El huevo de la serpiente FRANCESC DE CARRERAS
El jueves de la semana pasada, d¨ªa 9 de diciembre, el magistrado Juan Alberto Belloch, ex ministro de Justicia e Interior, antiguo miembro del Consejo General del Poder Judicial y en la actualidad diputado del PSOE, pronunci¨® una conferencia en la Facultad de Derecho de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. La conferencia trataba sobre El estado de la justicia en Espa?a, tema de indudable actualidad e inter¨¦s, en especial para profesores y estudiantes de Derecho. El acto -organizado por el ¨¢rea de Derecho Penal- fue boicoteado por un grupo de j¨®venes que se identificaron, a trav¨¦s de las pancartas que desplegaron y los panfletos que repartieron, como miembros del Bloc d"Estudiants Independentistes (BEI), la Assemblea d"Estudiants Independentistes (AEN) y la Associaci¨® Catalana d"Estudiants (ACE), todos ellos pertenecientes a la Coordinadora d"Estudiants dels Pa?sos Catalans. Tambi¨¦n participaron, al parecer, miembros de Alternativa Estel. Adem¨¢s de intentar -con gritos y alborotos- interrumpir la conferencia, los miembros de estas asociaciones de estudiantes insultaron reiteradamente al conferenciante y lanzaron a la mesa que presid¨ªa el acto -en la cual figuraban estudiantes de Derecho- huevos y pasteles de nata, de modo que quedaron afectados por todo ello el mismo Belloch, miembros de su escolta, autoridades acad¨¦micas, profesores y estudiantes. La reacci¨®n contraria a los manifestantes de la inmensa mayor¨ªa de los estudiantes que atestaban el Aula Magna de la facultad hizo posible que la conferencia se llevara formalmente a cabo, aunque con el natural nerviosismo e incomodidad por parte de todos los asistentes.
Tanto el equipo decanal como el Consejo de Estudiantes de la Facultad de Derecho dirigieron al rector de la universidad unos muy duros comunicados condenando los hechos. El comunicado del equipo decanal inclu¨ªa, adem¨¢s, la exigencia de que no se siguiera subvencionando a estas asociaciones mientras no adoptaran el compromiso de actuar respetando los derechos fundamentales. El rectorado de la universidad, en cambio, no se ha pronunciado todav¨ªa sobre estos lamentables hechos.
Para entender la ra¨ªz de los mismos debemos remontarnos a lo sucedido el a?o pasado durante la visita de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar a un centro del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas ubicado en el campus de Bellaterra. Recordemos que, en aquella ocasi¨®n, la polic¨ªa encargada de la vigilancia del presidente del Gobierno carg¨® de forma desproporcionada contra una manifestaci¨®n de estudiantes. El rector reaccion¨® de forma inmediata condenando con raz¨®n la carga policial y un claustro de la universidad, celebrado a los pocos d¨ªas, acord¨® la ins¨®lita decisi¨®n de decla-rar no gratos, entre otros, a las fuerzas y cuerpos de seguridad. De aquellos polvos vienen estos lodos.
A partir de aquel claustro existe el convencimiento por parte de algunos de que en la Universidad Aut¨®noma -mi universidad- la polic¨ªa no puede entrar en su campus ni en sus edificios y, por tanto, los universitarios se encuentran indefensos ante las agresiones a sus derechos y quienes quieren vulnerarlos se sienten impunes en su actuaci¨®n. Todo ello no se corresponde, obviamente, con nuestra legalidad vigente ya que es evidente que las fuerzas de seguridad tienen plena competencia en todo el territorio para hacer efectivas las libertades ciudadanas. No obstante, tambi¨¦n es evidente que la decisi¨®n del claustro deslegitim¨® moralmente a la polic¨ªa para guardar el orden en el mismo, y penosas situaciones como la que comentamos no son, pues, de extra?ar.
El origen de todo ello nace de un desconocimiento, lamentable en un centro universitario, de cu¨¢l es el papel de la polic¨ªa en un Estado democr¨¢tico de derecho. Todav¨ªa se act¨²a con clich¨¦s de la ¨¦poca franquista, es decir, de una ¨¦poca en la que el Estado no era democr¨¢tico ni de derecho, y en el que la polic¨ªa era un mero instrumento de represi¨®n de las libertades b¨¢sicas. Se ignora -y una universidad deber¨ªa ser un centro de sabidur¨ªa- que en un Estado de derecho las fuerzas de seguridad tienen como ¨²nica misi¨®n -as¨ª lo establece el art¨ªculo 104 de nuestra Constituci¨®n- la garant¨ªa de los derechos y libertades de los ciudadanos.
Precisamente, la idea Estado de derecho significa que la coerci¨®n democr¨¢ticamente leg¨ªtima no es otra cosa que libertad. Un conocido texto de Kant, en su obra La paz perpetua, lo expresa con gran exactitud: "Si el ejercicio de la libertad por parte de un individuo es un obst¨¢culo para la libertad de otro individuo, la coerci¨®n que se le opone, en tanto que obst¨¢culo frente a aquello que impide la libertad, coincide con la libertad". La polic¨ªa, en el ejercicio de sus funciones, es, pues, fuente indispensable de la libertad de los ciudadanos. Si rebasa este leg¨ªtimo ejercicio y vulnera las libertades, los controles jurisdiccionales son, en ¨²ltimo t¨¦rmino, los encargados de restablecerlas.
Desgraciadamente, algunas autoridades acad¨¦micas ignoran el significado del Estado de derecho configurado en la Constituci¨®n y ponen as¨ª en peligro las libertades en nuestra Universidad. La semana pasada sucedi¨® en mi Facultad de Derecho. Hoy, d¨ªa 16 de diciembre, una semana despu¨¦s de los hechos relatados al comienzo del art¨ªculo, puede suceder algo semejante en las conferencias que Ion Juaristi y Aleix Vidal-Quadras pronunciar¨¢n en la Facultad de Letras de la Universidad de Barcelona, organizadas por la Asociaci¨®n Profesores por la Democracia. Desde el pasado lunes, numerosos carteles llamaban a manifestarse en el lugar y la hora en que dichas conferencias deben pronunciarse.
Si la autoridad acad¨¦mica sigue inerme ante las amenazas a las libertades de expresi¨®n y de reuni¨®n, la misma tarea universitaria est¨¢ en peligro. La Universidad catalana, que tanto hizo en las pasadas luchas contra la dictadura, no puede ser c¨®mplice t¨¢cito de un nuevo fascismo y dejar que se incube el huevo de la serpiente.
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