La OMC estudiar¨¢ otra agenda para analizar la mundializaci¨®n
Los manifestantes y los pa¨ªses en desarrollo imponen sus criterios
Los nuevos protagonistas de las negociaciones sobre comercio mundial cantaban ayer victoria en Seattle. Uno era la coalici¨®n de grupos ecologistas y sindicalistas, que protagoniz¨® el martes las mayores manifestaciones en una ciudad norteamericana en este ¨²ltimo tramo del siglo. Otro era el grupo de pa¨ªses pobres, cuya revuelta provoc¨® el viernes el colapso de las negociaciones de la cumbre de la OMC. Unos y otros se opusieron a una mundializaci¨®n que ven como un instrumento de las multinacionales para acrecentar su poder.
La doble batalla de Seattle, la de las calles y la de las salas de reuniones, ha enviado al mundo el mensaje de que la liberalizaci¨®n del comercio tendr¨¢ que escuchar en el siglo XXI las preocupaciones tanto de determinados sectores de poblaci¨®n de los pa¨ªses ricos como las aspiraciones de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. "La cumbre de la OMC (Organizaci¨®n Mundial de Comercio) se ha desmoronado por las razones justas", dijo ayer Maude Barlow, del grupo de derechos humanos Council of Canadians, uno de los que participaron en las protestas callejeras. "Ha sido una victoria para la democracia, una victoria para la sociedad civil".Buena parte de la sociedad civil norteamericana viv¨ªa ayer con euforia el naufragio de la OMC. V¨ªa tel¨¦fonos celulares e Internet, dos instrumentos usados a fondo por los manifestantes de Seattle, la noticia se difundi¨® con extraordinaria rapidez por la ciudad y todo Estados Unidos. De inmediato se organizaron fiestas. Una, en la que participaron miles de personas, tuvo como escenario ayer las afueras de la c¨¢rcel de King County, donde todav¨ªa permanec¨ªan detenidos unos 300 de los m¨¢s de 500 manifestantes detenidos esta semana por la polic¨ªa de Seattle.
Todo lo ocurrido en Seattle daba la raz¨®n a la posici¨®n inicial de la Uni¨®n Europea. Frente al deseo de Washington de limitar las negociaciones a la liberalizaci¨®n de la agricultura y los servicios, los europeos ped¨ªan una agenda m¨¢s amplia, que incluyera protecci¨®n de derechos laborales, medio ambiente, seguridad de los alimentos y solidaridad con los pobres.
Y eso es lo que han venido a pedir los manifestantes de Seattle y la mayor¨ªa de las delegaciones. El variopinto, vigoroso y colorista movimiento que el martes logr¨® bloquear e impedir la apertura de la cumbre de la OMC, y que fue reprimido luego con profusi¨®n de dureza policial, record¨® en muchos aspectos las revueltas occidentales de los a?os sesenta. Fue una protesta protagonizada por los hijos de un pa¨ªs rico porque no les gusta la vida que han heredado. Para muchos de los manifestantes, lo importante no era un mayor crecimiento econ¨®mico a trav¨¦s del comercio, sino la defensa de las tortugas, los bosques tropicales y los ni?os explotados en los talleres y f¨¢bricas tercermundistas.
A los cinco a?os de su nacimiento, la OMC ya parece vieja para responder a las expectativas que despierta en el mundo. Las de los pa¨ªses pobres, que quieren ventajas que les permitan levantar cabeza, y las de los hijos de los pa¨ªses ricos, que sue?an con un mundo mejor.
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