Los caminos hacia la libertad
Mi personaje literario preferido era el Quijote. Hace a?os mi generaci¨®n emprendi¨® una lucha contra la dictadura comunista que se antojaba totalmente in¨²til. Nos sol¨ªan decir: "Sois unos Quijotes, luch¨¢is contra molinos de viento y ten¨¦is que perder". Confieso que nosotros coincid¨ªamos con aquellas previsiones. Jam¨¢s tuve la osad¨ªa de so?ar con ver el fin de la dictadura, con vivir en la libertad. Pero siempre consider¨¦ que luchar contra la dictadura es una obligaci¨®n moral y humana. Pensaba asimismo que era mucho mejor vivir como Quijote que como lacayo sumiso.Este premio es para m¨ª un gran honor y una gran sorpresa. ?Pod¨ªa acaso so?ar hace a?os que yo, un preso y disidente, contestatario y republicano, revolucionario y libertino, recibir¨ªa un premio espa?ol tan flamante de manos del futuro rey de Espa?a? Sin embargo, Espa?a siempre fascin¨® a la gente de mi generaci¨®n. Desde los comienzos de la guerra civil que fue el prefacio de la gran tragedia de toda Europa. El escritor polaco Ksawery Pruszynski escribi¨® entonces un excelente libro en el que dio constancia de ese dram¨¢tico conflicto que son las razones repartidas entre dos bandos. Las declaraciones del patriota y dem¨®crata espa?ol, el doctor Mara?¨®n, recogidas por Pruszynski, se grabaron para siempre en mi mente como estremecedora lecci¨®n de la ambivalencia del mundo en el que nos ha tocado vivir, es decir, de un mundo de razones divididas, de tr¨¢gicos conflictos, de odios que generan nuevos odios.
Luego, durante a?os, estudiamos las lecciones de la transformaci¨®n espa?ola. De la oposici¨®n espa?ola aprendimos el sentido de las comisiones obreras, el modelo de la resistencia de los intelectuales y la evoluci¨®n en el seno de la Iglesia cat¨®lica. Observ¨¢bamos tambi¨¦n c¨®mo el poder espa?ol hab¨ªa sabido crear una corriente reformadora, capaz de llevar a cabo una apertura democr¨¢tica y una pol¨ªtica modernizadora. Se grab¨® asimismo en mi mente la pel¨ªcula La guerra ha terminado, con el gui¨®n del escritor Jorge Sempr¨²n. En aquella simple constataci¨®n hab¨ªa algo muy novedoso: Espa?a pon¨ªa fin a la guerra hispano-espa?ola. En vez de la l¨®gica de la hostilidad aparec¨ªa la l¨®gica del di¨¢logo y de la reconciliaci¨®n. Por eso la transformaci¨®n espa?ola despert¨® tanto respeto y tantas esperanzas. Los espa?oles supieron rendir homenaje a todas las v¨ªctimas de la guerra civil y, al mismo tiempo, concertar un pacto de futuro.
Al escribir en Polonia, en nuestras publicaciones clandestinas, sobre la v¨ªa espa?ola, yo so?aba con contribuir a la libertad en Polonia, a la libertad de los polacos, al surgimiento de la Polonia democr¨¢tica en una Europa democr¨¢tica, a la aparici¨®n de una Polonia con ra¨ªces en sus propias tradiciones cristianas, pero a la vez tolerante y abierta ante los valores de otros pueblos. Yo anhelaba una Polonia que supiese reconciliarse consigo misma, en la que nadie fuese discriminado, en la que nadie buscase la revancha por las injusticias de ayer. Quer¨ªa servir a esa causa como militante de la oposici¨®n democr¨¢tica, del Comit¨¦ de Defensa de los Obreros y del sindicato Solidaridad. Quer¨ªa servir a esa causa tambi¨¦n como comentarista y director de Gazeta Wyborcza.
Soy consciente de que este premio es un singular signo de solidaridad espa?ola con la democracia polaca. Me gustar¨ªa que fuese un eslab¨®n de unidad entre nuestros pa¨ªses. Mirando hacia el pasado tengo que constatar que la historia suele ser muy parad¨®jica. Los caminos de Polonia y de Espa?a hacia la libertad estuvieron marcados por los sufrimientos, los obst¨¢culos, la abnegaci¨®n y los sacrificios. Pero todo termina como en las peores pel¨ªculas norteamericanas, con un fin feliz.
Hace poco estuve en Cuba. Le debo ese viaje a mi amigo Miguel ?ngel Aguilar. Tuve la oportunidad de ver un pa¨ªs de gente estupenda. Para ellos, las transformaciones polacas y espa?olas son el gran sue?o. S¨¦ que en el mismo momento el rey de Espa?a don Juan Carlos, mirando profundamente a los ojos al dictador cubano, dijo: "S¨®lo una democracia aut¨¦ntica y el respeto de los derechos humanos permitir¨¢n a los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina hacer frente a los retos del siglo XXI". Esas palabras de verdad, sabia y valiente, son el credo de todos los hombres de buena voluntad. Son tambi¨¦n mi credo personal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.