CONCHA CABALLERO La sonrisa comprometida
La primera mujer que ocupa la portavoc¨ªa de un grupo parlamentario en la C¨¢mara andaluza es una virtuosa de la cocina y del corte y confecci¨®n. El feminismo de Concha Caballero Cubillo (Baena, C¨®rdoba, 1956) no es excluyente ni atormentado: la parlamentaria se irrita cuando sus compa?eros matan el tiempo con socorridos chistes machistas, pero no esconde su destreza con el dedal ni con los pucheros. Dos habilidades que, por su tradicional cors¨¦ femenino, muchas militantes de la causa desde?an o vilipendian.
Caballero no ve incompatibilidades entre el arte del fog¨®n, la tribuna pol¨ªtica, la guitarra, las clases de ingl¨¦s o la nataci¨®n, que cultiva indistintamente. Si algo le produce mayor rubor p¨²blico ser¨ªan sus tanteos literarios: es autora de una larga colecci¨®n de relatos -ambientados en Granada y Ja¨¦n sobre todo- que s¨®lo sus allegados conocen.
Hoy podr¨ªa decirse que encabeza el sector cr¨ªtico a la direcci¨®n oficial de la federaci¨®n, representada por Antonio Romero y Felipe Alcaraz. Guarda, sin embargo, una gran lealtad hacia Julio Anguita, aunque se desmarque de su dogmatismo o de algunas pol¨¦micas iniciativas del dirigente. Hasta asumir la portavoc¨ªa parlamentaria de IU el pasado mes de septiembre, Concha Caballero ha recorrido un largo camino de activismo pol¨ªtico, coronado en 1975 con su afiliaci¨®n al PCE. Su biograf¨ªa oficial anticipa, sin embargo, su compromiso a la etapa de la creaci¨®n de la Junta Democr¨¢tica y del movimiento feminista 8 de Marzo, ya en los estertores del franquismo, en Ja¨¦n, la ciudad adonde se hab¨ªa trasladado su familia desde C¨®rdoba y donde Caballero comenz¨® sus estudios de Filolog¨ªa Hisp¨¢nica, que luego motivar¨ªan su traslado a Granada y que simultane¨® con su trabajo de funcionaria para el departamento predecesor del actual Ministerio de Fomento.
La biograf¨ªa oficial omite, sin embargo, la influencia que ha tenido su vida personal sobre la pol¨ªtica. Su larga relaci¨®n con Felipe Alcaraz, actual secretario general del PCA y portavoz de IU en el Congreso de los Diputados, marc¨® la evoluci¨®n de Concha Caballero, desde sus tiempos de estudiante de Filolog¨ªa -Alcaraz era profesor en el colegio universitario de Ja¨¦n- hasta su separaci¨®n, hace unos a?os. En aquel tiempo era una joven que derrochaba simpat¨ªa y atractivo a partes iguales. En su entorno minimizan la influencia de Alcaraz sobre su compromiso -"Concha siempre fue una mujer de izquierdas", dicen-, pero otros compa?eros de IU creen que es un ejemplo claro de Pigmali¨®n: "Su incorporaci¨®n a la vida pol¨ªtica fue fruto de su relaci¨®n, pero siempre estuvo a la sombra de Felipe Alcaraz".
Verdad o no, Caballero deja de salir a escena como secundaria justo cuando rompe su relaci¨®n con el actual secretario general del PCA. Su etapa de consejera de la RTVA entre 1987 y 1994 la catapulta hasta la primera fila, como uno de los rostros m¨¢s conocidos de Izquierda Unida, y probablemente el m¨¢s sonriente. Los cr¨ªticos a?aden de coletilla que sonr¨ªe "con dientes de acero" y que ha evolucionado en los ¨²ltimos tiempos hasta asemejarse al prototipo del personaje ambicioso y sin escr¨²pulos. Dicen que su don de gentes no oculta ciertas carencias a la hora de planificar estrategias pol¨ªticas de largo alcance y que se esfuerza m¨¢s por buscar el impacto period¨ªstico.
Por el contrario, algunos compa?eros de filas en el Parlamento sostienen que tuvieron que convencerla para que aceptara el puesto de portavoz que dej¨® vacante Luis Carlos Rej¨®n, que suma a su cargo de coordinadora provincial de IU en Sevilla. Y que planifica desde la sensatez y desde la creencia de que el papel de su organizaci¨®n es servir de altavoz de los que ni siquiera tienen voz. Su compromiso le ha reportado dos distinciones de una asociaci¨®n andaluza de inmigrantes.
La imagen que dibujan sus afines est¨¢ avalada por la importancia que le concede a su mundo privado y la a?oranza que siente de sus clases de Literatura en el instituto. En confianza, confiesa que no est¨¢ dispuesta a renunciar a las satisfacciones que le reporta un entorno equilibrado para convertirse en un ser atormentado y sin vida privada, digno de las pel¨ªculas m¨¢s duras de Stanley Kubrick, uno de sus cineastas favoritos.
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