LA CR?NICA Los restos de la juventud JAVIER CERCAS
En 1984 se public¨® en Barcelona una novela ins¨®lita: Consejos de un disc¨ªpulo de Morrison a un fan¨¢tico de Joyce. La novela no s¨®lo era ins¨®lita por su t¨ªtulo o porque estuviera escrita a cuatro manos por dos desconocidos de apenas 30 a?os, Roberto Bola?o y Antoni Garc¨ªa Porta, sino tambi¨¦n porque era una novela de asesinos en serie a ritmo de rock and roll cuando por aqu¨ª todav¨ªa no se estilaban las novelas de asesinos en serie ni de rock and roll, una especie de mezcla precursora de -digamos- Asesinos natos, la pel¨ªcula de Oliver Stone, y Filosof¨ªa a mano armada, la novela de Tibor Fischer. El libro, cuyo protagonista se llamaba ?ngel Ros, pas¨® inadvertido y el destino de sus autores, un chileno y un catal¨¢n que se hab¨ªan conocido en las cloacas del underground barcelon¨¦s de los setenta, se bifurc¨®: Bola?o continu¨® siendo lo que ya era, un kamikaze de la literatura capaz de sobrevivir en condiciones infrahumanas con tal de poderse dedicar a escribir, mientras que Porta, que ten¨ªa una mujer y un hijo, abandon¨® el mundo literario y se dedic¨® a ganarse la vida como ejecutivo.Desde entonces han pasado muchas cosas. Bola?o ha publicado un mont¨®n de libros y se ha convertido en una estrella, una estrella muy pr¨®xima a la que no paran de lloverle los premios (el ¨²ltimo, el del Consejo Nacional del Libro y la Lectura de Chile, un equivalente del Nacional de Espa?a); en cuanto a Porta, en 1994 decidi¨® dejar de ser un workoholic y volver a escribir. El primer resultado visible de ese regreso es Braudel por Braudel, su primera novela en solitario, que acaba de publicar El Acantilado. Se trata de una novela madura y elegante, sabiamente reticente, una de esas novelas donde lo que ocurre es mucho m¨¢s de lo que se cuenta, y lo que se cuenta es la historia de un aventurero oto?al, culto y desesperanzado, que llega a Mah¨®n con el prop¨®sito de llevar a cabo una misteriosa misi¨®n, y tambi¨¦n la historia de sus desamores, melancol¨ªas y derrotas. Porta no es el mismo de hace 15 a?os: ya no firma como Antoni Garc¨ªa Porta sino como A.G. Porta, ha cambiado el fanatismo de Joyce por el de Salinger, la Barcelona fren¨¦tica de los setenta por el apacible Mah¨®n actual, a Jim Morrison por Chet Baker, el rock and roll por el jazz. No s¨¦: quiz¨¢ A.G. Porta es Antoni Garc¨ªa Porta m¨¢s la madurez, igual que el jazz es el rock menos la juventud.
M¨¢s o menos de todo esto se habl¨® el otro d¨ªa en la presentaci¨®n de Braudel por Braudel en la librer¨ªa La Central. Hablan Jaume Vallcorba, el editor, y Roberto Bola?o. Vallcorba se muestra orgulloso de que la novela de Porta sea la primera de un autor espa?ol que publica El Acantilado. Bola?o, que ahora tiene una mujer y un hijo y que en consecuencia ha dejado de ser un kamikaze para convertirse en un Ronin, que es algo mucho m¨¢s peligroso, recuerda que conoci¨® a Porta en una editorial underground barcelonesa llamada La Cloaca, y que hace poco public¨® un art¨ªculo en el que, gracias a una errata, se dec¨ªa que conoci¨® a Porta en La Cloaca y que Porta publica ahora en El Alcantarillado; despu¨¦s elogia Braudel por Braudel, que seg¨²n ¨¦l refleja aspectos esenciales de la personalidad de Porta, y aprovecha para agradecerle que, en sus tiempos de kamikaze, le salvara varias veces la vida a base de yogures, amistad y cigarrillos. Al final, Porta, que vive tan al margen del mundo literario que ni siquiera sabe c¨®mo funciona la presentaci¨®n de un libro, asegura que Braudel por Braudel es la tercera parte de una trilog¨ªa cuyo primer volumen ser¨ªa Consejos... y cuyo segundo volumen se titular¨¢ Piratas de un no mundo; luego se dedica a dar las gracias a un mont¨®n de gente, como si la novela no estuviera escrita a dos manos, sino a 18.
Despu¨¦s de la presentaci¨®n hay cena en El Suquet de l"Almirall, en la Barceloneta, con mujeres e hijos y amigos de la Barcelona underground de los setenta, y despu¨¦s de cenar, mientras Porta me lleva a mi casa y le oigo hablar de la novela que est¨¢ escribiendo y de Chet Baker y de sus autores favoritos -de Salinger y Bola?o y Vila-Matas y Isherwood y Mars¨¦- no puedo evitar acordarme de la elegante desesperanza de Braudel ni decirme que la novela de Porta no s¨®lo debe de reflejar aspectos esenciales de su personalidad, sino que, como todas las buenas novelas, en realidad y en el fondo del fondo no puede sino ser autobiogr¨¢fica, porque est¨¢ hecha de la carne y la sangre de su autor, y de sus desamores y melancol¨ªas y derrotas. Y entonces se me ocurre que la distancia que separa a Antoni Garc¨ªa Porta de A.G. Porta es la que separa a ?ngel Ros de Braudel. O lo que es lo mismo: que quiz¨¢ Braudel es -digamos- Antoni Garc¨ªa Porta menos la juventud.
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