es el cuerpo.
MemoRandom me pareci¨® un poema audiovisual porque me record¨® unos versos del poeta Juan Carlos Su?¨¦n, que para m¨ª definen (si eso fuera posible) lo que es la esencia de la poes¨ªa: "Viene a decirte s¨®lo lo que es cierto:/ que aquello que es velado/ anda por todas partes/ como la joven muerte". Y no es de extra?ar que el teatro sea poes¨ªa, pues ya lo era antes de la confusi¨®n de los g¨¦neros; lo que puede resultar m¨¢s sorprendente, y ha hecho posible que yo me reconcilie con el teatro, es el hecho de que los responsables de "creaci¨®n visual" de la pieza, los responsables de su "creaci¨®n sonora" y los bailarines e int¨¦rpretes sean arquitectos, t¨¦cnicos, m¨²sicos, inform¨¢ticos: poetas y dramaturgos de nuestra era. Precisamente, el pasado septiembre se estren¨® en el Spiral Hall de Tokio la primera ¨®pera de Ryuichi Sakamoto, cuya direcci¨®n art¨ªstica ha estado a cargo de Shiro Takatani, uno de estos dumb, uno de estos tontos que con tanta lucidez son capaces de mirar, uno de estos sordomudos que con tanta finura pueden o¨ªr el mundo y con tanta belleza nos lo saben contar.
Y lo contaron con esas suaves sonrisas orientales como las que exhiben esos japoneses de los que nos re¨ªmos tanto por el Prado, esos de la c¨¢mara que nos parecen bobos, que nos visitan perplejos y mudos. Y eso que no van a nuestros teatros.
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