Motos en el Guggenheim
JOS? LUIS MERINO
El pr¨®ximo mi¨¦rcoles se abre al gran p¨²blico en el Museo Guggenheim de Bilbao la exposici¨®n titulada El arte de la motocicleta. Podr¨¢ visitarse hasta el 23 de abril del a?o 2000. El montaje de la exposici¨®n lo ha dise?ado Frank O. Gehry, a modo de los que se hacen en las Ferias de Muestras. El gran espacio de la sala Fish es el receptor del centenar de motos exhibidas. En el atrio van instaladas dos de las piezas, la m¨¢s antigua y la m¨¢s moderna, que se erigen en introductoras del grueso de la exposici¨®n.
Estamos ante un siglo de producci¨®n de motos, con sus dise?os de muy variado fundamento, avalados con nombres propios, como BMV, Indian Chief, Harley Davidson, Honda, Triumph, y otras muchas, adem¨¢s de las marcas espa?olas, tales como Bultaco, Derbi y Gas Gas.
Pod¨ªa haber sido un fecundo, hermoso y divertido recorrido en torno a los avances tecnol¨®gicos y la est¨¦tica de los dise?os en los ¨²ltimos cien a?os, pero los organizadores del evento han optado por la v¨ªa de lo superficial y populachero. Para ello han asociado el mundo del motor al mundo del cine. Por el recinto donde se muestran las motos, unos grandes paneles, con im¨¢genes de actores y actrices, dan soporte gr¨¢fico a la exposici¨®n. Estrellas como Marlon Brando, Gregory Peck, Audrey Hepburn, Groucho Marx, Steve McQueen, Pamela Anderson y m¨¢s aparecen a lomos de motos en planos de sus pel¨ªculas.
Para mayor confusi¨®n, junto a las efigies de las estrellas de cine, han colocado unos textos donde se da cuenta de aquellos acontecimientos que acaecieron en el decurso del siglo, paralelamente a cuando tales o cuales marcas de motos saltaban a los mercados internacionales. Todo ello conforma un guirigay mental y, por ende, visual , cuyo modelo parece estar inspirado en el edulcorante esp¨ªritu del Reader"s Digest.
Por todo lo dicho, se infiere que con tal presentaci¨®n consiguen que aquello que se quiere mostrar, apenas merezca la pena observarlo. Puede decirse, por tanto, que es el propio Guggenheim quien arremete contra lo que anuncia. Para ellos, lo importante no es el arte que est¨¢ vivo y presente en los mejores dise?os de las motocicletas exhibidas, sino el espect¨¢culo que le rodea.
Ajenos a la valoraci¨®n de la tr¨ªada conocida por tecnolog¨ªa, dise?o, est¨¦tica -por la que se interesaron desde los albores del siglo XX eminentes arquitectos, artistas y te¨®ricos del arte-, resulta que eso no cuenta para los organizadores de esta exposici¨®n. Lo que han hecho es tener en cuenta los resultados obtenidos en el Guggenheim neoyorquino con esta misma exposici¨®n motocicletera. All¨ª batieron todos los r¨¦cords de visitantes en lo concerniente a la historia de su pinacoteca. A la vista de la estad¨ªstica, consideraron que lo que es bueno para Nueva York lo tiene que ser para Bilbao.
Digan lo que digan, parecen pobres argumentos, por m¨¢s que las cifras de la estad¨ªstica sean millonarias. Cuando hablemos de arte -porque hablamos de arte, ?no?- nunca la cantidad debe alzarse sobre la calidad. No queremos con ello sacralizar en exceso al arte, pero mucho menos deseamos que se manipule su banalizaci¨®n, tal como se ha gestado por medio de esta exposici¨®n.
Un golpe de viento no basta para que queden anuladas las p¨¢ginas a medio leer de la historia. De ah¨ª que no sea conveniente que por falta de talento creativo, se eche mano del barullo. Eso ha sido lo peor. Enmascarar lo que pod¨ªa valer por s¨ª mismo, para insuflarle alharacas, superficialidad, luminarias de pacotilla y dem¨¢s trivialidades.
Respecto a lo de Nueva York y el p¨²blico, hay una expresi¨®n de Rub¨¦n Dar¨ªo, sumamente ir¨®nica, con la que defin¨ªa a los p¨²blicos que colman las estad¨ªsticas: "P¨²blico municipal y espeso".
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