Shanghai es s¨®lo un abanico
Rom¨¢n Gubern y Pere Gimferrer, autores de sendos libros sobre cine, hablan de la relaci¨®n entre el s¨¦ptimo arte y la literatura
El azar ha reunido dos libros de Pere Gimferrer y Rom¨¢n Gubern que tienen la sustancia com¨²n del sue?o. Van de cine. El primero es una reedici¨®n, que publica Seix Barral, de Cine y literatura, una colecci¨®n de ensayos que pasa por ser uno de los libros m¨¢s finos y agudos del poeta. El otro es Proyector de luna, que edita Anagrama, estudio minucioso sobre la generaci¨®n espa?ola del 27 y el cine, que toma la bella met¨¢fora con que C¨¦sar Arconada, en su biograf¨ªa Vida de Greta Garbo, sintetizaba el encuentro entre la poes¨ªa y la m¨¢quina.Este azar editorial ha sido un buen pretexto para organizar una conversaci¨®n entre los dos escritores, con el cine y la literatura como santo y se?a.
Pregunta. Si les parece, podemos empezar por una de las caracter¨ªsticas m¨¢s vistosas de esta relaci¨®n: el hecho de que con literatura mediocre salgan grandes pel¨ªculas y con gran literatura mediocres pel¨ªculas.
Rom¨¢n Gubern. En efecto, ¨¦sta es la prueba m¨¢s evidente de la especificidad de los dos lenguajes y de la imposibilidad de la transcodificaci¨®n a partir de un cierto nivel. Guerra y paz es una obra maestra de la literatura y...
Pere Gimferrer. Y La dama de Shangai una obra maestra del cine, realizada a partir de un texto estramb¨®tico.
R. G. El Potemkin nunca funcionar¨ªa como texto literario. No, los trasvases no van.
P. G. En los dos sentidos. Las novelizaciones de pel¨ªculas tampoco han dado resultados.
R. G. Hay un aspecto clave: el tratamiento diverso con que el cine y la literatura afrontan el tiempo y el espacio. Hace poco V¨ªctor Erice me explicaba los problemas que ha tenido con el productor Andr¨¦s Vicente G¨®mez respecto de la adaptaci¨®n, que no har¨¢ finalment, de la novela El embrujo de Shanghai, de Juan Mars¨¦. Hablaba de Shanghai, de la ciudad de Shanghai, y dec¨ªa: "Es que no hay que ir a filmar a Shanghai. Shanghai es s¨®lo un abanico". En esta frase y en lo que la frase rechaza, es decir, la posibilidad de filmar parte de la novela de Mars¨¦ en Shanghai, est¨¢n contenidos muchos de los problemas de esta relaci¨®n entre cine y literatura. Problemas complejos. El abanico de Erice ilustra su vocaci¨®n minimalista, que lo emparenta con Ozu.
P. G. Y con Oliveira...
R. G. Y que los productores no siempre comprenden.
Pregunta. El hecho de que un p¨²blico culto acepte emocionado historias que no se tragar¨ªa le¨ªdas, ?qu¨¦ indica: ?la autonom¨ªa de los lenguajes, la menor exigencia respecto del cine, el car¨¢cter hipn¨®tico de ¨¦ste?
R. G. Esto de la hipnosis ya lo dec¨ªan los curas de los a?os cuarenta a la hora de prohibir determinades escenas. Nunca se debe menospreciar lo que dicen los curas.
P. G. Yo no estoy seguro de que ¨¦sta sea la raz¨®n. Lo que explica la actitud de los curas es la falta de homogeneidad, en la ¨¦poca, entre lo que se pod¨ªa decir y lo que se pod¨ªa mostrar. M¨¢s bien eso.
R. G. Tambi¨¦n. Tienes raz¨®n.
P. G. Creo que la recepci¨®n del cine est¨¢ mucho m¨¢s pr¨®xima a la de la poes¨ªa o la del teatro. El cine no tiene tanto que ver con la narrativa como a veces se cree.
R. G. Y cada vez menos. Hay una evidente contaminaci¨®n de la ret¨®rica cinematogr¨¢fica por parte del videoclip, de la est¨¦tica y el lenguaje del videoclip.
