Rotundo fracaso de la cumbre de Seattle
La OMC se muestra incapaz de superar las reticencias de los pa¨ªses pobres a la "globalizaci¨®n"
ENVIADOS ESPECIALES Sin haber podido celebrar una ceremonia inaugural a causa del bloqueo de las calles que realizaron el martes m¨¢s de 30.000 manifestantes ecologistas y sindicalistas, la cumbre de Seattle no tuvo tampoco acto formal y glorioso de clausura. En la medianoche del viernes, hora de Seattle (las nueve de la ma?ana del s¨¢bado en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica), siete horas despu¨¦s del plazo previsto para terminar la conferencia, Charlene Barshenfkski, representante de Comercio de EE UU y anfitriona en Seattle, compareci¨® ante la prensa para dar cuenta, con el rostro demudado, del fracaso absoluto.El elemento que desencaden¨® el fiasco fue una revuelta de ¨²ltima hora de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo frente al acuerdo que empezaban a perfilar EE UU, la UE y Jap¨®n. Ese grupo record¨® que las decisiones en la OMC se toman por consenso de sus 135 pa¨ªses miembros y rompieron la baraja con la que jugaban los poderosos. Para Bill Clinton supone una nueva y tremenda derrota pol¨ªtica. El presidente de EE UU fue el convocante de esta reuni¨®n y quien design¨® Seattle como su escenario. Esperaba que en esta ciudad norteamericana, capital de Boeing, Microsoft, Amazon y Starbucks, el mundo aprobara su iniciativa de lanzar un nuevo ciclo de negociaciones para liberalizar el comercio semejante al que con el nombre de Ronda Uruguay concluy¨®, precisamente, con el nacimiento de la OMC.
Clinton, que so?aba que esa nueva ronda llevara su apellido y constituyera una huella positiva en la historia de su turbulenta presidencia, fue desautorizado primero en las calles de Seattle por la masiva protesta en contra de una mundializaci¨®n que despierta el temor a que sea beneficiosa ante todo para las multinacionales. Luego se manifestaron las profundas discrepancias entre norteamericanos y europeos. Al final, los pa¨ªses pobres remataron la faena al oponerse al consenso que dise?aban los poderosos sobre un comunicado de vagas intenciones liberalizadoras.
Principales escollos
Los principales escollos que condujeron a esta cat¨¢strofe sin precedentes de una conferencia internacional fueron la voluntad de EE UU de conseguir que la Uni¨®n Europea abandonara con rapidez sus subsidios a los productos agr¨ªcolas y el deseo com¨²n de norteamericanos y europeos de vincular el comercio con el respeto a unos derechos laborales m¨ªnimos. En lo primero, la UE dijo no estar dispuesta a aceptar otras reducciones que las ya aprobadas por los Quince en la cumbre de Berl¨ªn. A lo segundo se opusieron gran cantidad de pa¨ªses pobres de Asia, Africa y Am¨¦rica Latina. "Los Gobiernos no est¨¢n ahora preparados para hacer progresos, lo mejor es hacer una pausa, tomar m¨¢s tiempo y finalizar bien este trabajo", dijo imperturbable Barshefsky, al anunciar el final sin conclusiones de la cumbre. Barshefsky a?adi¨® que las discusiones se trasladar¨¢n a la sede general de la OMC, en Ginebra. La "pausa", dijo, permitir¨¢ al neozeland¨¦s Mike Moore, director general de la OMC, celebrar consultas e intentar tender puentes entre las muchas brechas que los separan. El objetivo es intentar celebrar otra conferencia de ministros de Comercio en una fecha y lugar no especificados.
La Casa Blanca se?al¨® que EE UU no abandona sus esfuerzos para conseguir una mayor apertura de los mercados internacionales. Y no quiso comentar el fracaso de Clinton, que el viernes llam¨® al japon¨¦s Keizo Obuchi, al italiano Romano Prodi, al mexicano Ernesto Zedillo y a otros l¨ªderes para pedirles ayuda en la salvaci¨®n de la cumbre. Junto a Barshefsky, compareci¨® en la rueda de prensa de clausura un Mike Moore agotado, que manifest¨®: "No era f¨¢cil que los delegados de 135 pa¨ªses que representan a 1.000 millones de ciudanos se pusieran de acuerdo en tan poco tiempo sobre temas tan dif¨ªciles". Moore se despidi¨® de Seattle y su "hospitalidad", y tan pronto como mencion¨® esta palabra no pudo contener la risa, que de inmediato se extendi¨® a las m¨¢s de 1.000 personas, entre delegados y periodistas, que asist¨ªan al acto de entierro.
La Uni¨®n Europea, que estuvo a punto de hacer concesiones significativas a EE UU, como la aceptaci¨®n de la puesta en marcha de un grupo sobre biotecnolog¨ªa y de un proceso de reducciones de los subsidios agr¨ªcolas, las retir¨® al final al vislumbrar el fracaso global del proceso.
En las maratonianas sesiones de trabajo del viernes, un gran escollo segu¨ªa siendo la voluntad europea de no desarmar unilateralmente su pol¨ªtica de protecci¨®n a la agricultura, que los Quince no ven como una industria m¨¢s, sino como un sector con profundas implicaciones sociales, culturales y medioambientales. Otro, la propuesta norteamericana de crear un grupo de trabajo conjunto de la OMC y la Organizaci¨®n Internacional de Trabajo (OIT) sobre comercio y derechos laborales.
Esta ¨²ltima iniciativa de EE UU, que la UE apoyaba, era vista por los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo como una sutil forma de proteccionismo occidental. Para Clinton era un elemento clave para tranquilizar a las centrales sindicales de EE UU, muy inquietas por la "competencia desleal" que practican los pa¨ªses pobres al fabricar productos en lamentables condiciones laborales. En este a?o electoral, el apoyo de los sindicatos es decisivo para el Partido Dem¨®crata y su principal candidato a la Casa Blanca, Al Gore.
Un tercer elemento que se revel¨® insuperable fue la exigencia japonesa de que EE UU reforme sus leyes contra el dumping o la competencia desleal. Esas leyes permiten a Washington imponer aranceles punitivos a productos extranjeros acusados de tener precios inferiores a sus costes de producci¨®n.
Los ¨²nicos acuerdos
Al final, los ¨²nicos acuerdos concretos de la reuni¨®n eran los relativos a la idea norteamericana de no poner trabas aduaneras al incipiente comercio electr¨®nico a trav¨¦s de Internet y una mayor apertura del sector servicios, fundamentalmente en los financieros y las telecomunicaciones. Algo absolutamente insuficiente.
En el altamente vigilado Centro de Convenciones, los exhaustos negociadores de EE UU y otros pa¨ªses se derrumbaron en sus sillones al constatar el fracaso, mientras, ir¨®nicamente, en el sistema de megafon¨ªa sonaba el tema navide?o Silent night.
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