Madre hu¨¦rfana de hija
Modesta Vidaurre libra estos d¨ªas la batalla m¨¢s importante de su vida. Esta vecina de No¨¢in (Navarra), de 57 a?os, abandonada por su madre nada m¨¢s nacer, el 14 de junio de 1942, en el departamento de madres solteras de la maternidad del Orfanato de la Diputaci¨®n de Navarra, busca a su primera hija.La peque?a naci¨® en el mismo orfanato el 4 de julio de 1967. Modesta asegura que la ni?a le fue arrebatada por los religiosos que dirig¨ªan el centro y dada en adopci¨®n con nuevo nombre sin su consentimiento.
Modesta pudo conocer a su madre en 1992, tras a?os de suplicar a los religiosos que atend¨ªan el centro que le brindaran datos de ella.
El marido de Modesta, Gregorio Od¨¦riz, que tambi¨¦n se cri¨® en aquella instituci¨®n, pudo a su vez conocer a un hermano gracias al robo de los libros del orfanato ocurrido en agosto de 1995, y a la posterior recepci¨®n de una carta an¨®nima en la que se especificaba que su madre hab¨ªa abandonado a otro hijo en el mismo orfanato. Pero sus pesquisas para conocer a su madre no han tenido ¨¦xito. Cuando a Modesta le lleg¨® una carta similar con los datos de su madre biol¨®gica, ella ya la hab¨ªa encontrado.
Ahora, la lucha de esta mujer por conseguir averiguar la identidad de su primera hija ha llegado hasta los tribunales. Modesta, madre de otros cinco hijos, espera la decisi¨®n del Juzgado de Primera Instancia n¨²mero 5 de la Audiencia de Pamplona sobre unas nuevas diligencias que ser¨ªan decisivas para el reencuentro de madre e hija. Se trata de la entrega, requerida por el juez, de la hoja abierta a Modesta cuando naci¨® la ni?a, perteneciente a los libros del orfanato que obran en poder del Arzobispado de Pamplona, y en la que consta la fecha de nacimiento, la identidad con que qued¨® registrada y la familia que la adopt¨®. Modesta present¨® este a?o una denuncia judicial contra la monja que le atendi¨® tras el parto, la hermana de la caridad Francisca Tellechea, y contra el ex capell¨¢n de la Maternidad del Hospital de Navarra Leandro Ib¨¢?ez para que alguno de ellos aporte pruebas que le conduzcan a la peque?a.
"Nada m¨¢s nacer la ni?a, que recuerdo como una ni?a grande y preciosa, sor Francisca Tellechea me la arrebat¨®. La robaron sin mi consentimiento", asegura Modesta, que recuerda c¨®mo fue expulsada de la casa donde trabajaba cuando, a los 24 a?os, qued¨® embarazada. No firm¨® ning¨²n acta de renuncia, papel obligado en cualquier adopci¨®n. Quer¨ªa quedarse con la ni?a para que la historia que ella padeci¨®, el abandono, no se repitiera. "No me dejaron. Se la llevaron pocas horas despu¨¦s. Apenas pude tenerla conmigo", se lamenta esta mujer, que asegura que las monjas intentaron encerrarla "en el manicomio de Pamplona" y la enviaron a reformatorios de Tolosa, San Sebasti¨¢n y otras poblaciones.
Los acusados ya han declarado ante el juzgado, atendidos por abogados del Gobierno navarro. Los religiosos ni niegan ni afirman. Dicen no saber nada, aunque han reconocido que la demandante tuvo una ni?a que naci¨® en aquel a?o e incluso el ex capell¨¢n no neg¨® haber mantenido tiempo atr¨¢s una conversaci¨®n con Modesta en la que le reconoci¨® que la peque?a fue inscrita como Mar¨ªa Esther Lizarraga Arizcun.
La historia de Modesta entronca con el fruct¨ªfero esfuerzo de varios cientos de hijos abandonados por sus madres en el orfanato de la diputaci¨®n navarra que en estos a?os han podido conocer a sus madres biol¨®gicas, despu¨¦s del robo de los libros donde quedaron anotados los datos de entre 1941 y 1965. Los libros fueron devueltos dos meses despu¨¦s al despacho del ex capell¨¢n Leandro Ib¨¢?ez, del que fueron sustra¨ªdos, aunque les faltaban 29 p¨¢ginas con los datos de cientos de personas nacidas y criadas en la instituci¨®n.
Fotocopias de esas p¨¢ginas fueron llegando a los domicilios de casi todos ellos. Dos miembros de la asociaci¨®n de hu¨¦rfanos Sor Isabel de Pamplona, Salvador Ochoa y Esteban Gorr¨ªa, fueron juzgados como presuntos autores del robo, pero la causa se archiv¨® por falta de pruebas.
El inter¨¦s de Modesta, explica su abogado, Miguel Salcedo, no es reprobar actos cometidos hace m¨¢s de 30 a?os. "No queremos incidir en las irregularidades de esas adopciones, practicadas gracias a la absoluta dependencia de tutelaje que la diputaci¨®n ten¨ªa sobre aquellas personas sin recursos, ni pedimos indemnizaci¨®n econ¨®mica", indica el letrado. "Lo ¨²nico que deseamos es que una madre pueda conocer a su hija, ahora una mujer de 32 a?os", explica Salcedo.
El arzobispado y los propios demandados son los ¨²nicos que pueden brindar informaci¨®n para conseguir que el mayor deseo de esta madre se cumpla.
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