P. G. Esto ya lo prob¨® Claude Lelouch con el scoppitone, aquella especie de juke box de im¨¢genes, de comienzos de los sesenta. Pon¨ªas una moneda y ve¨ªas tres minutos de im¨¢genes.
Pregunta. ?Funcion¨® esto en Espa?a?
P. G. Poco, poco, pero me parece que alg¨²n artefacto de esos s¨ª que lleg¨® a haber. Era muy curioso.
R. G. Las im¨¢genes digitales, su facilidad, pueden resultar amenazadoras. Al principio todo este onirismo que provocaban ten¨ªa cierta gracia. Pero la verdad es que se acaba uno hartando. Yo les digo a mis alumnos que cuando todo es posible ya nada asombra. Greimas utilizaba en semi¨®tica el concepto de veridicci¨®n, que puede aplicarse al cine, para referirnos a las diferencias entre una pel¨ªcula normal y los dibujos animados. Cuando el espectador ve un hombre y una mujer bes¨¢ndose, sabe que de alguna manera se ha producido una interrelaci¨®n verdadera entre los dos cuerpos, sabe que ha habido una acci¨®n. Con los dibujos animados, o la animaci¨®n digital, no se da la veridicci¨®n. Y alguna relaci¨®n debe de haber entre veridicci¨®n y seducci¨®n.
Pregunta. Usted, Gubern, describe en su libro un idilio memorable: el de la vanguardia po¨¦tica espa?ola con el cine. Pero fue corto. ?Les parece que en t¨¦rminos generales contin¨²a la indiferencia cinematogr¨¢fica de los intelectuales espa?oles?
P. G. El cine no es un referente cultural para la mayor¨ªa de los espa?oles. Est¨¢ claro.
R. G. Y tampoco para los espa?oles m¨¢s o menos dedicados a oficios intelectuales. Siempre recuerdo a Barral, tan fino para otras cosas, y a quien el cine le importaba un pito.
P. G. En cambio, a Jaime Gil de de Biedma le gustaba mucho. Hay otras excepciones. Delibes, que hasta trabaj¨® en el cine. Hizo los di¨¢logos de Doctor Zhivago: debe de ser la ¨²nica pel¨ªcula doblada al espa?ol donde en vez de decir pas¨® desapercibido se dice pas¨® inadvertido.
R. G. ?E hizo de extra en Mr. Arkadin!
Pregunta. Debe de haber algunas razones que expliquen el desinter¨¦s espa?ol por el cine.
P. G. La primera, la ense?anza. No ha existido nunca una asignatura de historia del cine, como tampoco de historia de la m¨²sica. La segunda podr¨ªa ser la tarea guadianesca de las filmotecas y el fracaso de la pol¨ªtica de cine-clubes durante el franquismo. Despu¨¦s, yo creo que en la transici¨®n hubo un cierto mare m¨¢gnum cinematogr¨¢fico, que confundi¨® a la gente sobre la calidad real de muchas pel¨ªculas y que acab¨® por tener un cierto efecto disuasorio.
Pregunta. ?Y para el cine, para los profesionales del cine, cuenta la literatura?
R. G. No. Azcona. S¨®lo Azcona. Fuera de ¨¦l, no hay mayor inter¨¦s literario en el cine espa?ol. La incultura literaria de los j¨®venes valores es absoluta.
P. G. Pasa en todas partes. Los referentes de los j¨®venes americanos tampoco son literarios.
Pregunta. ?Van ustedes al cine?
R. G. Yo s¨ª.
P. G. Yo no. Hago como la inmensa mayor¨ªa de la gente. S¨®lo veo pel¨ªculas por v¨ªdeo. Tambi¨¦n voy a la Filmoteca, poco, y a alg¨²n cine donde de cuando en cuando pasan viejas pel¨ªculas que me interesan, como los M¨¦li¨¨s de Barcelona.
R. G. Breton tiene una frase estupenda para estos casos: "Il y a un ?ge pour le cinema, et ce ?ge passe".
P. G. Es cierto. En el cine s¨®lo cuenta lo que uno vio hasta los 30 o los 35 a?os.
R. G. Lo que ahora me excita m¨¢s son las pel¨ªculas no occidentales. El cine iran¨ª, el egipcio. Y Oliveira.
P. G. Y Oliveira.
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