El Centro Gallego de Arte se deja invadir por el dise?o y la m¨²sica de discoteca
La muestra 'Lost in sound' pretende reflexionar sobre "la alta y la baja cultura"
La m¨²sica dance y los dise?os discotequeros con su festival de colores ingenuos se han apoderado durante dos meses del Centro Gallego de Arte Contempor¨¢neo (CGAC). M¨¢s que una exposici¨®n, Lost in sound es casi una invasi¨®n que ocupa desde la cafeter¨ªa hasta la biblioteca o el s¨®tano de calderas del museo. Esta propuesta multimedia -hay audiciones musicales, v¨ªdeo, dise?os enviados a trav¨¦s de Internet, publicaciones, muebles...- pretende, seg¨²n su comisario, Manuel Olveira, incitar a la reflexi¨®n sobre las relaciones "entre la alta y la baja cultura".
Ha llovido mucho desde que Marcel Duchamp meti¨® ruedas de bicicleta y tazas de retrete en los museos y, con el paso de los a?os, los contornos del objeto art¨ªstico se han difuminado inexorablemente. Hace unos d¨ªas, el Guggenheim de Bilbao present¨®, arropado por estrellas del cine, una exposici¨®n de motos. Ahora, el CGAC de Santiago de Compostela propone reflexionar sobre "la crisis del arte como generador de universos visuales en beneficio de la publicidad, la moda o los videoclips", seg¨²n Olveira.Para ello se viste con los ropajes modernos de la subcultura juvenil de discoteca y se deja envolver por esa curiosa pedanter¨ªa de t¨¦rminos anglosajones que se emplean para definir los distintos estilos musicales. Drum "n" bass, house, ambient, techno, breakbeat, electro, future listening, acid jazz o soul son algunas de las m¨¢s de 80 definiciones, se supone que sutil¨ªsimas, de diversas tendencias musicales citadas en la documentaci¨®n de la muestra.
"No creo que esto se pueda comparar a las motos del Guggenheim", comenta Miguel Fern¨¢ndez-Cid, director del CGAC. "La apertura a fen¨®menos ajenos al arte, como el dise?o, o la profundizaci¨®n en su aspecto m¨¢s l¨²dico, est¨¢n en la ra¨ªz misma del arte contempor¨¢neo. No pretendemos provocar a nadie, pero si alg¨²n purista se echa las manos a la cabeza, tampoco est¨¢ mal. Lo ¨²nico que buscamos es estar abiertos a la actualidad".
En la muestra participan 42 j¨®venes artistas de casi toda Europa. Se muestran fotograf¨ªas, v¨ªdeos, instalaciones escult¨®ricas o muebles de dise?o discotequero. En distintas zonas del museo pueden hallarse m¨¢quinas con discos seleccionados para su audici¨®n.
Hasta el 27 de enero habr¨¢ cada semana un concierto en directo, con la participaci¨®n de m¨²sicos como Colectivo Musical Aut¨®nomo, Xo¨¢n Anleo, V¨ªktor Flores, Carlos Ord¨®?ez, DSK, Doc Manhattan, Alain...
Tambi¨¦n est¨¢n previstos talleres de m¨²sica para ni?os y docentes, y en la biblioteca del centro habr¨¢ a disposici¨®n de los visitantes una amplia variedad de publicaciones, revistas y cat¨¢logos sobre este fen¨®meno musical que idolatra la tecnolog¨ªa y es conocido gen¨¦ricamente como dance.
Colores chillones
Las piezas m¨¢s propiamente art¨ªsticas reflexionan o ironizan sobre el dise?o de colores chillones y fosforescentes propios de esa subcultura. Se puede encontrar, por ejemplo, un sof¨¢ circular muy mullido en el que, al sentarse, se nota el retumbar de una especie de latido interior, una forma de recordar que el dance es una m¨²sica que se siente m¨¢s que se escucha. Algunos presentan ingeniosos artilugios tecnol¨®gicos, como unos discos de vinilo que en vez de sonidos reproducen toscas im¨¢genes en blanco y negro de gente bailando.
Tambi¨¦n hay artistas que, a pesar del contexto, no desde?an las reflexiones sesudas. Es el caso de la compostelana Mar¨ªa Ruido, que presenta un v¨ªdeo, Ethics of the care (?tica del cuidado), en el que combina im¨¢genes pornogr¨¢ficas y de procesos industriales con citas del ensayista franc¨¦s Jean Baudrillard y la escritora feminista Angela Carter, un modo de presentar el comercio del sexo audiovisual como un intento de "integrar los cuerpos en el sistema de producci¨®n".
"No es una exposici¨®n para ver en un momento", comenta su comisario, Manuel Olveira. "Pretendemos que la gente venga durante varias semanas a escuchar m¨²sica, a leer, a ver los v¨ªdeos. Una exposici¨®n siempre es inabarcable, como el mundo".
Los organizadores de la exposici¨®n del CGAC parten de la premisa indiscutible de la influencia que ha tenido la cultura de masas en el arte contempor¨¢neo, "desde el cubismo con Braque al dada¨ªsmo con Schwitters o al pop con Warhol". Esa relaci¨®n entre "la alta y la baja cultura" permite, en este caso, plantear reflexiones sobre otros problemas, como la funci¨®n de las manifestaciones juveniles, el papel de la m¨²sica, el sonido y la tecnolog¨ªa, o la funci¨®n del placer en la sociedad occidental.
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