La venganza pasa factura
El fiscal de N¨²remberg persigue a dos ancianos jud¨ªos que intentaron envenenar a miles de nazis en 1946
No s¨®lo los nazis tiemblan ante la justicia de N¨²remberg. Hay dos ancianos jud¨ªos que aguardan en Israel una posible acusaci¨®n llegada directamente desde la fiscal¨ªa de la ciudad alemana. Son Leipke Distel y Joseph Harmatz, de 74 y 77 a?os, respectivamente, sospechosos de haber intentado asesinar en Alemania a unos 2.000 soldados nazis en 1946, despu¨¦s del triunfo de las tropas aliadas.Seg¨²n su propio testimonio, los dos ancianos, entonces miembros de un grupo clandestino de resistencia jud¨ªa, decidieron vengarse de los nazis por el exterminio de seis millones de jud¨ªos. Para ello, se hicieron pasar por trabajadores de la empresa panadera Konsum y acudieron al campo de prisioneros de Langwasser, donde estaban detenidos 12.000 nazis tras su derrota militar. All¨ª distribuyeron pan envenenado con ars¨¦nico. No hubo v¨ªctimas mortales, pero unos 200 oficiales alemanes fueron hospitalizados.
La Fiscal¨ªa de N¨²remberg acaba de abrir una investigaci¨®n por estos hechos contra los dos ancianos jud¨ªos. La raz¨®n es que, a pesar de que los sucesos en el campo de Langwasser eran conocidos, los dos ancianos relataron su peripecia recientemente en una televisi¨®n alemana. "No tenemos constancia de que hubiera muertos, aunque informes israel¨ªes han llegado a hablar de unas 300 bajas por envenenamiento", declar¨® Ewald Behrschmidt, juez del Tribunal Superior de Justicia de N¨²remberg. "S¨ª sabemos que unos 200 SS tuvieron que ser hospitalizados por envenenamiento".
Pero, ?qu¨¦ ha pasado para que, 53 a?os despu¨¦s, se abra un sumario contra Distel y Harmatz? La historia de esta causa es tan vieja como su crimen. Tras el fin de la guerra, en 1945, era conocida en N¨²remberg la existencia de un grupo clandestino de jud¨ªos llamado Nakam (Venganza), del que formaban parte, supuestamente, los dos protagonistas de la historia. El intento de crimen masivo con pan envenenado era conocido entonces, pero la justicia no logr¨® tener nunca pruebas ni sospechosos, m¨¢s all¨¢ de que los autores del mismo pod¨ªan pertenecer al citado grupo clandestino, seg¨²n explica Behrschmidt, tambi¨¦n director de la Oficina de Informaci¨®n del citado juzgado. "Nunca encontraron a los responsables". En los a?os sesenta se reabri¨® el caso, pero sin ¨¦xito. Fue hace cuatro a?os cuando una televisi¨®n entrevist¨® a Harmatz y Distel, aunque de forma an¨®nima. "Intentamos encontrarles para aclarar las cosas", dice Behrschmidt, "pero no lo conseguimos".
La cosa no fue a mayores entonces, pero qued¨® tintineando en la memoria de los fiscales hasta que, este a?o, la televisi¨®n local de N¨²remberg les volvi¨® a entrevistar, pero esta vez con nombre y apellidos. "?Y confesaron lo que hicieron! Ahora tenemos un problema: dos personas han confesado el intento de asesinato de 2.000 personas. Es un crimen cuya persecuci¨®n no prescribe. As¨ª que la fiscal¨ªa est¨¢ obligada a aclararlo. No se puede cerrar as¨ª, sin m¨¢s, el expediente, por m¨¢s que los sospechosos est¨¦n en un pa¨ªs extranjero. No sabemos si ser¨¢n acusados o no, pero es nuestra obligaci¨®n aclarar qu¨¦ pas¨®", afirma el juez del tribunal Superior de N¨²remberg.
La persecuci¨®n de estos dos jud¨ªos supervivientes del holocausto no ha sentado bien en algunos medios de N¨²rem-berg, que la consideran algo desproporcionada frente al largo inventario de cr¨ªmenes nazis. La diputada ecologista de N¨²remberg Christine Stahl ha interpuesto una protesta ante el Gobierno local, seg¨²n inform¨® el diario N¨¹rnberger Nachrichten. "Es dif¨ªcil acusar a gente que actu¨® desesperadamente como consecuencia de haber sido sometidos a una destrucci¨®n en masa", asegur¨® Stahl al citado diario.
Pero el fiscal jefe de N¨²remberg-F¨¹rth, Klaus Hubmann, tiene muy claro su sentido del deber: "Estamos en una fase preliminar de las investigaciones", asegura en una entrevista al mismo peri¨®dico. "Y, normalmente, los Estados no extraditan a sus ciudadanos por hechos como ¨¦stos. Pero la circunstancia de que nuestras posibilidades de castigar a los culpables sean peque?as no debe impedir que emprendamos una investigaci¨®n". Si la acusaci¨®n se llegara a sustanciar, concluye el juez Behrschmidt, el caso quedar¨ªa en manos del Gobierno alem¨¢n, que ser¨ªa el encargado de decidir si se solicita la extradici¨®n de los dos ancianos.
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