Encierros
La Comunidad de Madrid ha impuesto multas a 22 municipios de la regi¨®n por infracciones a las normas reguladoras de los encierros taurinos, que celebraron el pasado verano con motivo de la celebraci¨®n de sus fiestas patronales. La cuant¨ªa global es de 56 millones de pesetas y no parece propio mencionar ahora cada uno de los ayuntamientos sancionados pues ya se public¨® la relaci¨®n (ver EL PA?S del pasado d¨ªa 21), aunque no estar¨¢ de m¨¢s destacar el m¨¢s castigado -Navalcarnero, con 6.800.000 pesetas- y los m¨¢s reincidentes -el mencionado municipio, Fuenlabrada y Arganda del Rey- que parecen inasequibles al desaliento.Uno tiene su particular opini¨®n sobre los encierros, que considera extremadamente peligrosos e innecesarios. Los dos argumentos principales que suelen emplearse para justificarlos e incluso imponerlos -el derecho de la juventud a divertirse y la tradici¨®n- caen por su propia base: no hay tradici¨®n alguna de los encierros; los j¨®venes (y los viejos) cuentan con suficientes medios de diversi¨®n sin necesidad de correr delante de un toro.
Claro que depende de qu¨¦ se considere tradici¨®n. En tradiciones son expertos los pamploneses, cuyos encierros -por cierto- inspiran a buena parte de los que se celebran en la Comunidad madrile?a. Es evidente que los encierros de Pamplona, llamados sanfermines, poseen una tradici¨®n antigua (al parecer no tanto como los de Cu¨¦llar), mas en esta segunda mitad de siglo los pamploneses les han introducido novedades que incorporan a la tradici¨®n, y se quedan tan anchos. Un a?o inventan algo los mozos, lo repiten al a?o siguiente y eso ya es tradici¨®n.
El mismo chupinazo que anuncia el comienzo de los sanfermines se lanz¨® por primera vez en la d¨¦cada de los 40. Se le ocurri¨® al periodista Jos¨¦ Mar¨ªa P¨¦rez Salazar -muerto hace pocos a?os- quien propuso simbolizar en un s¨®lo chupinazo la coheter¨ªa que muchos pamploneses prend¨ªan por su cuenta para recibir las fiestas, y el ayuntamiento de Pamplona asumi¨® la idea.
Lo de vestir de blanco y llevar faja y pa?uelico rojos a¨²n es m¨¢s moderno y viene de Hemingway, que fabul¨® unos sanfermines distantes de la realidad. Todos los documentos gr¨¢ficos de ¨¦pocas anteriores demuestran que los mozos participaban en el encierro vestidos igual que a diario y algunos hasta con chaqueta y corbata.
La oraci¨®n que los mozos cantan ante el San Fermincico guardado en una hornacina junto a los corralillos del Gas momentos antes de empezar el encierro -"A San Ferm¨ªn pedimos, por ser nuestro patr¨®n..."- acaso no llegue a 15 a?os de antig¨¹edad, si bien hace 14 ya la consideraban tradicional. Y as¨ª...
Por el mismo camino los encierros de los restantes municipios se pueden considerar tradicionales. Si se celebran un a?o, al siguiente ya le dan r¨²brica de tradicional y a ver qui¨¦n se lo discute. El modelo de Pamplona, sin embargo, que suelen utilizar en la forma, no lo siguen en lo que importa. El encierro pamplon¨¦s apenas dura cuatro minutos, mientras los de la Comunidad madrile?a pueden durar horas. En Pamplona hay mucha polic¨ªa para evitar desmanes y quiz¨¢ ni har¨ªa falta, pues los propios mozos pamploneses expulsan del recorrido de manera expeditiva a los alborotadores, a los borrachos y a los patosos..
Las multas que ha impuesto el Gobierno regional a los 22 municipios son por infracciones desconocidas en los sanfermines y en todo encierro de solvencia: entre otras, carecer de autorizaci¨®n para celebrarlo, sobrepasar el tiempo permitido -hay encierros que duran toda la ma?ana o la noche entera-, repetir las reses, sacrificarlas en p¨²blico, todo lo cual alcanza la categor¨ªa de gamberrada.
Hay, no obstante, en el listado de sanciones un desprop¨®sito con rasgos surrealistas. En tanto a algunos ayuntamientos se les multa por maltrato de las reses, a otros se le multa por soltarlas con los cuernos ¨ªntegros, cuando el peor mal trato que se puede inferir a un toro es afeitarlo; o sea, inmovilizarlo ensog¨¢ndolo o drog¨¢ndolo, cortarle los cuernos a sierra o a golpes de hacha (con lo que duele eso, ?verdad?) y dejarlo mutilado, traumatizado e in¨²til.
Cuando las autoridades se ponen modernas, ecologistas y p¨ªas, a¨²n es peor.
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