El Gobierno de Canad¨¢ fija duras condiciones para aceptar la independencia de Quebec
El Gobierno y el Parlamento de Canad¨¢ s¨®lo tomar¨¢n en cuenta el resultado de un tercer refer¨¦ndum sobre el destino de Quebec si su pregunta no presenta la menor ambig¨¹edad y si, en caso de ganar los separatistas, la mayor¨ªa es indiscutible. ?ste es el contenido esencial del proyecto de ley reci¨¦n presentado por el Gobierno federal de Jean Chr¨¦tien en el Parlamento de Ottawa y denunciado por los separatistas del Bloque Quebequ¨¦s, que aspiran a convocar en la provincia franc¨®fona una nueva consulta antes del a?o 2003. Se da la circunstancia de que Chr¨¦tien es tambi¨¦n quebequ¨¦s.
El proyecto de ley del Gobierno federal, presentado el lunes al Parlamento, establece que, en caso de celebrarse una nueva consulta en Quebec, no valdr¨¢ una pregunta confusa, una que no plantee claramente a los electores si est¨¢n a favor o en contra de la independencia, con todas sus consecuencias pol¨ªticas, sociales y econ¨®micas. Para romper la unidad federal canadiense, tampoco ser¨¢ suficiente una corta mayor¨ªa simple. Ser¨¢ el Parlamento el que decida si la pregunta es suficientemente clara y la mayor¨ªa lo bastante representativa. El texto gubernamental sigue los pasos de la sentencia de 1998 del Tribunal Supremo canadiense, que estableci¨® que para que se materialice la secesi¨®n de Quebec o cualquier otra provincia los electores deben haber respondido favorablemente y por una mayor¨ªa clara a una pregunta clara. Los separatistas de Quebec perdieron en 1980 y 1995 dos referendos en los que propon¨ªan una ambigua "soberan¨ªa en el marco de una asociaci¨®n" con el resto de Canad¨¢.
Como la derrota separatista en 1995 fue por corto margen, Lucien Bouchard, primer ministro del Gobierno de Quebec, juega con la idea de convocar otra consulta antes del 2003, siempre que las encuestas le indiquen que puede ganar. Los sondeos afirman que dos terceras partes de los habitantes de Quebec se oponen a la celebraci¨®n de un nuevo refer¨¦ndum. En caso de celebrarse, el 59% rechazar¨ªa la secesi¨®n.
Bouchard y el Bloque Quebequ¨¦s lanzaron ayer una contraofensiva en el Parlamento regional. Bouchard pidi¨® una "uni¨®n sagrada en defensa de las libertades e instituciones de Quebec", y anunci¨® que hoy presentar¨¢ un proyecto de ley que reafirma "el derecho de Quebec a la autodeterminaci¨®n". Seg¨²n Bouchard, una mayor¨ªa del 50% m¨¢s un voto sobre cualquier pregunta que plantee su Gobierno deber¨ªa ser suficiente para iniciar conversaciones sobre el futuro de Quebec con el resto de Canad¨¢.
Pero Chr¨¦tien, que es de Quebec, respondi¨® que los habitantes de su tierra natal, al igual que los del resto de Canad¨¢, est¨¢n hartos del juego del Bloque Quebequ¨¦s. Ottawa, dijo Chr¨¦tien, s¨®lo negociar¨¢ la secesi¨®n con Quebec si se cumplen las condiciones fijadas en su proyecto de ley. "Nuestro pueblo", dijo el primer ministro canadiense, "aplaude el que les obliguemos [a los separatistas de Quebec] a ser honestos y hacer una pregunta clara".
Seg¨²n el proyecto de ley, ser¨¢ la C¨¢mara de los Comunes federal la que decidir¨¢ si la pregunta sobre la independencia es n¨ªtida y si una eventual mayor¨ªa a su favor es suficiente para comenzar negociaciones sobre la secesi¨®n. "Si hacen otro refer¨¦ndum y plantean una pregunta tramposa, no habr¨¢ negociaciones", dijo Chr¨¦tien.
Los separatistas insistir¨¢n en recurrir al refer¨¦ndum
Cuando el Bloque Quebequ¨¦s perdi¨® por corto margen el refer¨¦ndum de 1995, atribuy¨® el fracaso al voto de los inmigrantes y al miedo a las consecuencias econ¨®micas de la separaci¨®n. Pero ese partido, mayoritario en la provincia franc¨®fona, prometi¨® que volver¨ªa a la carga. Lucien Bouchard, primer ministro del Gobierno de Quebec, querr¨ªa convocar una tercera consulta antes del final de su actual mandato, en el 2003.Bouchard amenaza con ignorar cualquier legislaci¨®n federal que, como el proyecto de ley reci¨¦n presentado por el Gobierno de Chr¨¦tien, pretenda clarificar las reglas de juego para ese tercer refer¨¦ndum. "Volveremos a hacer lo que ya hemos hecho dos veces", dice Barnard Landry, viceprimer ministro de Quebec. "El pueblo de Quebec", a?ade Landry, "nunca se contentar¨¢ con otro estatuto que el de un pa¨ªs". Landry cita como modelo "la situaci¨®n de Francia en la Uni¨®n Europea".
Las Actas Constitucionales
La Constituci¨®n canadiense no es un ¨²nico documento, como la estadounidense o la espa?ola, sino una sucesi¨®n de textos parlamentarios y judiciales tanto de la ¨¦poca brit¨¢nica como del periodo independiente. En la m¨¢s pura tradici¨®n brit¨¢nica de flexibilidad, ese cuerpo, sintetizado en 1982, recibe constantes aportaciones de nuevas decisiones legislativas y judiciales y acuerdos entre el Gobierno federal y los provinciales.
Desde el Acta de 1867, el constitucionalismo canadiense reconoce a Quebec un car¨¢cter distintivo, que se materializa en la cooficialidad del franc¨¦s y el ingl¨¦s a un mismo nivel y en el apoyo p¨²blico a la ense?anza cat¨®lica. El Acuerdo de Charlottetown de 1992 volvi¨® a reconocer que Quebec constituye una "sociedad distinta" y le garantiz¨® un 25% de esca?os en la C¨¢mara de los Comunes de Ottawa.
Tras la derrota de los independentistas en el refer¨¦ndum de 1995, el Parlamento concedi¨® a Quebec, al igual que a las otras provincias, un derecho de veto sobre cambios constitucionales. Pero al Bloque Quebequ¨¦s, el partido mayoritario, le parece poco. En sus corazones resuena el llamamiento a favor de un Quebec libre efectuado en los sesenta por Charles de Gaulle.
No todo el mundo est¨¢ de acuerdo con esas posiciones en la provincia franc¨®fona. Stephane Dion, ministro de Asuntos Intergubernamentales, que, como el primer ministro Chretien, es de Quebec, declar¨® ayer: "Los de Quebec nunca abandonaremos Canad¨¢ en la confusi¨®n. Eso es, precisamente, lo que pretende esta legislaci¨®n. Y si la alternativa es clara, tampoco lo abandonaremos, porque la mayor¨ªa deseamos seguir en la federaci¨®n".
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