Europa reivindica su propia imagen
El d¨¦ficit comercial del cine europeo frente a EE UU se ha triplicado en la ¨²ltima d¨¦cada
Los datos son apabullantes. La Europa de la Uni¨®n, con sus 375 millones de habitantes, es un gran mercado para una industria del audiovisual raqu¨ªtica y colonizada. En Alemania, el cine realizado en el pa¨ªs apenas controla el 10% del mercado interior, situaci¨®n id¨¦ntica para el brit¨¢nico en el Reino Unido. El porcentaje desciende al 2% en B¨¦lgica y alcanza sus mejores cotas en Italia (22%) y Francia (30%). En Espa?a, el porcentaje puede situarse alrededor del 11%, si hacemos el c¨¢lculo tomando como referencia los mismos ¨²ltimos 10 a?os que, sirven de baremo para el resto de pa¨ªses.
Los espectadores espa?oles e italianos son los que ven m¨¢s pel¨ªculas europeas, un 12% y 13%, respectivamente. En Alemania el cine europeo, exceptuado el propio, s¨®lo ha interesado a un 6% de los espectadores; en Francia, a un 7%, y en el Reino Unido, s¨®lo a un 4%. La mayor audiencia corresponde a las pel¨ªculas que llegan de EEUU, que se llevan un 70% del mercado de la UE, con puntas de casi el 90% en Holanda o B¨¦lgica y un 80% en Espa?a. Italia o Francia son los pa¨ªses que se defienden mejor, cediendo sin embargo el 60% de su p¨²blico al amigo americano. Para el resto del mundo s¨®lo queda el 0,5% del mercado.Esta situaci¨®n se plante¨® en la cuarta edici¨®n del F¨®rum de Estraburgo, celebrado poco antes de la cumbre de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC) en Seattle. Un portavoz de la Comisi¨®n Europea resum¨ªa as¨ª la situaci¨®n: "Estados Unidos domina el 70% de nuestro mercado y nosotros s¨®lo tenemos derecho a un 3% del suyo". Hasta ahora, la pol¨ªtica de ayudas y cuotas de la UE ha servido para ralentizar el desmantelamiento de la industria europea, pero el comercio electr¨®nico [la distribuci¨®n futura de pel¨ªculas a trav¨¦s de Internet] es un reto y un peligro, porque puede servir para franquear las d¨¦biles barreras que hemos levantado" con la llamada "excepci¨®n cultural" a la libre circulaci¨®n de productos.
Para la diputada socialista europea Catherine Lalumi¨¨re, conviene recordar que "la excepci¨®n cultural es tan s¨®lo un instrumento al servicio de la diversidad cultural" y no "un muro indestructible". El ex ministro de Cultura italiano Walter Veltroni opina que "lo prioritario es crear un mercado cultural europeo". Ese mercado com¨²n es una urgencia, pues el 93% de las producciones europeas no logra salir de su mercado nacional.
La relativa uniformidad del panorama cinematogr¨¢fico en las salas se rompe en el mercado televisivo. En Alemania el cine estadounidense s¨®lo se lleva el 47% del tiempo, frente al 43% conquistado por la ficci¨®n europea. En Francia el porcentaje para los filmes europeos alcanza el 62% y s¨®lo en Gran Breta?a vuelve el dominio de EEUU, al controlar el 70% del cine en televisi¨®n.
Los argumentos culturales a favor de un cine europeo, de una promoci¨®n de valores comunes capaces de plantar cara a un cine americano que trata de vender mitos y modos de vida, que ayuda a vender bebidas o a imponer ideales, no necesitan de mucho espacio para ser comprendidos. Los argumentos comerciales s¨ª precisan de m¨¢s detalle, porque, a fin de cuentas, ?por qu¨¦ no dejar la industria del entretenimiento en manos de Hollywood?
En 1997 el d¨¦ficit comercial de EEUU era de 113.000 millones de d¨®lares, pero la industria estadounidense del copyright (cine, programas inform¨¢ticos, edici¨®n) era la primera exportadora, con un super¨¢vit de 60.000 millones de d¨®lares, por delante de la agricultura o el autom¨®vil.
El flujo entre EEUU y la UE, circunscrito al audiovisual, supon¨ªa en 1988 que la balanza europea era deficitaria en 2.000 millones de d¨®lares, cantidad que, diez a?os despu¨¦s, se ha triplicado. Lo m¨¢s absurdo es que la UE produce al a?o m¨¢s pel¨ªculas que EEUU: 550 frente a 490 en 1998, lo que no impide que 8 de cada 10 filmes que se proyectan en el mundo sean norteamericanos. ?Por qu¨¦? La simplificaci¨®n lleva a decir que porque son mejores y la redundancia, que porque son m¨¢s populares. La verdad es m¨¢s compleja, pues olvida que el presupuesto medio de un filme en EEUU es m¨¢s alto que en la UE, pero, sobre todo, lo que cuenta es que los costes de promoci¨®n de los filmes americanos equivalen al 80% cuando no al 120% del coste de producci¨®n, mientras que en Europa la horquilla se sit¨²a tan s¨®lo entre el 5% y el 10%.
En EE UU la industria se sirve del idioma -el mercado no acepta pel¨ªculas que no est¨¦n habladas en ingl¨¦s, pero el doblaje es casi imposible- para discriminar la pr¨¢ctica totalidad de la cultura cinematogr¨¢fica europea. Debido a ello, nuestros mitos -Brigitte Bardot, Claudia Cardinale, Alain Delon, Liv Ullman, Sofia Loren- son en EEUU actores de cintas muy minoritarias. La censura contribuye tambi¨¦n a discriminar lo que llega de fuera.
Pero no basta con eso. El Estado subvenciona el cine en EEUU a trav¨¦s de recursos copiados de otras industrias. Dado el cada vez mayor coste que tiene la explotaci¨®n extensiva e intensiva de una pel¨ªcula y el gran n¨²mero de copias que eso exige, las majors han conseguido subveciones que destinan a un para¨ªso fiscal para, desde all¨ª, invadir los mercados europeos a unos precios con los que no puede competir empresa europea alguna. De ah¨ª que pol¨ªticos y cineastas europeos, en nombre de la "diversidad cultural", tomen como ejemplo Airbus y pidan para el audiovisual el mismo trato que mereci¨® la industria aeron¨¢utica continental, que todo el mundo daba por muerta frente a la competencia de Boeing y McDonnell Douglas.
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