"La aut¨¦ntica provocaci¨®n es mantener el rigor ¨¦tico"
Parece un siciliano pericoloso, con la chaqueta de serpiente ("siete pitones"), las botas de punta y el peinado a lo Cal¨ªgula, pero naci¨® cerca de G¨¦nova, y esconde una poes¨ªa pol¨ªglota y apocal¨ªptica que suena a v¨¢lvula de escape de un coraz¨®n herido. La ¨²ltima prueba es Blackout, una vuelta m¨¢s a la tuerca de Claudio Rizzo, un canario voluntario (lleg¨® all¨ª en 1966) que empez¨® a publicar en Espa?a gracias a Salvador Espriu y que salt¨® a la escueta fama de los peri¨®dicos tras trazar un libro escrito en el abismo de Mondrag¨®n, a medias con Leopoldo Mar¨ªa Panero.Espriu, "un tipo extra?o, entra?able y agud¨ªsimo", ley¨® sus poemas juveniles, italianos, "digamos nerviosillos" (titulados Tal vez ma?ana), y se fascin¨®. El pr¨®cer catal¨¢n los public¨® en la editorial Vosgos, y as¨ª empez¨® Rizzo una carrera literaria marginal, azarosa y siempre dedicada a la poes¨ªa, a raz¨®n de un libro cada dos o tres a?os. O, en realidad, siempre al mismo libro pero editado en diversas entregas (¨²ltimamente, como este Blackout, por Anthropos). "Tengo la sensaci¨®n de haber escrito siempre el mismo libro, o variaciones sobre lo mismo: la herida de estar vivo. Se dice mucho que el poeta tiene que ser pobre y miserable y borracho para escribir bien, y aunque yo he acabado varias veces con la cosecha de Jack Daniels, no es cierto. La revoluci¨®n fue Freud: cada uno lleva su c¨¢rcel dentro".
Rizzo, desde luego, no da el tipo de pobre y miserable. Es due?o de una f¨¢brica de cinta de envolver paquetes en Gran Canaria, y cuenta que ese "seudomonopolio", una actividad para la que se requiere "cierta listeza y mucha suerte pero nada de inteligencia", le permite dedicarse a lo que quiere hacer. Escribir poemas llenos de sexo y de muerte en los que asoma un futuro desolador.
Un choque
"Innovar permanentemente es el sentido de la escritura. Para mirar atr¨¢s, mejor no ponerse. El oficio de poeta no se sabe de d¨®nde viene, y quiz¨¢ s¨®lo la psiquiatr¨ªa sirva para definirlo. ?Qui¨¦n sabe lo que es, de d¨®nde sale? Hay versos que parecen no tener sentido y al cabo de 10 a?os los entiendes. La poes¨ªa es como un choque entre lo consciente y lo inconsciente... Y el escritor que se preocupa del lector es que no ha ganado la batalla de la vanidad. Y lo ¨²nico que se requiere es rigor ¨¦tico y moral. ?sa es la aut¨¦ntica provocaci¨®n, ahora".
"El dinero de la poes¨ªa no da ni para tabaco", a?ade Rizzo, empalmando un mentolado con otro. El humo huele a aislamiento, huida, encierro, exilio y cambio de idioma. Lo sabe bien Leopoldo Mar¨ªa Panero, otro gran outsider desencantado con quien Rizzo escribi¨® Tens¨®, una renga que hac¨ªa honor a la poes¨ªa a cuatro manos de la tradici¨®n japonesa. Rizzo sac¨® a Panero del manicomio de Mondrag¨®n y se lo llev¨® al m¨¢s ben¨¦volo (no s¨®lo por el clima) de Canarias, hasta que la biograf¨ªa del poeta madrile?o se puso en medio. Ahora acaban de reconciliarse. La otra ma?ana, Panero fue a buscar a Rizzo y le invit¨® a caf¨¦. "Eso, con lo r¨¢cano que es, es un gesto impresionante. Un loco total en un momento dado, pero que, cuando est¨¢ bien, es el tipo m¨¢s l¨²cido del mundo".
No han vuelto a escribir juntos, todav¨ªa. Rizzo afirma que en la poes¨ªa no se pueden contar mentiras, que la falta de sensibilidad se detecta enseguida. "Tomar conciencia de la muerte y saber que no sabes cu¨¢ndo te mueres es una crueldad terrible. Dios es como un dictador latinoamericano muy arbitrario. Terrible, porque nos convierte en seres miedos¨ªsimos, y nos obliga a guardar nuestra microsc¨®pica y nefasta vanidad como si fuera oro. Y as¨ª pasa lo que pasa: los hombres incultos, grises y crueles se juntan y organizan su coto; y entonces nacen los cr¨ªmenes de Estado, el nazismo, y ese nacionalismo pacato y asesino...".
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