Un esc¨¢ndalo en clave de espera J. J. P?REZ BENLLOCH
El mi¨¦rcoles pasado, la directora general del Ivex, Carmen de Miguel, compareci¨® ante los informadores y les obsequi¨® con una historia inusual y explosiva. Su antecesor en ese mismo cargo, Jos¨¦ Mar¨ªa Tabares, hab¨ªa avalado efectos por un importe superior a los mil millones de pesetas y lo hab¨ªa hecho sin las preceptivas cautelas, con la agravante de que las compa?¨ªas avaladas -controladas por una irrelevante firma domiciliada en Paris- son de chicha y nabo. Para acabarlo de arreglar, el sospechoso andaba huido, seg¨²n se dijo. Datos bastantes, como es obvio, para cebar el morbo del vecindario y exacerbar la beligerancia del frente cr¨ªtico. Con pocas horas de diferencia, el imaginado pelotazo -sucintamente descrito- aten¨²a o aplaza su gravedad y en cierto modo se enreda al implicar a la empresa Ford. Por lo pronto, el fugitivo no es tal. Da se?ales de vida desde el Jap¨®n y, adem¨¢s, asegura que en todo momento estuvo localizable, que no ha trincado una sola peseta y que abandona el suelo nip¨®n para afrontar personalmente los cargos que se le imputan en la matizada querella por delito societario que le ha presentado el ente damnificado. Digamos tambi¨¦n, al filo de lo sabido, que Tabares nunca escurri¨® el bulto y que siempre se mostr¨® dispuesto a coadyuvar a la soluci¨®n del entuerto, seg¨²n declara. A partir de este instante ser¨¢n los tribunales los llamados a resolver sobre el denunciado abuso de funciones y posible negligencia del imputado. La sospecha puede seguir latiendo, pero no debemos anticipar la condena sin al menos o¨ªr al reo.
O¨ªr al reo es lo que creemos que debi¨® haber hecho el Ivex antes de destapar la caja de los truenos, porque bien puede acontecer que la traca se quede ¨²nicamente en salva. Despilfarrar esa millonada por impericia o temeridad, como pudo hacer Tabares, ha de comportar una sanci¨®n, como es l¨®gico, pero nunca ser¨¢ la misma ni tendr¨¢ la temperatura pol¨ªtica de una apropiaci¨®n, vulgo chorizada. Y esto es, precisamente, lo que se nos ha sugerido presentando los hechos tal cual han sido descritos, invitando a la oposici¨®n a entrar a saco en el pretendido esc¨¢ndalo. ?Pues no ten¨ªa ganas la izquierda de que se le sirviese una presa tan suculenta, habida cuenta de su impericia para descubrirla por sus propios medios! Otra cosa ser¨¢, claro est¨¢, que el querellado no haya dejado otra opci¨®n que esta denuncia p¨²blica por haber abandonado la plaza sin dejar su gesti¨®n en estado de revista, lo que habr¨¢ de demostrar a su regreso.
Sin prejuzgar el desenlace del embrollo que nos ocupa, lo que a nuestro juicio procede es que el gobierno, y su presidente Zaplana en funciones de portavoz, nos cuente parlamentariamente con pelos y se?ales las entretelas del trance. No basta, aunque sea plausible, la diligencia con que se ha procedido judicialmente. Eso est¨¢ bien y era lo exigible para despejar todo viso de complicidad. Ahora hay que dar pol¨ªticamente la cara y despejar las dudas y retrancas de los partidos opositores. Por aquello de la mujer del C¨¦sar, si m¨¢s no. Haber fundido m¨¢s de mil millones de pesetas de los dineros p¨²blicos y en las circunstancias conocidas exige una explicaci¨®n al m¨¢s alto nivel acerca de c¨®mo se toman y fiscalizan las decisiones en el citado instituto exportador.Entendemos que el molt honorable, entre viaje y viaje -que ya parece el Papa de Roma-, encuentre un momento en su agenda.
Y mientras, la oposici¨®n habr¨¢ de armarse de paciencia y esperar. La infausta operaci¨®n que nos ocupa no est¨¢ madura todav¨ªa para hincarle el diente al gobierno y mellar su cr¨¦dito. Con mejor informaci¨®n y m¨¢s perspicacia es seguro que podr¨ªa sacudirle estopa por otro flanco y otros negocios m¨¢s escabrosos que ¨¦ste que acaba de desvelar el mismo Ivex, desarmando a sus cr¨ªticos. El supuesto caso Tabares, as¨ª dicho, no es un exponente de la forma de gobernar del PP, como airea alg¨²n prohombre del PSPV, y es muy dudoso que sus salpicaduras alcancen a nadie. Ni siquiera al ex consejero Diego Such, que ampar¨® en su d¨ªa al querellado, con la anuencia, c¨®mo no, de sus mandantes. Esperar es lo que toca.
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