Tabares

Si s¨®lo puede haber preguntas donde hay respuestas, que dec¨ªa aquel l¨®gico, huelga esta columna puesto que en el extra?o caso de los avales del Ivex y la imputaci¨®n de responsabilidad a quien precipitadamente se dio en paradero desconocido no existen, por el momento, m¨¢s que interrogantes sin respuesta. Al menos sin respuestas que no sean un atropello a la raz¨®n. Comenzando precisamente por su proclamada desaparici¨®n cuando incluso en el departamento de la Facultad de Ciencias Econ¨®micas donde ven¨ªa impartiendo, como profesor asociado, docencia de comercio internacional conoc¨ªan desde primeros de septiembre su intenci¨®n de ausentarse a Jap¨®n unos meses para seguir unos cursos de doctorado, lo cual parece ser corroborado por los hechos.Por otra parte, una cosa es que la administraci¨®n -en claro reconocimiento de que su funcionamiento y normativa no son un modelo de eficiencia- cree organismos aut¨®nomos y empresas p¨²blicas para el desarrollo de aquellas actividades que requieran un mayor agilidad en la gesti¨®n o un personal altamente especializado no disponible por la v¨ªa funcionarial y que estos entes se sujeten al derecho privado en sus actuaciones. Y otra muy diferente es que esto suponga una relajaci¨®n total de los necesarios controles. En el ¨¢mbito puramente administrativo es inconcebible cualquier operaci¨®n de car¨¢cter econ¨®mico sin que se requiera la firma mancomunada de diversos responsables y no parece que la agilidad en la gesti¨®n deba estar re?ida con las m¨ªnimas precauciones cuando se trata del dinero de todos, m¨¢xime cuando las empresas p¨²blicas se rigen por reducidos consejos de administraci¨®n, f¨¢cilmente convocables. Los plenos poderes de que al parecer dispon¨ªa Tabares como director del Ivex no son pues ajenos a este conflicto. La falta de diligencia del consejo, corresponsable de la gesti¨®n, al que se supone conocedor de las se?ales de alarma emitidas desde la Sindicatura de Cuentas a partir de 1997, tampoco. Sin olvidar que las empresas p¨²blicas puede prestar avales, "dentro del l¨ªmite m¨¢ximo fijado con esta finalidad por la Ley de Presupuestos" y de acuerdo con su propia norma de creaci¨®n, pero con el claro imperativo legal de "rendir cuentas a la Consejer¨ªa de Econom¨ªa y Hacienda por cada uno de los avales que concedan". Olivas y Rambla deber¨ªan tambi¨¦n responder a algunas preguntas.

Al margen de que no podemos ignorar la importancia que la planta de Almussafes tiene en cuanto a nuestras exportaciones y al empleo industrial, no deja de ser sorprendente que para favorecer la exportaci¨®n de unos 260 autom¨®viles a T¨²nez, el Ivex haya debido asumir compromisos -con independencia del posible car¨¢cter fraudulento de ¨¦stos- que, unidos a los despilfarrados con Julio Iglesias, superan los dos mil millones. Si una multinacional como la Ford necesita andaderas auton¨®micas para moverse en los mercados internacionales que vengan los dioses neoliberales y lo vean, pero parece innegable que la raz¨®n de ser del Ivex y entes similares deber¨ªa ser otro tipo de empresas y que un uso alternativo de esa multimillonaria cifra hubiera sido m¨¢s positivo para nuestro tejido industrial.

Aunque esto del Ivex puede ser una simple broma comparado con lo que se est¨¢ cociendo en el Instituto Valenciano de Finanzas, del cual ya es dif¨ªcil saber el monto de miles de millones que viene avalando, y pagando en su momento, pero lo peor surgir¨¢ cuando consigamos romper la opacidad de sus actuaciones y sepamos a quienes est¨¢n siendo destinados y sus privilegiadas relaciones con el r¨¦gimen popular.